martes, 28 de enero de 2014

LOCURA

«Me fascina lo que llaman locura» 

"Recuerdo vívidamente el par de noches canallas que, en el Madrid de los 80, pasé en compañía de Claudio Rodríguez, tan surrealistas, tan histriónicas, que el relato parecería igual de fabuloso que el de don Quijote tras su descenso a la cueva de Montesinos". Foto: dosis de literatura 
Locura 

¿Qué debe de haber sentido el motrileño que ha hecho trizas cincuenta billetes de quinientos euros y los ha tirado por la ventana? Dicen que es esquizofrénico, pero yo sé que bautizan con este y otros mil nombres de la locura a aquellos que tienen comportamientos diferentes, a los atrabiliarios, a los atrapados en su sensibilidad, a quienes encarnan las obtusas contradicciones sociales.
Este motrileño ha hecho lo que muchos desearíamos pero nunca nos atreveremos a hacer: ¡dar un puntapié a las miserables hojillas de papel que ahogan nuestras vidas! Unas veces porque no tienes suficientes. Otras, porque son demasiadas y pesan como un fardo. ¡Al diablo los papelorios ante los que se prosterna el mundo!
            Me fascina lo que llaman locura, siento una punzada de admiración y amor cuando estoy ante un “loco”, soy de la calaña de la emperatriz Sissí, que necesitaba tanto de los pirados que iba a los manicomios a convivir con ellos. Milito en las huestes de Shakespeare, que disfrazó a Hamlet de lunático para mostrar su irresolución, y certificó con su genio que sólo los locos, los niños y los borrachos dicen la verdad. Comparto el espíritu de Cervantes, ensimismado en la locura del licenciado Vidriera, rendido luego al más sabio avenado que han visto los siglos.
            Amo cuando se rompen las convenciones, caen hechos añicos los límites, estallan las fórmulas gangrenadas, se pudren las expectativas manidas, y por eso me encandilan los locos, bebo como un sediento de sus excentricidades, que son para mí la demostración de que, a pesar de sus ciclópeos esfuerzos, el mundo no puede imponernos su racionalidad enferma. Aunque los locos son compadecidos, desdeñados o encerrados, si no fuera por ellos, moriríamos de arteriosclerosis.
Dalí conocía bien la necesidad de locos que tiene el mundo, y él, tan cuerdo que fue el único artista de su tiempo que entendió la física cuántica, se hacía el loco. Pero no lo era, de ahí que su obra, cuando se la ve al natural, resulte tan insípida y sólo quede bien en tarjetas postales o encima de la cama de los matrimonios santificados. Sin embargo, Leopoldo María Panero sí estaba loco de verdad, aunque también le encantaba jugar a serlo en sus momentos de lucidez, y entonces disfrutaba aterrorizando a los bien pensantes, y por eso a veces se orinaba en el ascensor de algunos editores. También tenía un punto de locura el gran Claudio Rodríguez, aunque creo que nunca se sirvió de ello, pero recuerdo vívidamente el par de noches canallas que, en el Madrid de los 80, pasé en su compañía, tan surrealistas, tan histriónicas, que el relato parecería igual de fabuloso que el de don Quijote tras su descenso a la cueva de Montesinos.
¡Imposible vivir sin insania! Toda creación, lienzo, novela, poema o película en que no destelle una chispa de locura, es algo plano y mostrenco. Por eso los amantes del orden, los buenos ciudadanos y quienes tienen la conciencia limpia producen tan mala literatura. El loco, como el arte genuino, va a contracorriente y, mientras lo normal en España ha sido la codicia cleptómana de peloteros y politicastros, un loco de Motril ha tirado por la ventana 25000 euros. ¿Chocante? ¿Terrible? ¿Lamentable? No, no… ¡un diestro corte de mangas a la sociedad venal en que vivimos!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes 28 de enero, 2014

martes, 21 de enero de 2014

AGUA OCULTA QUE LLORA

«¡Que se haga la vista gorda sobre la mafia de tuberías y contadores aviesos!» 

Venenosas tuberías de plomo que aún quedan en muchas casas españolas. Foto: Hiermar 
Agua oculta que llora 

Thomas Stockmann es declarado “enemigo del pueblo” en una obra de Ibsen por afirmar que las aguas del balneario del que vive turísticamente su ciudad están contaminadas. ¿Me sucederá lo mismo por declarar que parte del agua de Granada está tan enferma como aquélla? ¡Sí, esta agua tan alabada por su procedencia serrana y aparente pureza!
Las tuberías de plomo de las casas edificadas hasta los 80 infectan el agua doméstica. La inhalación o ingesta de este metal, aunque sea mínima, produce niveles intelectuales bajos en los niños y, en general, dolores de cabeza y estómago, problemas renales, desorientación, pérdidas de memoria, anemia, hipertensión, sordera, debilidad muscular y ciclotimias. ¡Cuántos de los males que aquejan a nuestros mayores no tienen su causa en esta agua contaminada!
Ante este peligro que juega a la ruleta rusa con tantos granadinos, EMASAGRA, el monopolio abastecedor, calla. Ninguna campaña, ningún consejo, ninguna iniciativa. Lo único que le interesa es cobrar uno de los recibos más abultados de España, reservar sus puestos de dirección a secuaces políticos y promover baratos ditirambos del agua usufructuando el pequeño ego de los escritores locales.
Claro que puede lavarse las manos (¡seguro que lo hace en agua libre de plomo!) aduciendo que la responsabilidad de las tuberías interiores es del propietario. Y lleva razón, sólo que dado que la mayoría de ellos ignora los peligros a los que están expuestos, resulta monstruoso abandonarlos a su suerte. Aunque muchas fincas tienen tuberías de hierro o de cobre, los ramales que entran y salen de los contadores siguen siendo de plomo. Éste se encuentra incluso en las soldaduras y en los precintos. ¿Cómo no se alerta a la población, se la ayuda, se la impulsa a realizar urgentes cambios?
Nuestros filantrópicos regidores, tan ocupados ellos por el confort de los ciudadanos, se han carcajeado de la disposición transitoria segunda del Real Decreto 140/2003 que establece que “la autoridad sanitaria velará para que la administración local antes del 1 de enero de 2012 muestree el agua de consumo humano en campañas periódicas, en locales, establecimientos públicos o privados y domicilios particulares, representativos de cada abastecimiento, construidos con anterioridad a 1980, con especial atención a la determinación de los parámetros relacionados con los materiales instalados en las instalaciones interiores y aquellos relacionados con el mal mantenimiento de la instalación interior que pudieran representar un riesgo para la salud.”. De modo que muchos de los grifos de los barrios tradicionales están sirviendo un agua insalubre. Parece incluso que hay lugares en que la contaminación asciende a niveles trágicos, como en el Albaicín, donde el saturnino metal campa por sus respetos como una siniestra legión de pies negros.
No debe de ser imposible demostrar la relación entre el consumo de agua contaminada y algunas de las enfermedades que sobrelleva la población. ¿Es el tanto por ciento de sordos granadinos mayor que el de otras localidades que han realizado tempranas y masivas campañas de prevención y sustitución de tuberías y contadores? ¿Se dan aquí en mayor grado problemas neuronales?
¡Pero silencio! ¡Que se haga la vista gorda sobre la mafia de tuberías y contadores aviesos, que se mantenga la omertà! ¿Me declararán “enemigo del pueblo”? ¡Sólo puedo admirarme de cómo acertó Manuel Machado cuando dijo que Granada era “agua oculta que llora”!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 21 de enero, 2013

martes, 14 de enero de 2014

CATALUÑA AL SUR

«¡Bendecid, Señor, a Cataluña!» 

Ayuntamiento de Játar (Granada), sito en la plaza de Cataluña, tal y como puede leerse en la placa callejera que aparece en la parte superior izquierda de la imagen (click para ampliar). Foto: Lo Real Invisible
Cataluña al sur

Si quieres darte un paseo por la plaza de Cataluña, no tienes que viajar al norte; puedes quedarte en Granada. Y lo mismo para ir a Gerona o a Lérida o a Tarragona… Hay muchas cataluñas, pero todas están en el pueblecito granadino de Játar, cuyo Ayuntamiento se halla en la plaza de Cataluña, de la que parte la calle Barcelona, cruzada a su vez por las calles Lérida, Gerona y Tarragona. ¡Es la Cataluña granadina! ¿A que resulta asombroso encontrarla frente a la sierra de Tejeda y no ante la de Montserrat?
El devastador terremoto del día de Navidad de 1884, cuyo epicentro estuvo en la cercana población de Arenas del Rey, produjo tantos damnificados y suscitó tal ola de apoyo en toda España que, lejos de confiar el amparo al Estado, fueron las fuerzas vivas quienes lo asumieron sobre sus espaldas. Los funcionarios públicos renunciaron a parte del sueldo de febrero de 1885 para solventar las necesidades más perentorias. Los mineros de Linares reconstruyeron Agrón. La Asociación de la Prensa de Barcelona lanzó una campaña a través de La Vanguardia que cuajó en la construcción en Játar de un nuevo barrio con plaza, Ayuntamiento, escuelas y viviendas. Todo fue trazado conscientemente como un trozo de Cataluña, hasta el punto de que cuando el periodista Josep Ventalló i Vintró, que posteriormente sería alcalde de Tarrassa, viajó meses después a la zona, tituló el libro en que daba cuenta de sus impresiones “Viaje a la Nueva Cataluña”. ¡Játar era la Nueva Cataluña!
Aquél fue un decidido proyecto al que se quiso llevar la racionalidad y avances científicos del momento, contando incluso con informes geológicos para que las construcciones estuvieran al abrigo de futuros movimientos sísmicos.  Hasta los mínimos detalles debían recordar que se trataba de una nueva Cataluña, por lo que la señera ondeó en las escuelas acompañando a la bandera española que pendía del Ayuntamiento. Los llamadores de las puertas se diseñaron con el blasón de armas de Cataluña. La fuente de la plaza, según nos relata Josep Ventalló, llevaba “un pedestal con los escudos de Cataluña”, coronado por la “estatua de un pescador catalán de tamaño casi natural con la típica barretina”. Lamentablemente hoy ha desaparecido esta fuente, no están los tiradores o bien no acabaron de ponerse, y ya no ondea en ninguna parte la bandera del Principado, aunque el barrio, la plaza y las calles han conservado celosamente los nombres.
Este trozo catalán en un privilegiado enclave del sur es para mí el símbolo de cómo Cataluña ha permeado España, haciéndola idéntica en muchas cosas. Cuando simplistas visiones hablan de Cataluña como ajena a España, olvidan hasta qué extremo la segunda está catalanizada. Las raíces son tan inextricables que cortarlas supondrá un inmenso sufrimiento que padecerán en primer lugar los catalanes, pues sus venas corren por el noventa por ciento del cuerpo español. Si alguna vez la bandera de España no ondea en Cataluña, será tan triste como que la bandera catalana no ondee en Játar, donde debía seguir haciéndolo en algún lugar de ese barrio que la solidaridad de la prensa barcelonesa erigió orgullosa y apasionadamente. Los vecinos estaban tan agradecidos que la rudimentaria y provisoria capilla que levantaron en las eras del pueblo ostentaba este cartel: “¡Bendecid, Señor, a Cataluña!”.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 14 de enero, 2014

martes, 7 de enero de 2014

LA DECISIÓN DE NORA

«En marzo sabremos las consecuencias de la decisión de la hija de Nora» 

Telesfora Ruiz (segunda por la izda.) presenta su novela "La decisión de Nora" (Almuzara) el pasado 19 de septiembre de 2013, entre (de izda. a dcha.) Pilar Sánchez, editora de Dauro; José Torres Hurtado, alcalde de Granada; Manuel Pimentel, editor de Almuzara; y Andrés Cárdenas, periodista y escritor. Foto: Granadaimedia 
La decisión de Nora 

Telesfora Ruiz, concejal de Movilidad del Ayuntamiento de Granada, ha escrito una hagiografía de sus orígenes a la que ha titulado “La decisión de Nora” (Almuzara), sólo que la denomina novela porque ha cambiado los nombres de los seres reales, pero por lo demás resulta patente que Nora es su madre y que ella misma aparece bajo el nombre de Eugenia. Es el típico canto del escritor primerizo a las esencias, a sus antepasados, abuelos, padres y propia niñez, para lo que no hay que inventar nada porque todo está dado y, además, se siente, y resulta claro que lo que se siente, llega. La historia se salva por la sinceridad, el desgarro de algunos pasajes, lo intenso y bien contado de las experiencias paternas como legionario en Larache, y, sobre todo, por la ausencia de moralismo, al mostrar los hechos con la aceptación incondicional de los niños y sabios, lo que para un escritor vale puntos, pero, para un político, un Potosí.
No parece por tanto que Telesfora Ruiz sea una mujer sectaria ni que sea inconsciente de hasta dónde puede llevar una decisión, máxime cuando ella misma existe por la “decisión de Nora” de evadirse de la atosigante tutela familiar para fugarse con un jornalero y fundar un hogar en Linares. Telesfora entonces debe de percatarse clarividentemente de la grave decisión que ha tomado: la del “nuevo” sistema de transporte que, en realidad, es la destrucción del sistema de transporte. Dice con la boca chica y mirando a otra parte que los granadinos deberán “adoptar nuevos hábitos”, eufemismo para esconder que simplemente van a tener un servicio infinitamente peor.
Yo creía que la prudencia de sus jefes había dejado disiparse en el olvido sus “geniales” ideas, pero no, ¡qué va! las van a implantar en marzo. Con ellas, por ejemplo, un estudiante de Artes Escénicas que viva en la Bola de Oro y que tenga que ir al único instituto que imparte estas enseñanzas, el Severo Ochoa, en la Chana, y que ahora toma un autobús… ¡tendrá que tomar tres! Nadie que no viva en pleno centro se librará de coger al menos dos autobuses donde antes cogía uno.
 La población permanece silenciosa porque no sabe o no se cree lo que se avecina, pero el primer día que comience a funcionar esta martingala las calles serán un clamor. La indignación flameará de un lugar a otro de la ciudad como banderas en un ciclón. Será la gota que colme el vaso. Si la oposición sabe ponerse al frente del descontento, supondrá la puntilla para una corporación que parece estar en contra de sus propios ciudadanos.
¿Cómo puede la hija de un honrado minero que, hasta comprarse una moto, dependía de los tranvías de Linares para realizar sus múltiples trabajos, hacerles esto a los granadinos? La clave está en el anhelo de ascenso social que muestra en su novela: Telesfora no ha tratado de favorecer a los usuarios, sino a sus gerifaltes del PP, de los que depende directamente, y así destruye sin vacilación un aceptable servicio para ahorrar millones al consistorio. ¡Ignora que la decisión que ha tomado los dejará en la calle! Sólo tendremos que aguardar a marzo para comprobar las nefastas consecuencias de la decisión de la hija de Nora.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 7 de enero, 2014