«España es a los muertos lo que el mundo anglosajón es a los vivos»
Una de las ilustraciones humorísticas de Guillermo Soria (fuente: IDEAL) |
Talento
Somos generosos con los muertos y cicateros con los vivos. A
los segundos, les escatimamos elogios y reconocimiento, mientras a los primeros
se los ofrecemos de forma desmedida. ¿No debería ser al revés? Una sociedad
sana, volcada en el presente, no tendría problemas en celebrar cuanto de
superior tienen quienes nos rodean. Pero vivimos en una colectividad sustentada
en el pretérito. Callados con quienes son, locuaces con quienes han sido. ¡Sí,
debería ser al revés!
Cuanto se
ha dicho estos días de Guillermo Soria, el humorista de IDEAL recientemente
fallecido, es verdad y ha sido escrito con sinceridad y corazón, ¿pero no sería
mejor haberlo dicho mientras vivía? Y no basta con haberlo dicho entre amigos y
corrillos, sino públicamente, de la misma forma que se ha hecho después. ¡Cuánto
nos cuesta aplaudir el talento de los vivos! Es como si temiéramos que su luz
nos arrase y tratáramos de ponernos a resguardo. No reparamos en que los
pueblos que avanzan, los que marcan el progreso, son los que reconocen la
grandeza de los vivos y la glosan apasionadamente.
Los elogios
son vistos con reticencia. Se piensa que están motivados por el interés, para
conseguir algo, para pagar algún favor o como contrapartida de alguna dádiva. Las
alabanzas no venden. Lo que vende es poner por los suelos a los vivos, y de ahí
los programas basura de nuestra televisión. España y el mundo hispánico son a
los muertos lo que el mundo anglosajón es a los vivos. Natural que los talentos
se gangrenen o tengan que emigrar o ser reconocidos fuera.
¡Pero tú
puedes invertir la situación! Toma un papel y escribe media docena de personas
próximas a las que admires, que te parezcan especiales, que sean magníficas en
algún terreno, originales, creativas… ¡y no esperes a que las palmen para
difundirlo! ¡Hazlo ahora! Porque una sociedad es responsable de lo que ve, y lo
que ve es hacia donde va. En España es un delito el talento. Luego es al
talento hacia donde tenemos que mirar. Si empiezas, seguirán otros. ¡Y tal vez
le demos un vuelco a esta sociedad derrotada!
¡Pero ojo!
El talento, el genio, lo original, la creación, proyectan a veces sombras, y no
se trata de pasar de puntillas por ellas. Es la diferencia entre adulación y
reconocimiento. La sociedad de los muertos adula o veja, pero la de los vivos
celebra y discute. ¡Esta es la crítica que las sociedades fúnebres no pueden
tolerar, la que toma en serio el talento y por ello dialoga, debate con él! Por
eso la crítica no existe en España, pero sí la adulación servil o la
descalificación brutal.
Guillermo
Soria fue un humorista medio, pero, en los últimos 365 días, alcanzó la
categoría de genio. Sus mejores chistes, sus inteligentes punzadas, sus
clarividentes vueltas de tuerca, tuvieron lugar sin interrupción durante el año
que precedió a su muerte. Como si se hubiera despojado de todo y hubiese
entrado en las claves de la inteligencia y del humor, ese que no sólo genera sonrisas,
sino que sacude, ilumina y descubre. Durante un año, un genio habitó entre
nosotros, pero, como le ocurrió a Heráclito en Atenas, estuvo aquí y nadie lo
reconoció.
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 4 de junio, 2013
Magnífica columna!!!
ResponderEliminarSuele pasar por la propia ignorancia y el orgullo de los hombres.
ResponderEliminarLo comparto en mi muro.
Un abrazo Gregorio
¡Gracias, MarianGardi!
EliminarFelicito tu agudeza y franqueza, como bien dices es un problema que tenemos los latinos en general. Mira que te escribo desde el fin del mundo, y tenemos el mismo problema.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y olvidaba comentarte, que llegué a ti a través del muro de Marian.
ResponderEliminarSí, Taty, es un problema de todos los latinos. Tenemos la misma herencia. Pero muchas veces las cosas tienen poder porque no somos conscientes de ellas. Basta serlo para comenzar a liberarse.
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