Zapatero, protagonista de "Psicosis"
El cine de Zapatero
Zapatero cree que España es un plató cinematográfico. Nombrar ministros es para él hacer el reparto de una película. Lo que le interesa es el efecto publicitario. En sus anteriores gobiernos, se propuso hacer una película de adolescentes, y eligió como ministros a chicos y chicas de instituto, con su natural temeridad, bisoñez y obediencia ciega al líder de la pandilla. ¡Qué feliz estaba haciéndose fotos con ellos!
Y el sagaz director comenzó a hacer tomas y tomas, pero, claro, el resultado fue una película tópica y fallida, de ésas que ponen en televisión los domingos por la tarde. Con actores tan verdes, España se fue a pique. Por eso, ahora abomina de las películas de teenagers. Las buenas, las de verdad, son las de vaqueros. Y ha comenzado a dirigir un farwest, sustituyendo a la señorita Rottenmeier y a sus pupilas por “el bueno, el feo y el malo”. Blanco, Chaves, Rubalcaba. “¡Esta película sí que tiene que gustarles a los españoles!”, piensa enfervorecido.
Pero será una película más, como la anterior. Y, por tanto, resultará igual de fallida para España. Ya lo sabemos, un país no es un plató de cine, aunque Zapatero cree que sí. Para él, no existe el ruedo ibérico, sino el ruedo donde se rueda. Zapatero rueda una película del oeste con sus nuevos ministros, una película de duros, adustos, rigurosos hombres y mujeres. Pero sus acciones no pasarán del celuloide. Zapatero rueda mientras el país, que es real, rueda hacia el precipicio. España es hoy un territorio sin ley (salvo la mojigatería políticamente correcta), donde impera el más fuerte, y donde los indios son enviados a las reservas del paro.
¿Pero qué más da? Zapatero, lo que quiere, es que le aplaudan en Hollywood. ¡Quiere ser reconocido como el más guapo y brillante director de cine del momento! Y que le den un óscar. O mejor, el Nobel. Zapatero rueda una película a mayor gloria suya, mientras los españoles ruedan malheridos. Y mientras los nacionalistas ruedan sobre España. Y mientras la economía rueda fuera de nuestras fronteras.
José Luis, de chico, prometía, pero sus padres no lo llevaron a la Escuela de Cine, sino al Partido. Hicieron bien. No es lo mismo tener unos cuantos extras que cuarenta y siete millones de extras. Los españoles son los extras de Zapatero, con sus ministros como actores, y él como director.
Reagan era un cómico, pero sabía que la realidad es una cosa y el cine, otra. Zapatero, que sólo ha sido político, no lo sabe. Y para cuando lo sepa, ya no habrá presupuesto para su tercera película. A no ser que sea de terror. Entonces sí. Entonces rodará “La noche de los muertos vivientes”. Pues sus extras se habrán convertido en cadáveres. Aspira a Huston, pero se quedará en Hitchcock y en “Psicosis”.
Diario IDEAL, martes, 2 de noviembre, 2010
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