martes, 16 de febrero de 2010

EL CIRCO DE CRISTO

Bettina Rheims y Serge Bramly, La santa cena (2000)

El circo de Cristo

Cristo homosexual, hijo de una prostituta y de un camello, según la exposición fotográfica de Fernando Bayona que hasta ayer se exhibía en la Corrala de Santiago ¡Y lo han amenazado por semejante ridiculez!

La exposición, más las amenazas, demuestran la insustancialidad de la sociedad en que vivimos. No nos merecemos estos artistas. Tampoco nos merecemos estas amenazas.

El tema de la exposición era baladí. Intentaba ser singular en las formas, abandonando el fondo. ¿Qué más da que Cristo fuera gay e hijo una prostituta y de un camello? Desviando la atención hacia lo banal, se obviaba lo básico: el mensaje. El artista soslayaba lo revolucionario para quedarse en lo inofensivo.

Lo de Bayona no es sino el famoseo elevado a categoría artística. Igual que los bufones televisivos se transmiten la fama por acostarse unos con otros, lo importante de aquel profeta no sería lo que hizo ni lo que dijo, sino lo que consumía su padre y con quiénes se acostaban su madre y él mismo. Palpable indicativo de la gazmoña sociedad española, aherrojada y convencional, que cree ser “modelna” por el hincapié en el sexo (para los pacatos, “género”) y en la orientación amatoria. Y esto es igual tanto para el artista como para los escandalizados. Ambos comparten el mismo espejismo.

Estereotipadas las fotos de Bayona. Interpretar la vida de Cristo en plan contemporáneo se lleva haciendo desde tiempos inmemoriales. Los fotógrafos franceses Bettina Rheims y Serge Bramly lo hicieron magistralmente a comienzos de este siglo. Curiosamente las fotos de Bayona se parecen mucho a éstas. ¿Simple casualidad?

Lo de esta exposición es un falso escándalo por la blasfemia falsa de unas fotos que nos recuerdan demasiado a otras fotos. El circo de Cristo, pero no el de Jesús, sino el de Ángel, con su triste saga de critiqueo, infidelidades, abandonos, amores y desamores. El alimento de un público español inculto y chismoso.

El circo es toda España. Mientras los payasos gritan, saltan, se abofetean, lloran histriónicamente y se carcajean con sardónica risa, las palabras sensatas, necesarias, poderosas, son ahogadas. Lo que en otro tiempo se llamaba integridad, crecimiento, ética, clarividencia, queda hoy sustituido por lo que consumes y por con quién te acuestas. Así se abduce lo revolucionario.

Artistas convencionales para una sociedad convencional que se escandaliza convencionalmente. España de Zapatero. Nunca un país ha sido tan inculto, tan retrasado, tan mojigato. Pues son mojigatos quienes ponen el acento en las formas para así estrangular los contenidos.

Si en tiempos de Valle Inclán España era una caricatura de la civilización occidental, esta España es una caricatura de la caricatura. La España de Valle Inclán dio el esperpento. La de Zapatero, el circo. No el circo bajo la carpa, claro, sino el de Ángel Cristo. El que ofrecen el parlamento, las televisiones, las autonomías... y las galerías de arte.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, 16 de febrero, 2010

1 comentario:

  1. En un afán de notoriedad, ambas partes del ridículo pleito -extremas, simplonas y escasas de talento- han conseguido el objetivo por la vía del ridículo. Si es que lo que abunda es la ingenuidad, aunque esta sea producto de patéticas frustraciones.

    ResponderEliminar

Comenta este texto