«Cientos de miles de españoles reclaman su derecho a usar escaleras»
Floristas del cementerio de Granada pertrechadas de sus tradicionales escaleras que permiten a los clientes ascender a los nichos (foto Ramón L. Pérez en IDEAL) |
ESCALERAS
“¿Quién me presta una escalera, para subir al madero, para
quitarle los clavos a Jesús el Nazareno?”, reza la saeta popular. “¡Nadie!”,
responden los chicos de Emucesa, que desde hace un par de años han prohibido a
las floristas del cementerio prestar dichos utensilios. “¡Nuestros operarios subirán
las flores previo pago de un estipendio, claro!”, han alegado una y otra vez estos
eficaces pipiolos. Es decir, tienen mercenarios de las escaleras para mejor
redondear la pasividad de los ciudadanos, que votan para que se haga política
en su nombre, que van al fútbol para que se haga deporte en su nombre, que ven
telebasura para que se peleen en su nombre y que a veces hasta contemplan
películas eróticas para que se haga el amor en su nombre.
Pero he aquí que una oportuna
sentencia del Juzgado de Primera Instancia número 7 de Granada ha venido a
devolverles a las floristas el protagonismo arrebatado. ¡Prestar escaleras es
legal! La Empresa Municipal del Cementerio no podrá prohibirlo. Esto ha
ocurrido en Semana Santa, para confirmar el bellísimo poema de Machado:
“¡Cantar del pueblo andaluz, que todas las primaveras anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!”.
No sólo los andaluces, sino los
españoles todos, necesitan escaleras, muchas escaleras, para quitarle los
clavos a esta democracia moribunda que nos conduce al Gólgota. Y es que los
sistemas que vetan las escaleras acaban estancados y podridos. Afortunadamente,
cada vez hay más españoles que, pese a la interdicción, las toman y asumen los
riesgos, alejando de su vera a los subidores profesionales, que siempre actúan
con egoísmo, codicia y desamor.
La vida es un holograma. En la
más ínfima parte, está el todo. Por ello, la apropiación de las escaleras por
parte de Emucesa ha sido la metonimia de la apropiación de las escaleras por
las aherrojadas instituciones españolas, por su cautivo sistema electoral, por
las avaras y cegatas clases dirigentes patrias. ¡No, no ha habido escaleras en
España! Hace lustros que están requisadas. Por eso no puedes votar a personas
concretas ni te puedes salir de una autonomía ni puedes fiscalizar a tus
representantes, y por eso hemos vivido un expolio generalizado de las arcas públicas
y de los pequeños ahorradores.
Las escaleras invitan a explorar
y a descubrir, ¡y es lo último que querrían los gangrenados, los ahítos, los
corruptos! De ahí que en lugar de escaleras hayan construido pozos donde
arrojar a los temerarios que se arriesgan a inmiscuirse en “sus” asuntos. Pero justo
porque en la parte está el todo, esta sentencia aparentemente trivial es la
sincronía que trasluce cómo están cambiando las cosas y que no sólo las floristas,
sino cientos de miles de españoles, reclaman su derecho a usar escaleras y
ascender por sí mismos hacia la democracia. El envenenado paternalismo que
hemos padecido está pues siendo reventado. Siempre hay una primavera que acaba
trayendo luz a las tinieblas. ¡Por el momento, las escaleras son libres!
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 26 de marzo, 2013