«Sara
Baras es un punto incandescente donde se unen los contrarios»
La bailarina gaditana Sara Baras |
Sara
Es el erotismo profundo, el lado oscuro, la serpiente
libidinosa, el deseo desatado, tentador, es la belleza sublime, es Sara Baras,
la bailarina gaditana que presentará en Granada su espectáculo “Voces” el 29 de
mayo. Es un agujero negro que sale a escena y subyuga con su gravedad. Nadie
puede permanecer ajeno. Sara Baras lleva en cada pie un big-bang, crea universos con cada taconazo, uno siente en su
frenético ritmo el sonido de la creación, sus brazos se adentran en
desconocidas dimensiones, y, si contemplas su rostro, ves sensualidad y placer,
como si flirteara con el público, lo soliviantara, hiciera el amor con él. Es
honda y oscura Sara Baras, un imán que todo lo torna satélite, un punto
incandescente donde se unen los contrarios.
Para cuando Sara Baras venga a
Granada, hará cuatro días de las elecciones municipales y dos meses de las
autonómicas, tendremos, pues, nuevo parlamento y nuevo consistorio, y será hora
de proponer acuerdos, de formar pactos, de mirar por los ciudadanos… ¿y qué
mejor forma que asistir al espectáculo de Sara Baras? La danza que ha
coreografiado es un descenso a las sombras dionisíacas, al magma informe, al
cieno primordial del que han surgido las cosas. Es un big-crunch. ¿Qué mejor que los políticos se fundan en él? Que se
hagan papilla en el légamo, que limen sus pijas diferencias, que sofoquen su
egolatría, que batiboleen su prepotencia, que se hagan uno con el ritmo y la
belleza, con la singularidad, para emerger renacidos y aunados.
La danza de Sara Baras es una catarsis,
la catarsis sanadora de los anfiteatros helenos, el sentimiento sagrado y
pánico de los coros griegos. A nuestra política le falta belleza, le falta
ritmo, le falta hondura, porque la cultura española se ha alejado de los
clásicos, ya no estudia latín ni griego, ya no sabe del efecto purificador de
la tragedia, ha olvidado la parte abisal, no sabe descender a los infiernos, no
comprende las raíces que nos anclan al abismo, sus oficiantes parecen pobres y
desvalidos corchos a merced de las olas. ¡Que vengan a sumirse en la
taumaturgia de Sara Baras!
El flamenco conserva
fehacientemente el espíritu de Sófocles y Esquilo, se ha traído la conmoción y
el terror sagrados de las noches áticas, aquéllas de las que emergió la primera
democracia del mundo. No puede haber democracia sin entender las sombras.
Cuando no se ve el lado oscuro, somos títeres de la oscuridad. Sara Baras pone
en escena el lado oscuro, las tinieblas, el compás mágico, el fuego diabólico,
para que ascendamos del barro, para que seamos bellos y apolíneos como lo es la
democracia.
Lo de Sara Baras es una lección
de arte y de vida, es una danza primitiva y un discurso civilizador, una quema
de la fealdad para que descuelle la parte inmortal, es un paseo por la
corrupción y la mentira para que queden la vida y la verdad. Lo de Sara Baras
es nuestro rock. Y es que cada pueblo tiene el suyo, y por eso el rock
importado ha producido políticos de la piqueta, hipócritas corruptos, pero el
rock que viene de los pies jondos de Sara Baras habla a nuestra alma ancestral,
es la medicina que necesitamos, es la mente milenaria del pueblo. Un pueblo al
que hay que amar sobre todas las cosas.
GREGORIO MORALES VILLENA
Diario IDEAL, martes, 10 de marzo, 2015
Me encanta esa manera de danzar tuya con las palabras, la sensualidad y la profundidad de lo invisible. Me comi este articulo como un helado exquisito de chocolate. Reconforta el alma tener escritores testigos vitales de su tiempo. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEspero, Ana, que el alimento te haya dado energía que se materialice en nuevos pensamientos que sean “food for thought”, porque somos lo que pensamos y pensamos lo que comemos… inmaterialmente. Un gran abrazo.
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