José Antonio Griñán y Diego Valderas: topos en la Junta de Andalucía
Torpeza Unida
Lerdos José Antonio Griñán y Diego Valderas. Creen que la maniobra de quitar a los alcaldes del parlamento andaluz es hábil, y ya se frotan las manos con el gol que piensan le han metido al PP, y hasta deben de relamerse porque fabulan que su debacle electoral será ahora menor. ¡Pero es justo lo contrario!
Al actuar como mamporrera del PSOE, IU dilapida su menguado prestigio. Es vista por los ciudadanos como un partido apéndice. Si votar a IU es como votar al PSOE, ¿para qué votar entonces a IU? Éste magro pan de hoy es el hambre de mañana.
Y en cuanto al PSOE, el oportunismo del ardid es tan palmario, tan obvio su terror al futuro, tanta la codicia soterrada que trasluce, que se volverá radicalmente en su contra.
¡País de políticos cortos de miras! No es sólo Zapatero, aunque lidere el ranking. Le rozan José Antonio Griñán y Diego Valderas. El primero tiene la cualidad de ir apagando la luz por donde va. Es prudente hasta extremos mojigatos con la opinión pública, pero en secreto asesta desesperados palos de ciego. Insomne por la pesadilla de un PP que tira de la manta en el cenagoso asunto de los EREs, trata ansiosamente de cortar su acceso al poder. Pero cuanto más muñe, tanto más se acerca a su destino fatal.
En cuanto a Diego Valderas, le obnubilan los decorados de cartón piedra. Su mirada se estrella contra las gafas opacas de una ambición pueril, por lo que sólo atisba grandilocuentes paisajes virtuales. Confundido por las apariencias, es incapaz de penetrarlas. Habría que darle unas buenas clases de Anguita, no porque sea del mismo partido, sino porque el antídoto para la vista de topo es la de águila.
Griñán y Valderas creen que su maniobra puede permanecer oculta bajo probas declaraciones, porque quien es corto de miras, no comprende que los demás no lo sean. Pero los ciudadanos vislumbran con claridad sus pretensiones. Comprenden que, tras el intento de quitar a los alcaldes del parlamento, hay un inconfesable objetivo.
El insensato empeño de ambos, por lo pronto, ya ha convertido en héroes a los alcaldes parlamentarios del PP. Pues basta prohibir una cosa para ensalzarla. Tras la miope iniciativa, si los alcaldes no pueden ir a las próximas elecciones, serán unos mártires, y su ausencia gravitará sobre la campaña magnificando a los candidatos del PP. Si, por el contrario, Griñán y Valderas dan marcha atrás, la presencia de los alcaldes será una victoria tan rotunda del PP que su camino hacia las urnas se convertirá en un paseo triunfal. Hagan lo que hagan, el tiro les ha salido por la culata.
Ya no hay vuelta atrás. Griñán y Valderas se han asestado una puñalada mortífera, y extraer la navaja ahora es tan grave como haberla hundido. Dos torpes aunados, dan una Torpeza Unida.
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 26 de julio, 2011