«Produce
miedo lo que se deriva de estos dos monumentos: la cultura y el universalismo frente
al lenguaje de las pistolas y los valores obsoletos»
El emperador Carlos V, con el brazo amputado; los brazos falangistas, enhiestos |
Brazos
Hay brazos y brazos. El de Carlos V, en la plaza de la
Universidad, es amputado cada año por necios estudiantes. Los de Falange, sin
embargo, en la plaza de Bibataubín, no hay Dios que los abata y han permanecido
izados durante la Democracia y aún siguen tan campantes. ¿Puede haber un mejor
símbolo de Granada?
Carlos V, adalid del europeísmo,
que pensó en Granada como una de las grandes capitales de su imperio, impulsor
de la Universidad, cosmopolita, hablante de varias lenguas, vejado
sistemáticamente, y lo que es peor, por estudiantes. Los brazos falangistas,
sin embargo, alzados en saludo fascista, respetados, incólumes, desafiantes,
vencedores del tiempo y hasta de las leyes.
Como los símbolos expresan
cabalmente lo que es una sociedad, produce miedo y desesperación lo que se
deriva de estos brazos puestos frente a frente: la cultura, el universalismo,
la inteligencia, la razón, abatidos; el lenguaje de las pistolas, la
irracionalidad, la violencia, los valores rancios y obsoletos, exaltados.
¿Es posible que nuestra España
sea ésta? Si yo no fuera español, si yo no le deseara con todo mi corazón lo
mejor a este país, diría que esta perversa inversión demuestra hasta qué punto
España puede ser hoy pasto de mesianismos, caudillismos, decisiones apolilladas,
salidas irracionales y violentas. Reconocería con aprensión que no ha habido
democracia en estos 40 años, sino indolente olvido, desinformación pancista,
enseñanza precaria, alfabetización acrítica, conduciendo a nuestra juventud
hacia una desidia patológica que odia el talento y acata cuanto lo humilla y
limita.
¿No hace lo mismo nuestra
televisión? No hay cadena que respete los títulos de crédito, de modo que,
cuando queremos saber a quienes debemos dar el mérito de una maravillosa
película o documental, les cortan el brazo para mostrarnos en su lugar brazos
vacíos, insustanciales, ociosos, cuyo mérito no es el haber hecho algo, sino precisamente
no haber hecho nada. La estatua de la Falange burlándose de la de Carlos V. Cuadra
todo, porque cuando te alejas y ves en perspectiva, los hechos que parecen
azarosos o fortuitos revelan un sentido pleno, preciso, igual que las grandes
figuras del desierto de Nazca.
Vivimos en una España cansina y
desmemoriada que puede ser el germen de cualquier fascismo o populismo. Los
gobernantes españoles deben de estar orgullosos porque todo su esfuerzo ha sido
disponer de la misma docilidad social de que dispuso el general Franco. ¿No ha
ocurrido hasta en los partidos, donde los militantes son una figura decorativa?
Incluso cuando votan secretamente, obedecen las consignas de la oficialidad.
España es el monumento de López
Burgos frente al de Leone Leoni. Puede que retiren el primero, pero los brazos seguirán
en alto. Mientras tanto, hasta han pensado en hacer la figura de Carlos V de un
material más duro para que no lo desarbolen periódicamente. No saben que no es
cuestión de materiales, sino de mentes. ¡Son las mentes las que hay que
cambiar! Si no se hace así, el Emperador seguirá siendo objeto de cretinas
mofas mientras los enhiestos brazos falangistas crecerán en fuerza, aunque se
les encierre en un recóndito almacén, ya que el fascismo y la superstición se
fortifican en la oscuridad. ¡Son las conciencias las que hay que hacer de acero!
¡Entonces Carlos V jamás perderá su brazo mientras los otros caerán por sí
solos hechos añicos!
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 15 de julio, 2014
Un magnífico artículo. Yo añadiría los brazos caídos, siempre indeterminados ante la historia, ante el devenir. Los brazos del "granaíno" medio, siempre conformistas y entregados al fatalismo de lo absurdo, cuando no de lo estólido.
ResponderEliminarCon tu permiso enlazo este artículo en las redes. Merece la pena difundirlo.
Un abrazo,
AG
¡Llevas razón, Alberto, los brazos caídos! La verdad es que a veces deberíamos escribir los artículos al alimón, ¿no te parece? Gracias por compartir esta llamada contra los brazos rígidamente alzados o fofamente caídos, que no sirven para hacer nada, y a favor de los brazos flexibles, que son los que trabajan y crean. Y que son también la verdadera democracia.
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