José Torres Hurtado, alcalde de Granada
EL JAMÓN AL PODER
La izquierda ha llamado cateto al alcalde de Granada, y él ha respondido “¿Y qué? ¡Los catetos somos gente estupenda!”. Un mate en toda regla. ¿Es malo ser cateto? Sancho Panza era cateto ¡y fíjate cómo gobernó la Ínsula!
Incomprensible que ser cateto constituya una mácula para la izquierda. Se supone que es la voz de los relegados, de los minusvalorados. ¿Muchos de ellos no son catetos? Gran parte de los españoles vive en villas y es por tanto villana. También hay catetos en la ciudad, unos de nacimiento, otros emigrados o gente desfavorecida que no ha podido salir del lumpen o ha vuelto a él. ¿Y para la izquierda esto constituye un ludibrio?
Con una simple respuesta, el Alcalde ha puesto a la izquierda frente a sus contradicciones. Le acusan de fomentar una Granada cateta y no cosmopolita. ¿Pero el cosmopolitismo no es de derechas? Extraño que se defienda a los desheredados pero se postule una ciudad de pudientes.
¿No tendrían los catetos sitio en una Granada internacional? ¿Los desdeñaríamos, nos reiríamos de ellos? Debemos suponer que quienes han llamado cateto al alcalde son cosmopolitas, pero entonces, o son de derechas o menosprecian lo que dicen defender.
Es propio de la derecha vivir entre contradicciones, pero la izquierda debería ser coherente. El alcalde de Granada no es cateto. Eso es un honor en estos tiempos que corren, americanizados como estamos hasta los tuétanos. El alcalde es simplemente rancio. Sancho Panza era cateto, un redomado cateto, pero su gobierno fue novedoso y hasta revolucionario. Las viejas normas se hicieron trizas con sus originales dictámenes. Pero el alcalde de Granada está a años luz de él, aunque físicamente dé el tipo.
Torres Hurtado es un excelente alcalde... de la España franquista. En su fiebre urbanizadora propia de los 70, ha acabado con las superficies edificables de la ciudad. Es autoritario, hasta el punto de que sólo él ha multado a los granadinos más que todos los alcaldes de la democracia juntos. Ha convertido la ciudad en una trampa “murtal” para automovilistas. Ignora la historia de Granada, sus monumentos emblemáticos, los avatares significativos, las figuras descollantes, los hitos de la cultura o del pensamiento. Si se le hiciera un examen, sacaría un desnudo cero. Ha convertido a las instituciones que no son de su partido en enemigas de la ciudad, esgrimiendo un victimismo idéntico al de Benavides en Almuñécar. Finalmente, jamás ha propuesto nada original, que levante la ciudad en torno a un gran proyecto. Bajo su mandato, Granada ha decaído hacia lo viejo y lo peregrino.
¡Por los dioses, que lo sustituya un cateto! O, al menos, que la izquierda ponga a catetos como cabezas de lista. En esta España de Zapatero, no queda otra esperanza. ¡El jamón al poder! Pero tocino rancio, no, ¡por piedad!
Diario IDEAL, martes, 27 de julio, 2010