«¿No
sería menester que un alcaldable conociera y amara su ciudad?»
Paco Cuenca Foto: Twitter |
¡Bienvenido, míster Cuenca!
Tras doce años ininterrumpidos al frente del Ayuntamiento
de Granada, se va Torres Hurtado. No lo hace por su propio pie, sino obligado
por las circunstancias. Y es que todo indica que, tras su negativa a inmolarse
voluntariamente en favor del PP, Ciudadanos pactará con el PSOE, con lo que el
próximo alcalde será Paco Cuenca. Entonces Hurtado, aunque ahora diga lo
contrario (es mera táctica), se marchará, demostrando lo precario de los
argumentos que utiliza para postularse como alcalde: fidelidad a sus 40.000
votantes y a la representación del PP. Al fallarle las estratagemas y quedarse
enrocado en la oposición, lo tirará todo
por la borda, votos y representación, demostrando que ni los votantes ni el PP
le importan nada, sino únicamente conservar su parcela de poder.
La obstinación da a veces sus
frutos, pero, por lo general, produce desastrosos efectos. Torres Hurtado es
incapaz de percatarse de que, incluso si lograra seguir por unos meses al
frente de la corporación, antes o después tendría severos roces con sus aliados,
habría una moción de censura y sería apeado del cargo. ¡Y no digamos del cuento
para incautos de mantenerse en la oposición! Resulta irrevocable: tome el
camino que tome, su destino es salir del Ayuntamiento. Si tuviera dos dedos de
luces, se iría en olor de multitud en un rasgo de generosidad hacia su partido.
Pero por lo visto prefiere marchar por la puerta chica. Doce desastrosos años
quedarán entonces atrás.
¿Ha hecho Hurtado algo bien? A
mí me gustaría saber qué, aunque sólo fuese por dar la razón a quienes dicen
que ha hecho cosas malas, pero también buenas. ¿Cuáles? Para empezar, lo
desconoce todo de Granada, señal por lo que, en sus mandatos, ha dado palos de
ciego, irritando a una ciudad donde, hasta su llegada, la vida era más cómoda y
con menos gravámenes. ¿No sería menester que un alcaldable, al menos en urbes
históricas, conociera y amara su ciudad? Si se le hiciera un examen sobre
historia, costumbres, tradiciones, anécdotas del municipio, suspendería, al
igual que algunos de sus concejales. ¿Es posible regir una ciudad sin
conocerla? Tal vez, pero el resultado está a la vista: no ha tomado decisión
que no esté teñida de desamor. De ahí que Paco Cuenca lo tenga fácil porque,
por poco que se esfuerce, el listón subirá incalculablemente.
No hay que temer a un
tripartito (o cuatripartito). Es una leyenda propalada por el propio Hurtado y
los suyos que el presidido por Moratalla fuese malo. Al contrario, constituyó
una etapa digna y, si se la compara con los doce años de Hurtado, fue
simplemente magnífica. Pese a que aquel pacto sufrió terribles críticas, y más
aún el concejal Valenzuela con sus tres áreas (Turismo, Cultura y Deporte),
estuvo llena de aciertos, entre los que hay que destacar el desarrollo sin
precedentes de la zona norte.
A Paco Cuenca le falta carisma,
pero, por lo demás, cumple todas las características para ser un buen alcalde,
entre ellas, ama la ciudad, lo que no es poco. Ese amor también está en
Sebastián Pérez, pero, al alinearse con la terca postulación de Hurtado, no
sólo suicida sus posibilidades, sino que hace preguntarse hasta qué punto no
continuaría la política desarraigada, tosca y agresiva de su antecesor. Luego
no hay opción. ¡Adiós, señor Hurtado! ¡Bienvenido, míster Cuenca!
GREGORIO MORALES VILLENA
Diario IDEAL, martes 9 de junio, 2015
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