martes, 18 de marzo de 2014

IDOLATRIA

«Una mente correcta tiene una salud correcta» 

Ochún, una de las diosas de la Santería. Foto: JOSANCABALLERO'S BLOG 

Idolatría 

La Medicina moderna es a veces tan supersticiosa como la santería. Como ésta, tiene sus ídolos, a los que reverencia con temor. Las divinidades de la santería esgrimen los nombres y figuras más atrabiliarios, como los de la Medicina, que se llaman Corazón, Hígado, Próstata, Mamas, Alzheimer… Al igual que los antiguos diosecillos, éstos tienen también instituido un día en el que se les rinde culto especialmente, cuando sus sacerdotes acoquinan a la población conminándola a prosternarse y seguir sus preceptos so pena de espantosa muerte. Así ocurre un amanecer sí y otro también, como el pasado jueves, en que se celebró el ínclito Día Mundial del Riñón, en plena Puerta Real de Granada y con asistencia ceremonial de un babalao de la Junta, y, claro, los oficiantes proclamaron ante medios y público que había que adorar al exvoto, cuidarse de no caer en su ira y respetar escrupulosamente sus mandamientos.
Temor y temblor, como en las tribus primitivas, como en las ordalías medievales, como en las comuniones místicas paleolíticas. ¡No, no somos diferentes de las etnias de campanario en que creció el hombre! Se dice que antes de Mahoma se adoraban 360 ídolos en La Meca, uno por cada día del año. Hoy, en el mundo occidental, se adoran 365 ídolos, uno por cada día del año. ¿Dónde radica el oscurantismo? El único Dios existente es sustituido por multitud de diosecillos, y la misericordia del único Dios es trocada por tótems airados que infunden pavor.
¿Pero cuál es ese “único Dios”? Resulta claro: es la psique, el cerebro, la mente. ¡En ellos está todo! Y está la salud. Porque el cuerpo no es un mero mecanismo compuesto de engranajes y ruedas dentadas como un reloj suizo, sino más bien una nave con un capitán a bordo, y este capitán es el que decide consciente o inconscientemente el rumbo, quien elige los puertos y el destino. La salud es algo integral, no el producto de que pongamos cirios y recemos jaculatorias a las efigies que enarbolan los brujos del estetoscopio. Una mente correcta tiene una salud correcta. Una mente correcta es serena y se alimenta bien. Una mente correcta no comete continuos excesos. Una mente correcta no padece estrés, puerta de todas las enfermedades.
En lugar de impotentes estatuillas, habría que erigir el Día de la Salud Integral, y ésta debería ser una fiesta semanal para no olvidar que somos uno y no una multitud fragmentada de pequeñas bestias a las que hay reverencialmente que apaciguar. Como la energía física, la psíquica no desaparece, sólo se transforma, y la idolatría se ha uncido hoy subrepticiamente a los caminos de la medicina científica. Al no poder ser nombrada o reconocida, no se la puede aislar y actúa sobre el pueblo con la misma efectividad de los viejos démones, a menudo amparada en el ardid del progreso.
¡No caigas pues en tan subliminales miasmas! Vive plenamente, con confianza, sin miedo. Tómate los dictámenes del clero blanco como los augurios de la sibila de Delfos, es decir, como algo sibilino que no va contigo, sino con quien lo proclama. Y lleva una vida equilibrada y, para ello, cultiva tu interior. Es ahí donde radica tu salud. Si eres fuerte en lo inmaterial, los pagados ídolos te obedecerán sumisamente. ¡Mandas tú, no ellos!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 18 de marzo, 2014

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