«Una
buena etopeya, aunque sea demoledora, confiere dignidad y enjundia al
personaje»
Mayte Olalla durante su rueda de prensa del martes 12 de marzo de 2013, donde trazó una magnífica etopeya del alcalde de Granada. Click en la foto para ver el vídeo |
La etopeya
El alcalde considera ofensas los calificativos que le
dirigió Mayte Olalla en una reciente rueda de prensa, pero es porque en España
no existe tradición parlamentaria. El franquismo cortó con ella. Como se votaba
lo que imponía el jefe supremo, ¿para qué había que convencer a nadie? Hoy
también se vota lo que dice el jefe supremo, pero hay varios y, además, existe
una opinión pública libre. Por tanto hay que argumentar y convencer. Lo malo es
que casi ningún político granadino lo hace con la riqueza, el ritmo y la
claridad de Mayte Olalla.
Lo que la concejal trazó fue una brillante
etopeya. ¡Pero seguro que el alcalde piensa que la palabra es también un
insulto! Normal en quien comenzó su primera legislatura convirtiendo cajas de
libros en cajas de mantecados. Una etopeya es un retrato psicológico. Con pocas
palabras pero certeramente hiladas, Mayte Olalla trazó un retrato psíquico del
señor Hurtado. Y es que una etopeya no se hace con el lenguaje de los juristas
ni del BOE, sino con metáforas, comparaciones, hipérboles, retruécanos y demás
figuras literarias.
Recuerdo que en mi infancia nos
sonreíamos de la literalidad de muchos europeos, que no entendían ni el doble
sentido ni las exageraciones ni las ironías. A la pobre España contemporánea le
sucede lo mismo. Que Mayte dijera que nuestro alcalde se levanta todos los días
con una epifanía, que comienza a parecérsele al santón de Baza, que se comporta
como un niño de papá jugando con la vida y el dinero de los demás… no son apotegmas
ni sentencias, sino pinceladas para dibujar la personalidad del hombre que ha
regido Granada durante una década. No hay que fijarse en el rojo, en el azul o
el negro aislados, sino en la mezcla y en la composición. ¡Y cómo clavó el
retrato!
No hubo insultos, por tanto,
porque una buena etopeya, aunque sea demoledora, literaturiza al personaje, y
esto le confiere dignidad y enjundia. Tras las palabras de Mayte, Torres
Hurtado es más interesante hoy que ayer. Claro que también era interesante
Nerón y quemó Roma.
Mayte debería vivir en la época
dorada del parlamentarismo español y relacionarse con Castelar, con Azaña, con
la Pasionaria, de cuya oratoria no desmerece, pero en su lugar se encuentra en
la mermada Granada del siglo XXI junto a desmayados políticos a los que
escandaliza su verbo preciso, vigoroso y singular. Que la pongan en la picota
es un indicio del temor que inspira su don. Toda buena etopeya es un espejo que
dice la verdad, ¡y eso resulta intolerable! Entonces la destierran y urden
sacarle el corazón. Afortunadamente puedes hacer añicos un espejo, pero no
puedes evitar que la imagen te persiga en sus fragmentos. Lo que para el
alcalde ha sido insulto, para muchos granadinos ha sido la brillante
explicación de uno de los peores decenios de la ciudad. El poder se va, pero
las etopeyas son indelebles.
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 19 de marzo, 2013
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