«Emilio
Herrera y Emilio Atienza no sólo están hermanados por el nombre»
El científico, aeronauta y presidente de la República española en el exilio Emilio Herrera Linares (fuente: La Murga de Nito). |
Emilios
Al historiador granadino Emilio Atienza le ha tocado la
lotería. No porque le hayan premiado un décimo, sino más difícil aún: le están
siendo reconocidos sus trabajos sobre uno de los hombres más singulares y
universales del siglo XX, Emilio Herrera Linares, científico, pionero aeronauta
y presidente de la República española en el exilio.
Es como si los dos Emilios fueran
juntos: la audiencia del uno repercute en la del otro. Curiosamente los dos han
estado prácticamente silenciados durante lustros y de los dos se ha descorrido
el espeso velo a la par. La veda la levantó el pasado octubre la periodista de
IDEAL Inés Gallastegui, que nos regaló un precioso reportaje acompañado de imprescindibles
fotografías. Luego, en este mes de mayo, han seguido dos de los más importantes
periódicos nacionales: El País, con un emotivo artículo de Rafael Argullol, y
El Mundo, en una larga semblanza de Juan García López. Los tres se basan
profusamente en las investigaciones de Emilio Atienza, cuyas citas no
escatiman. En un país donde hasta la televisión pública saja los títulos de
crédito, donde se ocultan las fuentes, se copia sin rubor y se plagia con
descaro, no es sino un poderoso espaldarazo.
Emilio Herrera y Emilio Atienza
no sólo están hermanados por el nombre o por el tema de investigación, sino que
esgrimen un idéntico espíritu, y no por ser granadinos, que lo son de pura cepa,
sino por ser curiosos, audaces y de una rigurosidad ética que era connatural en
algunos de los hombres de la República, pero que hoy es tan difícil de
encontrar como una mota de polvo en los confines de la galaxia.
Emilio Herrera ha estado tan
silenciado que no recuerdo haberlo oído nombrar a ningún político en los
últimos 20 años, tanto que, a pesar de ser uno de los científicos e inventores
españoles más importantes del siglo XX, su nombre no consta ni en un rinconcito
de nuestro parque de las Ciencias. Y Emilio Atienza ha estado tan silenciado
que, a pesar de haber militado durante décadas en un importante partido
político, lo han mantenido en retaguardia.
Vivimos en
una ciudad pueblerina en un país provinciano, por lo que, para que algo sea
tenido en cuenta, primero debe ser reconocido en el extranjero. De este modo,
la admiración que Emilio Herrera generó en el mundo antes y después de su
muerte, en Francia, en Alemania, en Estados Unidos, ha ido calando lentamente
en España, y ahora es ya imparable. Intelectuales y políticos descubren con
sorpresa y estupor a este gigante escondido.
El hombre
que diseñó el traje espacial 30 años antes que la NASA, que voló en un globo de
Berlín a Nueva York, que se carteó con Einstein, que plantó las bases de la
aeronáutica, que prefirió la pobreza a la indignidad, es parejo a este otro
hombre que ha estudiado física y aeronáutica e ingeniera nada más que para
seguir al primero, y para quien la integridad ha estado antes que la obediencia
al sectarismo político.
Cuando todo se derrumba, sólo lo
firme queda en pie. Se derrumban la cultura, los partidos, España, y tal vez
por eso, entre los cascotes, emergen solitarias algunas figuras, como estos dos
Emilios. ¿Puede extrañar que sea ahora cuando comienza a hablarse de ellos?
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 28 de mayo, 2013