«El viernes
estará en Granada el novelista cerrado para muchos y abierto para pocos»
José Luis Muñoz (foto Anita Noire) |
El escritor sin nombre
“Estuve en Atenas y nadie me conoció”, escribió Heráclito
hace dos mil quinientos años. José Luis Muñoz podría decir lo mismo: “Viví en
Granada y nadie se coscó”. Uno de los novelistas más premiados y traducidos de
la literatura española ha permanecido cuatro años entre nosotros. Luego se
marchó al Valle de Arán, aunque regresa a Granada para presentar su última
novela, “Patpong Road” (La Página Ediciones), a cuyo protagonista le ocurre lo
mismo, que tampoco tiene nombre, o que su nombre es demasiado común para
tenerlo y por tanto es un escritor que va anónimo por la vida.
¡Esto, sin embargo, presenta sus
ventajas! Pues si no tienes nombre, no puedes dormirte en los laureles, no
puedes protegerte con la petulancia rimbombante de tu nombre, y debes demostrar
que eres escritor en cada uno de tus libros. Tal vez por esto no hay novela de
Muñoz que podamos echar al fuego. Aunque ha escrito muchos libros, todos están
en “Patpong Road”, que toma la alternativa el próximo viernes en la Librería
Picasso. He aquí su obra maestra, la que sólo se logra en la madurez, cuando
modas, tendencias y géneros son sobrepasados por la formidable pértiga de la
integridad.
La novela negra –en la que Muñoz
es maestro–, la erótica –fue ganador de La Sonrisa Vertical–, la novela
biográfica… todo se funde en “Patpong Road”, que nos lleva a Tailandia, a
Bangkok, y a su zona afrodisíaca, Patpong Road, el enclave de más oferta
sensual del planeta. Pero no se trata de una novela exótica, ya que el mundo
del autor viaja con él y, por tanto, España viaja con él, y, en ella, las penas
y glorias de la Transición, y, sobre todo, las penas y glorias de la literatura
española, que el autor identifica a la levedad y miseria mental de nuestros
políticos, de nuestra televisión, de nuestra enseñanza. Muñoz es un molesto
testigo de cómo volvió a hacerse trizas la esperanza de un resurgimiento
español.
El autor salmantino‑catalán
presenta su novela en una Granada que se ha pateado durante cuatro años,
andando, corriendo, en botas de trekking y en bicicleta, y donde frecuentó
asiduamente la Tertulia del Salón, pero incluso aquí no tuvo nombre, y fue uno
más entre muchos. La humildad es la verdadera señal de los grandes, de aquellos
que han indagado en sí mismos y han acabado por conocerse un ápice; de aquellos
que saben que el destino no está fuera, sino dentro. Me consta este viaje
interior por su flema, pero también porque lo describe magistralmente en
“Patpong Road”, donde se desnuda con la radical sinceridad de un Agustín de
Hipona.
El viernes estará en Granada el
novelista sin nombre, invisible para los que buscan apellidos, visible para quienes
huelen el alma. El novelista que, como Soto de Rojas, está cerrado para muchos
y abierto para pocos.
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 22 de mayo, 2012
Gregorio, el nombre yo creo que lo tienen sus obras y ahí quedaran, como él desea tener una continuidad y así lo dijo en la presentación.
ResponderEliminarSé, que te refieres al nombre entre algodones de la vanidad, ese nombre es tan fatuo que gusta a los que nadan por encima de las aguas donde la grasa cubre las mareas.
Lo importante es saber que tus obras llevan tu historia en pedacitos y tu firma inconfundible. Lo demás son pompas de jabón
Un beso