lunes, 30 de diciembre de 2013

EL AÑO DE NUNCA JAMÁS

«¡Yo quiero piratas e indios y cocodrilos y sirenas y peterpanes!» 

Escena de la primera y más bella adaptación de Peter Pan jamás llevada a la pantalla, la de Herbert Brenon (1924). Foto: Films Muets-Silent Movies
El año de Nunca Jamás 

Cuánto desearía que este nuevo año que comienza me alejara de los espejismos de la realidad para conducirme a la realidad de los sueños, la única verdad genuina, ya que la vida es sueño pero los sueños son el mundo real, y yo anhelo el mundo real, yo quiero abarcar la esencia, quiero ser embargado por lo pleno y no confundirme con nebulosos celajes. La política, la economía, las religiones son retazos de niebla, trozos de un espejo hecho añicos, perspectivas arbitrarias del todo, y yo desearía por una vez no perderme en el laberinto de las apariencias, no creer que un elefante es trompa o patas o cola, sino aprehender el elefante entero y al cosmos que cabalga en él.
2014 será el año en que me adentre en el País de Nunca Jamás sin titubeos, sin recular, sin miedo, sin añoranzas. Como solo concibo la vida para hacer experimentos con la verdad, anhelo demostrar que los sueños, la poesía, los mitos, son destellos de un mundo palpable, portentoso, sobrecogedor, que está más allá de esta gravedad que nos mantiene prisioneros en la lucha, la angustia, el temor y la separación.
Yo quiero ir al País de Nunca Jamás y descubrir que no hay nada que temer ni de qué preocuparse, que todo es abundante y puede ser tomado en cualquier momento, que lo que te sucede es creado por la imaginación, que los pensamientos son cosas, que la máquina más portentosa es la mente, que las ideas son los tiralíneas de la realidad. Quiero atreverme en el 2014 a no evadirme del País de Nunca Jamás aunque coléricas sombras me griten desde sus fronteras que estoy loco, que me hurto del mundo, que soy un misántropo. ¡Yo sé que son los espectros que aparecen en los cuentos mágicos, a los que no hay que hacer caso para llegar al objetivo!
Quiero cerrar los ojos en el País de Nunca Jamás para ver lúcidamente cómo se congregan los paisajes que amo, las palabras que me conmueven, los seres que me hacen vibran, la vida que lo torna todo único, el riesgo que convoca a la aventura. Esta es mi patria, aunque la he traicionado una y otra vez porque no he creído merecerla, sustituyéndola por el fragor y la violencia de otras patrias impostadas donde la verdad se tergiversa y las tinieblas son consideradas luz, y el llanto, amor, y los achaques, virtudes.
Me echaré al mar y bucearé en el 2014 hacia el País de Nunca Jamás porque deseo soltar amarras con este mundo donde la gente ha perdido su sombra y, como no existen claroscuros, no existe profundidad. ¡Yo quiero piratas e indios y cocodrilos y sirenas y peterpanes! Todos están en mí y no puedo negarme a mí mismo.
2014 me dejará como tantos otros años en las orillas del País de Nunca Jamás, pero esta vez no daré diez pasos adelante y veinte atrás, no, ha llegado el momento de cruzar decididamente sus puertas y franquear las lindes del palacio donde me aguardan pacientes los sueños que me fueron concedidos y que, como un arco encantado, solo yo puedo tensar.
Es medianoche. Los filibusteros del capitán Garfio disparan doce cañonazos. ¡Y la realidad se abre y me desgrana sus secretos!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 31 de diciembre, 2013

martes, 24 de diciembre de 2013

ORACIÓN DE NAVIDAD

«¡Noche amada, pon hoy en mí aquella intensidad!» 

Buda sabía muy bien que la iluminación no se puede alcanzar en la opulencia. La austeridad es la condición de toda plenitud (foto: Planeta Holístico
Oración de Navidad 

Noche del 24 de diciembre, mañana del 25, sois como un anzuelo que hace emerger de las aguas abisales otras horas idénticas a lo largo de mi vida. Como los estratos geológicos, como las capas sucesivas de una ciudad, me contenéis desde la niñez y todas las nochebuenas pasan hoy vertiginosamente ante mí. ¡Qué feliz he sido! Pero he sido más feliz cuanto más pobre y desarmado, y por eso, entre tantísimas noches parecidas, destellan deslumbrantes algunas de mi niñez, cuando el magro sueldo paterno volvía extraordinarios un Belén, un mantecado, un villancico, una rodaja de carne. ¡Inmerecidos regalos del Universo!
La pobreza es la condición del disfrute, la condición de la intensidad y también de la sabiduría. No en vano algunos de los dioses más adorados de la humanidad han nacido entre lóbregas ruinas, como el niño cuya venida celebra esta noche medio mundo; como Krisna, que sustrayéndose a otra matanza de inocentes, nació en una prisión; como Sakyamuni, que huyendo del lujo y de los placeres quiso convertirse en un hambriento asceta para alcanzar la iluminación; como Mahoma, que trascendió los límites terrenos en una recóndita cueva del monte Hira; como Mandela, que creció sobre sí mismo en un inacabable presidio. La opulencia es una droga que turba los sentidos, que estupidiza, que nos hace dormir en el deseo continuo, la ansiedad y la codicia, hurtándonos la magia del mundo, su misterio, la visión de sus mecanismos ocultos.
Noche amada, pon hoy en mí aquella intensidad. Quiero una noche rotunda, tan plena que dure eternamente, tan honda que vea cómo en cada ínfima cosa se agitan billones de partículas, tan clarividente que me aperciba de que una mota de polvo contiene el universo, tan invisible que pueda ver cómo mis pensamientos tocan a un niño de un poblado de África, escuchan a un viejo en un suburbio de América, confortan a una mujer en una aldea de la India.
Mágica noche, tráeme una mañana nítida, cristalina, como si fuera la primera mañana del tiempo, como si nunca antes se hubiera abierto la luz, haz que me maraville del milagro de un nuevo día y que la magra cena de hace unas horas haga singular un almuerzo rodeado de los seres queridos, los que se han ido, los que están, los que estarán. Haz que las palabras, la conversación, las risas, las confidencias lo rieguen todo como la más deliciosa de las salsas. Quiero que hasta los momentos tristes, las quebrantadas historias, las amargas tragedias, sean vistos con belleza porque son el único pasadizo hacia la plenitud.
Ubicua noche, incluso para un agnóstico como yo, eres una noche crucial, porque constituyes el símbolo de que quien no pasa por la penuria no ha sido alumbrado sino que permanece dormido en el inconsciente y está por tanto vedado para la apoteosis. Por eso los dioses y los grandes hombres han nacido entre escorias, huyendo de persecuciones y matanzas. Extraño que el desamor visceral engendre en algunos seres un empático amor hacia la humanidad.
Prodigiosa noche, que todo sea visto hoy a través de ese amor. Si me concedes el regalo, un solo trozo de pan será para mí el más maravilloso manjar. Lo demás te lo devuelvo. ¡Noche germinal, gracias por acunarme en tu seno!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 24 de diciembre, 2013

martes, 17 de diciembre de 2013

HERÁCLITO

«Rafael Guillén es el mejor poeta español» 

Rafael Guillén (foto: El Callejón del Gato
Heráclito 

Rafael Guillén es el mejor poeta español contemporáneo y por eso esgrime la humildad de lo genuino. Ante los tornasoles impostados de quienes juegan a la literatura, él posee una luz propia y secreta. Lo primero porque es un genio, y lo digo sin que mis palabras puedan resultar sospechosas, porque no pretendo nada de él ni deseo utilizar mi juicio como tanto crítico venal usa los elogios, para aumentar su círculo de influencia. Y lo segundo porque, como todos los genios, le da vueltas a la realidad, la ase desde perspectivas desconocidas y, dado el analfabetismo imperante, no es cabalmente entendido y muchos se quedan en la superficie, sólo en lo “bonito”, incapaces de atisbar lo sublime, lo abismal, lo incognoscible. Colgados de Facebook, sus versos no serían rubricados con muchos Me Gusta mientras otros ramplones o simplemente irrisorios exhiben legiones de admiradores, sin duda porque en Facebook nadie lee nada que tenga más de dos líneas, o porque es un mercadeo de favores que los pardillos se trabajan infatigablemente, y también porque muchos de ellos se crean falsos alter egos para alabarse a sí mismos.
Sí, son malos tiempos para un poeta genial, y sin embargo Rafael Guillén lo es, está aquí, es el mejor poeta español, el que plantea una apuesta más arriesgada, el más bello, el más sereno, el que más nos embarga de sentimiento y humanidad. Crecida su obra en tiempos de una ingenuidad rayana en el mongolismo, con la mirada de los funcionarios del verso detenida en los espejismos, Guillén tuvo el valor de resistir, no creyó en las apariencias y las trascendió para llegar al “otro lado de la niebla”, título de su último libro (Salto de Página), es decir, entró en el pleno reino del misterio, en los fundamentos de la realidad, en el magma invisible del que emanan tanto la Historia como nuestros avatares, proponiéndonos un viaje lleno de vértigo hacia lo sutil, corazón de la existencia. Su libro es un tratado de física, es decir, un compendio de pura y arrebatadora Poesía.
Lo he leído como no leía en muchos años algo, como si me fuera la vida en ello, presintiendo que en él está la clave para conocerme y conocer el universo. Guillén lo ha logrado no sólo contra la mentada galerna de costumbrismo garbancero, sino  venciendo el peso de una ciudad de provincias donde la excelencia es vista con recelo, el mundillo literario compuesto en su mayor parte de aficionados y trepas conspira permanentemente para que lo singular se diluya, y donde los contados elogios que se prodigan suelen ser babosas alianzas tácticas. ¡No en vano ha debido recorrerse medio mundo! Ha sido su forma de zafarse de tan ciclópea gravedad, de volar libre de ataduras, de transitar los caminos que guardianes de la ortodoxia o de la pía mediocridad le habrían vedado. La prueba de su independencia es pues este gran libro de aventuras o de experimentos o de ciencia o de literatura o de filosofía; este gran y hondo libro de arrebatadora belleza.
Así que Guillén es el mejor poeta español. Tiene la desgracia de vivir a nuestro lado y que nos crucemos con él. ¡Tal vez por eso le ocurre como a Heráclito, que estuvo en Atenas y nadie lo conoció!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 17 de diciembre, 2013

martes, 10 de diciembre de 2013

LA CENA DE TINY TIM

«La literatura alimenta» 

La Agencia Literaria Sandra Bruna ha creado la camiseta que lleva puesta Tiny Tim para que los niños necesitados sean tan felices como él cuando Mr. Scrooge se desprende de su avaricia. Montaje fotográfico sobre una escena de la película "Cuento de Navidad" (Robert Zemeckis, 2009) 
La cena de Tiny Tim 

Todas las nochebuenas evoco a Tiny Tim, el pequeño enfermo de “Un cuento de Navidad”, de Dickens, que desde tiempos inmemoriales releo por estas fechas embargado siempre de la misma magia, asombro y descubrimiento. El pequeño Tim está enfermo y su desnutrición agrava el mal, aguardándole la muerte… a no ser que el avaro Mr. Scrooge se apiade de él. ¡Y el milagro ocurre! Conmocionado por su miserable existencia, Mr. Scrooge comprende que sin generosidad la riqueza es una ominosa cárcel.
            ¡Cuántos Tiny Tim no conviven con nosotros en este tiempo de crisis! Pero como en la historia de Dickens, el milagro aguarda agazapado. Entre las manos que manejan la varita mágica, está la de Sandra Bruna, una de las mejores agentes literarias del país, inagotable fuente de nuevas ideas, que se ha propuesto con su admirable tenacidad que no haya un solo niño en España que pase hambre… ni que haya un solo español que no digiera pensamientos nutritivos, de modo que nadie flaquee de inanición ni naufrague en la mediocridad.
“La literatura alimenta”, dice Sandra Bruna, y ciertamente la literatura que promueve alimenta como un milagro de los panes y los peces: alimenta las mentes y alimenta a los niños. Para lo primero, Sandra tiene la rara habilidad de descubrir lo original y proveer las vitaminas con cuyo aporte más se pueden beneficiar los espíritus actuales. Para lo segundo, ha sido tan decidida como para diseñar unas camisetas que proclaman que “la literatura alimenta” y cuyo importe irá íntegro a la fundación Educo, que no quiere niños asaeteados de punzadas en el estómago ni estas navidades ni después, aunque el envite se hace ahora, época de banquetes y celebraciones.
La literatura alimenta, sí, y si no fuera por el vértigo de los buenos libros, por las perspectivas impensadas y renovadoras de los escritores pioneros, nos gangrenaríamos y el mundo sería una permanente hoguera de autos de fe. Y si no fuera por los alimentos que conseguirán las t-shirts, una parte de los niños de hoy, hombres del mañana, no podrían pensar, no sabrían qué es la imaginación, no entenderían el poder de la fantasía, porque el hambre es una dictadora cruel. Y esto es lo que nos sirve Sandra Bruna: amor. Amor en forma de palabras. Palabras que se transforman en alimentos por la fuerza del amor.
Yo me cenaré una de estas camisetas. Y alimentaré con ellas a los míos. Estaré aliviando así la penuria de algunos niños al tiempo que proclamo que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de su boca, y este será mi doble banquete de Navidad. Porque comemos para pensar mejor y no puede haber una buena cena que no nos inunde de pensamientos. Si son tristes, la literatura puede volverlos dichosos. Sin son dichosos, la literatura los expandirá incalculablemente. Como con la historia de Dickens: si  no la ingiriera cada año, mis navidades serían inanes.
Me pondré la camiseta, la colgaré del árbol, la pincharé en las enaguas del Belén. Y junto a los turrones, pondré un libro. ¡Que Tiny Tim se sumerja en la delicia de un pavo asado y en los misteriosos espíritus que transforman para siempre al agrio Mr. Scrooge! La literatura alimenta. La literatura transforma.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 10 de diciembre, 2013


Si estás interesado en obtener camisetas (6 € unidad más gastos de envío), puedes solicitarlas: 
Llamando al teléfono (+34) 93 368 17 51
Escribiendo al email ltarradas@sandrabruna.com

martes, 3 de diciembre de 2013

CON... CIENCIA

«El siglo XX y el siglo XXI frente a frente» 

Edición facsímil del discurso con el que el científico, ingeniero y político Emilio Herrera ingresó en la Academia de Ciencias de España, editada por la Universidad de Granada con presentación y estudio preliminar de Elvira Martín Suárez y Emilio Atienza Rivero 
Con... ciencia 

Feliz decisión la del rector de la Universidad de Granada de publicar en edición facsímil el discurso con el que Emilio Herrera –inventor, matemático, piloto y político granadino- ingresó en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Laudable cómo la Universidad ha apoyado y se ha servido de ejemplo de este hombre genial, riguroso, polifacético y fiel a su palabra, creando primero, en el 2001, el Premio Emilio Herrera Linares de investigación científica y tecnológica, y dando ahora su nombre al Aula de Ciencia y Tecnología, lo que contrasta con el obcecado silencio del Parque de las Ciencias. ¿A qué se debe tamaño contraste, reconocimiento clamoroso por una parte, olímpica ignorancia por otra?
            Para Ernesto Páramo, director del Parque de las Ciencias, Herrera es “sobre todo un ejemplo de compromiso cívico y político”. En consecuencia, “la admiración que sentimos por él no debe llevarnos a magnificar su contribución a la historia de la ciencia” (IDEAL, 13-V-10). Sin embargo, Elvira Martín Suárez, directora de la mentada Aula de Ciencia y Tecnología, resalta el gran conocimiento que éste tenía “de las Matemáticas, la Física, la Química, la Meteorología, la Metalurgia”, afirmando además que “la NASA utilizó sus diseños para la fabricación de los trajes espaciales”. ¿No merecería nada más que por esto un lugar en el Parque?
            La clave del contraste, para mí, es el enfrentamiento de dos cosmovisiones. La primera, la del fenecido siglo XX, sostenida por el director del Parque de las Ciencias, que precia fundamentalmente la especialización y recela de la multidisciplinariedad y el polifacetismo. En otras palabras, considera al científico como un ser puro, ajeno al mundanal ruido y entregado exclusivamente a ahondar en su campo. Según esta perspectiva, a Emilio Herrera no sólo le perjudicarían sus vastos intereses interdisciplinares, sino también su histórica y rotunda trayectoria política, un monárquico fiel a la República que llegó a ser presidente de ésta en el exilio, cuyo peso oscurecería sobradamente su labor científica.
            Según la perspectiva del siglo XXI, sin embargo, que es sin duda la de la Universidad, tanto la ciencia como la política provienen de la búsqueda de un mundo nuevo y mejor, del ansia de descubrimientos tanto tecnológicos como psicológicos o políticos para hacer crecer al ser humano, y, en este sentido, el científico no puede ser un sujeto puro, limitado a sus investigaciones canónicas, sino también un hombre de acción, comprometido con la vida, es decir, un militante en el pleno sentido de la palabra, como lo son hoy Stephen Hawking, Richard Dawkins, Edward O. Wilson, Brian Greene… hasta el punto de que los nuevos científicos han comenzado a ejercer como redivivos hombres renacentistas y, en numerosos aspectos, representan la vuelta del perdido Humanismo. Emilio Herrera fue uno de ellos, adelantado como en tantas cosas a su tiempo, igual que Emilio Atienza, su apasionado biógrafo y difusor.
            Estamos de enhorabuena, pues, porque sería terrible que nuestra Universidad no fuera con los tiempos. Una ya significativa minoría de sus investigadores representa hoy lo más dinámico de nuestra sociedad. El presente, a pesar de la amenaza de herrumbrosos puñales, se abre paso. La ciencia se hace con la vida, con los seres humanos, con la curiosidad humana, con la acción humana sobre la Historia. La ciencia es con… ciencia.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 3 de diciembre, 2013