Portada del libro de Nicolás Palma |
CUENTOS DEL ALBAICÍN
Voces y protestas como eco de fondo en la presentación del libro de Nicolás Palma “Cuentos del Albaicín”. Los desalojados de la Casa del Aire se habían congregado la tarde del viernes en el Centro Cívico del barrio, de forma que durante quince minutos coexistieron las palabras del presentador, el vicepresidente del parlamento andaluz Francisco Álvarez de la Chica, con las protestas de los ocupantes, que querían pasar la noche allí.
Yo amo pasear por el Albaicín, maravillándome a cada instante, pero siento una pasión desbordada cuando lo hago a través de la memoria de Nicolás Palma. Lo que cuenta proviene de un mundo mítico, lleno de inventiva, de profunda y pública humanidad.
Entrañable y singular la memoria de Nicolás Palma. Quien no haya visto el Albaicín a través de sus ojos, no ha visto el Albaicín. “Cada una de estas capillas”, me cuenta en el interior de la iglesia de San Miguel Bajo, “daba cobijo a una familia. Sólo unas ralas cortinas separaban a unas de otras”. ¡Posguerra albaicinera! “En verano”, me vuelve a relatar Nicolás, “los niños bajábamos a bañarnos al Darro y subíamos y volvíamos a bajar... contentos felices, sin notar las cuestas ni la distancia”.
A pesar de su pobreza, los seres de aquel cosmos eran ricos. Nicolás no ha podido olvidar a uno solo de ellos. Todos pululan por unas historias que serán al Albaicín lo que “Los cuentos de la Alhambra” son al monumento nazarita. Por eso, en “Los cuentos del Albaicín” hay más Albaicín que en el propio Albaicín.
La verdadera geografía está en la imaginación. Son nuestros sueños los que conforman la realidad. Y hay sueños tan hermosos que ya por siempre se proyectan sobre el lugar donde fueron soñados. Los sueños de Nicolás Palma evocan un Albaicín que emociona y hace latir el corazón.
Bella la presentación de su libro, con Paco Álvarez de la Chica y Felipe Montero, su ilustrador. La realidad que Palma había soñado, materializada ante nosotros. Era el Albaicín inmortal, el Albaicín que no quiere desaparecer. Nicolás nos hablaba de un tiempo antiguo en el que pasaban cosas antiguas. Y era ese tiempo, con la antigua Casa del Aire como símbolo, el que llegaba ante nosotros y se unía a su libro.
Nicolás Palma, aunado a los vecinos del Albaicín. El barrio vive. Y ahora que los abuelos y bisabuelos de los albaicineros andan en unos magistrales cuentos, ¡todavía más!
Diario IDEAL, 25 de enero, 2010
¡Ay,plaza Larga! Esperando aquella tarde, en la esquina de Puerta Nueva, a mi niña de trenzas morenas.
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