Palacio de San Telmo, residencia oficial
del presidente de la Junta de Andalucía
LAS FACTURAS SON PARA LOS ENFERMOS
Ahora nos clavarán una factura cuando salgamos del hospital. No para pagarla, porque la Seguridad Social es pagada por cada trabajador en sustanciosas cuotas mensuales, sino para hacernos culpables. Además de ponerse uno enfermo, ahora tendrá que sentir el latigazo de ser una carga para el sistema.
Yo propondría que se implantaran otras medidas semejantes. Así, en las frecuentes cuchipandas que organizan ministerios, consejerías, ayuntamientos, cajas de ahorros y demás organismos oficiales, debería entregárseles a los asistentes una factura por el agasajo. Lo mismo debería hacerse con los ministros, consejeros, alcaldes y otros popes que utilizan servicios oficiales. Cuando el presidente del Gobierno tomara un avión privado para ir a un evento, deberían entregarle el importe del trayecto. Cada mes, los diputados de los 18 parlamentos españoles deberían recibir una factura con la cantidad que han restado al erario público.
Los saraos, los aviones, los coches privados, las sesiones plenarias y los estipendios extraordinarios, se pueden evitar, ¡pero caer enfermo! Ciertamente se puede prevenir, pero no podemos disuadir a alguien que ya está pachucho de ir al hospital.
Es típico de los políticos bisoños restregar lo que hacen por el pueblo, como si no fuese el pueblo quien lo paga. O hacerle sentir que determinados servicios se le dan gratis, cuando se pagan con los impuestos de todos. Impuestos que, en España, son altísimos y desorbitados. ¡Cómo, si no, mantener 18 parlamentos, un senado, 50 diputaciones, más ministros, consejeros, diputados y representantes! Una legión de políticos para un país pigmeo.
Pero no, antes culpabilizar a los enfermos que suprimir políticos. Claro que los políticos vienen del pueblo y, por tanto, tienen las virtudes y defectos del pueblo. Por lo visto, a los españoles les gusta que los culpabilicen, que los zahieran, que los engañen. Como en este caso, según deseo de la consejera de Salud de la Junta de Andalucía. Al darles a los convalecientes una factura simbólica, se les hace creer que la Junta les paga por la cara. Por ello, deben sentirse profundamente agradecidos. El pietismo en su grado más esperpéntico.
Lamentablemente, las facturas de la consejera María Jesús Montero no sólo servirán para encarecer y extender aún más la burocracia de la sanidad andaluza, sino también para que los enfermos se sientan más incómodos y, por tanto, sanen menos. Es decir, se trata de una nueva irresponsabilidad.
Políticos obedientes con los poderosos y soberbios con los débiles. ¡Seguro que no le pasan al presidente de la Junta el recibo de lo que vale vivir en el palacio de San Telmo! Pero a los enfermos, sí, valga Dios.
Tal vez seguimos siendo aún religiosos y por eso buscamos la culpabilidad hasta debajo de las piedras. No es extraño que España esté enferma. Y los enfermos, cuestan. ¡A lo mejor deberían irse a vivir al palacio de San Telmo y así no costarían nada!
Diario IDEAL, martes 23 de febrero, 2010
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