Mequita mayor de Granada
EUROPA Y LO INVISIBLE
“Nada puede detener al Islam en Europa”, ha dicho un historiador en el encuentro anual islámico que ha tenido lugar en la mezquita mayor de Granada. Tal vez sea así. Mientras las iglesias se vacían, crecen quienes se convierten al Islam o piensan que se trata de una alternativa al desencanto de lo políticamente correcto. La Iglesia, con su incapacidad de implicar a los fieles y sus escándalos de pederastia, está muy lejos de tomar la antorcha de ese desencanto. La situación debe de ser tan crucial que hasta se ha visto obligada a promover el film “La última cima”, una edulcorada y triunfalista loa del sacerdocio. Tampoco es oro todo lo que reluce en el Islam. En Pakistán, los talibanes acosan al sufismo. En Suecia, se tenido que crear una asociación de mujeres para defender a las apóstatas, a las que la sharia (ley musulmana) condena a muerte.
Tal vez estamos viendo el fin de las religiones tal y como las conocemos. Entender la religión en un sentido táctico, de avance y retroceso, de replegamiento y conquista, es un error. ¿Qué importa que una religión se extienda más o menos por el mundo? Lo único necesario es que se extienda a las personas. Y con que hubiera una persona realmente espiritual en cada continente, con eso bastaría.
El sufismo lo sabía muy bien. Leo a Ibn Arabi, a Rumi, y me maravilla su extrema modernidad. “El que no puede ver lo Desconocido no merece ser llamado Hombre”, escribe Rumi. Y, en efecto, lo invisible existe, lo invisible tiene poder, lo invisible conforma nuestras vidas, y, si no, que se lo pregunten a los físicos cuánticos. Hoy día hasta se considera que los pensamientos son cosas, de modo que cualquier hecho que imaginamos plasma nuestra existencia.
Hay un solo mundo invisible y muchos caminos para llegar a él. Cada religión representa un camino. Cada camino resalta unas cosas y relega otras, pero todos tratan de conducir al mismo lugar. Y casi todos se extravían con el poder y el dinero. No hay religión que no haya conculcado sus principios, ya sea con las llamas de la Inquisición, con las bombas de los kamikazes o las guerras sanguinarias.
Lo colectivo es peligroso. Nada nos viene dado, sino que debemos encontrarlo por nosotros mismos. Inútil apuntarse a una religión como uno se apunta a un partido político. Las religiones organizadas estallan siempre víctimas de sus contradicciones y del deseo de poder de sus líderes.
Europa no será islámica ni cristiana ni hinduista… Será simplemente espiritual. Para empezar, el ochenta por ciento de los europeos cree que existe algo que nos trasciende. Los europeos, tan materialistas en otras épocas, han comenzado a amar lo invisible. Y cada cual lo busca a su forma. ¡No hay otra manera de hacerlo!
Diario IDEAL, 13 de julio, 2010
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