José Antonio Griñán,
presidente de la Junta de Andalucía
Griñán y los tópicos
¡Qué razón lleva el señor Griñán en decir que los andaluces somos esclavos de nuestros tópicos! Lo sabe bien, ya que no hay un experto en tópicos como él. Griñán sabe que el tópico es tan indestructible como la energía. De aquí que haya atajado las primarias en Andalucía amparándose en un precioso tópico: que habrían dado imagen de división. ¡Un tópico tan querido por Franco!
Está bien que el señor Griñán se nutra de tópicos, porque los tópicos nunca indigestan. Ahora, por ejemplo, quiere llevar la modernidad andaluza a Madrid. Esto de lucirse en Madrid, ¡vaya que no es viejo! Los paletos siempre se han asoleado en los madriles. ¿Dónde, si no, van a estrenar su traje nuevo?
A Griñán le han confeccionado un chambergo con manidos retales. Pomposamente denominado “Andalucía 10”, lleva cosidas cuatro solapas magníficamente tópicas: la investigación e innovación; la cultura y la creación; la igualdad; y la solidaridad. ¡Por San Zapatero, esto vale para cualquier región! Que me digan una parte donde no haya investigación, aunque sea policial; o donde no haya cultura, aunque sea del pesebre. En cuanto a su solidaridad, suena a damas y caballeros de la Liga de las Buenas Costumbres unidos en rastrillo para indigentes. Y por lo que a igualdad se refiere, no existe en España ni en Andalucía, porque lo que se entiende aquí por igualdad es un inveterado machismo que, como todo machismo, obliga a los hombres a hundirse con el barco. El tópico hombrismo de que sólo ofenden las manos varoniles, jamás las manos blancas. Es la violencia torquemadiana por la cual una mera e infundada denuncia lleva a cualquier hombre a la trena.
Éste es el sarao que Griñán montará en Madrid, un sarao que valdría lo mismo para Extremadura, Valencia o el País Vasco con sólo cambiar a los paniaguados que palmearán sus lugares comunes.
La Andalucía de Griñán hiede a España marchita. La misma propaganda que montaba el régimen de Franco para que, en el extranjero, se percataran de la modernísima Spain. Griñán piensa que va hacia el cogollo del siglo XXI, pero en realidad marcha hacia lo más obsoleto del XIX. Por eso quiere sustituir a los funcionarios por contratados, para emular las colas de cesantes y meritorios que tan bien describe Galdós.
Griñán parece materializado de la corte de Alfonso XII. Sus “Puntos de Encuentro”, el topiquísimo con que se corona, no son sino la nostalgia de los viejos y románticos cafés. Sentado entre parroquianos y anotando sus inquietudes, quiere dar imagen de intelectual bohemio. Pero la imagen que da es la de un desahuciado actor vodevilesco. Simplemente se nota que no es verdad. Los tópicos no son nunca verdad, ¡pero es tan cómodo servirse de ellos! Griñán nos libera de unos tópicos para que mejor nos esclavicen otros. Los suyos, claro.
Diario IDEAL, martes, 30 de noviembre, 2010