«No seas
esclavo del tiempo. Es el tiempo el que debe ser tu esclavo»
Ve el mensaje en YouTube
Mensaje de año nuevo
Los políticos dan siempre su mensaje de año nuevo, ¿por qué
no los demás? Gracias a YouTube, ahora todos podemos hacerlo y es lo que yo voy
a hacer. ¿Pero qué es lo que realmente te voy a felicitar? La verdad es que lo
de “año nuevo” es una ficción. Cierto que la Tierra ha dado una vuelta más
alrededor del Sol, pero, para los chinos, el año nuevo no comienza hasta el 10
de febrero, y no será el 2013, sino el 4711. Los musulmanes, sin embargo, lo
celebraron el 15 de noviembre pasado, y se encuentran en el año 1434. Los
judíos se anticiparon aún más, y celebraron el año nuevo el 16 de septiembre.
Ahora se encuentran en el año 5773.
Te digo todo esto para que te des
cuenta de que cualquier período de tiempo es convencional, depende de la cultura,
y por tanto no hay objetividad en los años medidos, no es algo real, y, en
consecuencia, nada irreal puede traerte algo real. Este período irreal que
comenzamos hoy y al que llamamos 2013 no te traerá nada especial, ni bueno ni
malo, que no provoques tú, que no esté en ti o en quienes te rodean. No hay por
tanto números mágicos, fechas encantadas, períodos faustos o infaustos. Todo es
más duro y, a la par, más emocionante: los únicos períodos reales son los que
están en ti, de modo que puedes comenzar un nuevo período siempre y cuando lo
desees. Con ocasión del año nuevo, sí, pero también con ocasión de una idea
original, una nueva amistad, unos estudios que inicias, un amor que te envuelve,
o simplemente porque sí. No eres tú el que está en los años, no son los años
los que te llevan y te traen a su merced como un corcho sobre las aguas, sino
tú quien los lleva a ellos, quien los tiene a tu antojo, quien puede
manipularlos a capricho, troncharlos, dilatarlos o reducirlos.
¡No seas esclavo del tiempo! Es
el tiempo el que debe ser su esclavo, el que debe estar permanentemente a tu
servicio. No vuelvas a decir: “No tengo tiempo”. Tienes el que tú quieras, una
legión de tiempo, una eternidad de tiempo, porque la cuenta del tiempo es
infinita, y tú eres más infinito aún. Cuando dejamos de adorar al tiempo y éste
se halla a nuestro servicio, se agranda de forma incalculable y todo se hace
permanente, las cosas cobran un perfil inusual y se llena de plenitud.
Jamás como en la montaña he
tenido esta sensación. En las ciudades somos esclavos del tiempo, pero, en la
montaña, somos sus señores. ¡Extraño que ocurra así! Aunque tal vez hay una
explicación: los humanos, como los grandes cuerpos celestes, tenemos gravedad,
y cuantos más humanos estamos viviendo juntos, mayor es la gravedad que
proyectamos, y, de esta forma, las grandes aglomeraciones humanas nos abducen
en la vorágine del tiempo, nos atrapan en su remolino y caemos agitados en el
vórtice, y las horas, los minutos y los días pasan de forma vertiginosa ante
nosotros, y, al final, el agujero negro nos abduce y entonces se acaba nuestro
tiempo. Pero lejos de las grandes aglomeraciones, somos libres, estamos
ligeros, no hay curvatura del espacio que nos precipite al vacío, y el tiempo
se pone a nuestro servicio.
Por ello, quienes se van a
residir a grandes ciudades pensando que allí palparán más su tiempo, que serán
más actuales, más “modernos”, son paradójicamente sacrificados al tiempo, se
sumergen en él, es decir, en lo consabido, en el tópico, en el espíritu del
tiempo, que siempre es mostrenco y está manido. Pero quienes se retiran de las
aglomeraciones, se liberan del tiempo y hacen así emerger su propio espíritu, dando
a la luz cosas siempre nuevas, cosas que marcan su tiempo. He aquí la verdadera
proeza: no ser marcado por el tiempo sino marcarlo a él. Es entonces cuando se
alcanza la verdadera modernidad. Como dijo Nietzsche, todo lo realmente
importante sucede siempre fuera de la plaza pública. Quienes han impuesto su
sello a los tiempos son quienes previamente se han deshecho de ellos.
Yo te deseo que comiences un
nuevo año en el que te liberes del tiempo. No son los años los que pasan por
ti, no son los años esos caballos salvajes que te pisotean, sino tú el que debe
ser Atila sobre ellos, quien no debe dejar que la hierba del tiempo corroa tus
pies.
Alégrate por tanto de que puedas
pasar a través del tiempo y no padecer achaque alguno, no ser mordido por los
meses, no ser amilanado por los años. ¿No ves en el campo o en los pequeños
pueblos a esos hombres y mujeres centenarios que siguen realizando sus
actividades como si nada? Están lejos del agujero negro que formamos los
hombres apelmazados. ¡Yo te deseo que para ti sea igual! Si no puedes apartarte
de la urbe, no estás perdido, pues igual que los hombres reconstruyen en la
tierra espacios ingrávidos, hay técnicas para no ser aplastado por el tiempo
mientras nuestros semejantes caen consumidos a nuestro lado. Una de ellas es la
meditación: meditar unos minutos al día. Con eso basta. El arte es otra alternativa:
cuando te entregas a él con toda la pasión y la iconoclastia de tu espíritu, te
alejas del tiempo. Eso sí, no esperes ser reconocido. Quienes son reconocidos
inmediatamente son quienes caen hacia el agujero negro con los demás. Quienes
están en la gravedad no pueden reconocer a quienes se han zafado de ella, o
bien les molestan o incluso les agravian, y la postura es la indiferencia, el
rechazo o la condena. No, quienes se han zafado de la gravedad y van a una
velocidad superior a la de la luz, sólo son entendidos cuando el paso del
tiempo hace que sus siervos alcancen al héroe que se liberó de él. Y entonces
comienza la admiración, lo ven como un ejemplo a seguir. Y es que son aquellos
que se han liberado del tiempo los que nos sirven de guía e iluminación. Los
grandes hombres y mujeres de la humanidad siempre se zafaron de la gravedad y
por eso todos los tiempos les pertenecen: Cervantes, Shakespeare, Bulgákov,
Frida Kahlo, Virginia Woolf, Borges…
Yo te invito a que no adores el
nuevo año. Ese es mi mensaje. Aléjate de los sitios donde sopla la gravedad,
donde hay pendientes y abismos que te atraen hacia la trivialidad y el tópico.
Halla el año nuevo en tu mente. Ten el valor de trazar tu propio calendario. De
esta forma, ¡feliz año nuevo! El que quieras, el que desees.
GREGORIO MORALES
1 de enero 2013