GRANADA ES MARILYN

El bellísimo cartel del Festival de Cine

Clásico de Granada (Retroback), que

se inicia el próximo 19 de febrero

Granada es Marilyn

 

Marilyn Monroe en Granada. Extraño que la mente pueda hacer estos milagros. Nos da por revivir a Marilyn, y Marilyn revive. Nos da por traerla a Granada, y viene a Granada. Más allá del tiempo y del espacio, está la imaginación.

La imaginación de quienes han creado el Retroback es potente. Nos brinda a la Monroe en todo su esplendor, en pantalla grande y versión original. Hay que escuchar cómo recalcaba Marilyn las sílabas, una divertida deformación causada por la mala docencia de Natasha Lytess, que la amó desbordadamente e intentó poseerla sólo para ella. Como intentaron poseerla todos y cada uno de sus amantes. Porque Marilyn Monroe no existía como persona, sino como camaleón de los hombres. Ellos eran sus ojos, sus manos, su boca, su alma. Y todos creían que podían manipularla. Hasta Greenson, su psiquiatra, que la fagocitó inmisericorde y despiadadamente.

El cine nos traerá una Marilyn que encarna lo que un público masculino pedía de ella. Y sin embargo, sobre el estereotipo, a veces asoma la Marilyn tímida e insegura que infructuosamente anhelaba ser ella misma. Pero siempre que lo intentaba, acababa en los brazos de un fulano que o bien quería protegerla o bien la usaba sexualmente.

¿Hubo alguien que viera a la Marilyn real? Ninguno de sus maridos, ninguno de sus amantes, ninguno de sus directores, ninguno de sus profesores, la vio como era. Ni siquiera ella se vio a sí misma como era. Sabía que había algo más que la Marilyn que había inventado, pero no sabía qué. Con el tiempo, llegó a creer incluso que no había nada, y el foso abierto entre el mito que la aureolaba y la vacuidad interior la precipitó a profundas depresiones.

La única forma que la Monroe tuvo de sentirse real fue concitando el deseo de los hombres. Cuando no era deseada, rezumaba angustia. Cuanto más vacía, más se daba indiscriminadamente. Al tipo que fuera, como fuera y donde fuera. Al acomodador del cine de barrio, al repartidor de pizzas, al jardinero, al cartero… Pero ni siquiera había placer. Jamás tuvo un orgasmo. La diosa del deseo, la que enervaba hasta el paroxismo a los varones, aquella que había navegado por las camas de medio país, no había llegado jamás al clímax; fría como el hielo mientras los hombres se deshacían en sus brazos. “Abrazar a Marilyn fue como abrazar a Hitler”, dijo Tony Curtis.

Sin embargo, en los meses anteriores a su muerte, estuvo a punto de encontrarse a sí misma. ¡Pero quienes se saciaban de ella no podían tolerarlo! Marilyn murió cuando estaba a punto de nacer. Lo que no alcanzó entonces, lo alcanza ahora en Granada. A través del túnel del tiempo, sortea la Parca y aparece en la ciudad del duende, donde todo es posible. Marilyn vive. ¡Granada es Marilyn!

Diario IDEAL, martes, 15 de febrero, 2011