«Soy del
Barça y del Real Madrid»
La vida es unión de contrarios (foto: Fundación Soliris) |
Ambos
“¿Eres del Real Madrid o del Barça?”, me pregunta el hijo de
un familiar. “De ambos”, le respondo. “¿Cómo es eso?”, me inquiere atónito. “
Cuando el Madrid mete un gol, me alegro. Cuando el Barça mete un gol, me alegro
también”. El chico me mira con recelo, como si me estuviera burlando de él. Le
han enseñado a discriminar, a tomar una opción en contra de otra y no comprende
que puedas integrarlas ambas.
Muchas de las desgracias que
padece nuestro tiempo vienen de esta lógica ingenua, una trampa que la sociedad
te tiende por las más aparentes fruslerías para así inmovilizarte mejor. “¿Tú
eres de playa o de montaña?”, me pregunta una amiga. “De los dos”, le contesto.
“El mar me apasiona. La montaña me apasiona”. Mi amiga esgrime una mueca entre
divertida y contrariada. Tal vez contaba con debatir las bondades de una parte
sobre la otra. “¿Por qué mejor no sumarlas?”, le propongo.
“Leyendo tus columnas, he tratado
de vislumbrar tu filiación política y me ha sido imposible”, me comenta un
lector. “¡No me extraña! –le replico-. ¡Soy de todos los partidos! Nunca me
situaría en una parte en contra de la otra ni taparía mis ojos con una viga
para no ver los defectos de los próximos ni las virtudes de los lejanos”.
La vida es compleja, total, es
unión de contrarios. Ser binario es una forma de erradicarse de la mitad de la
vida. Y cuando partes la vida, la matas. Quien es binario manipula cosas
muertas. De ahí que los sectarios, santones, fundamentalistas y dictatorzuelos
nos parezcan patéticos, ridículos, si además no produjeran tan inmenso daño con
su irrealidad mental.
Una amiga en quien tengo gran
confianza enumera mis defectos. “¿No te das cuenta de que mis defectos son
también mis virtudes?”, objeto. Se queda perpleja. “¿Tus defectos son tus
virtudes?”. Le repito alguno de los defectos que me ha citado. Soy susceptible,
sí, ¡pero esa misma susceptibilidad me permite saborear lo nimio, lo sutil! Soy
temerario, sí, a veces me juego el tipo, me pongo en peligro, ¡pero sin
temeridad mis opiniones serían estereotipadas, no saldría de lo convencional,
los límites me arredrarían! Sin temeridad tampoco exploraría montañas ni
bosques y la aventura estaría desterrada de mi vida. Quien saja sus defectos, saja
también sus virtudes, y quien tiene virtudes tiene necesariamente parejos
defectos.
Me niego a la locura de nuestra
civilización, a tener que definirme en todo momento renunciando a una parte de
la realidad, a veces despreciándola, satanizándola otras. Uso mi potestad
mental de estar en todas partes y serlo todo. Sólo me defino por obligación y
por motivos legales, y, por ejemplo, marco la casilla de “varón” en los
formularios oficiales, aunque me considero hombre y mujer a la par, y voto a un
partido en las elecciones, aunque para mí son todos las mismas personas, con las
bondades y defectos consustanciales de la humanidad, y acepto que me llamen
granadino, aunque soy catalán y vasco y madrileño…
¡Prueba a no definirte y alcanzarás
una inimaginable libertad! La sociedad tratará de llevarte al redil,
exiliándote de sus parciales corazones si no te segregas a cada instante, pero
qué vale más, ¿ser un proscrito libre o un prócer cercenado? ¡También en esto
puedes optar por ambos!
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 20 de agosto, 2013
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