«Una
Salobreña de saldo para carabelas insaciables y ávidos buscadores de oro. ¡Y
todo porque el jefe ama los colorines!»
Gonzalo Fernández Pulido, alcalde de Salobreña, alias Ladrillo Apilado, entrega su pueblo a los conquistadores mallorquines a cambio de cuentas de colores |
Salobreña está capitaneada por Ladrillo Apilado, alias
Gonzalo Fernández Pulido, un indio de los de antes del Descubrimiento, un alma roussoniana
que vive en la noche de la Historia, rezando y sacrificando a los dioses
remotos. Por eso, cuando ahora ha llegado Cristobal Colón disfrazado de inversor
mallorquín, le ofrece oro por canicas.
¡Vaya un indio cabal! Lo mejor
que tiene Salobreña, su tesoro, la joya de la corona, aquello por la que se la
distingue incluso desde el aire, su preservada playa de la Guardia, rendida a
los conquistadores de allende los mares para que hagan de ella una insustancial
playa carpetovetónica más, como las de Almuñécar, como las de Nerja, como las
de cualquier arrasado pueblo costero español.
Salobreña parecía haber sido
bendecida por los dioses, parecía haber escapado a ese delirio de cemento para
llegar bastante intacta al futuro que es el presente, donde lo que se busca es
belleza, espacio natural, paisaje primigenio. ¡Pero he aquí que Ladrillo
Apilado, que no se entera de nada, ha desenterrado el hacha de guerra y va a
dar los tajos de rigor!
El oro de Salobreña, entregado por
perlitas polícromas. ¡Pero qué indios son estos gobernantes! Recuerdo cuando
otro comanche de la Alpujarra quiso construir un polígono industrial en plena
sierra de Carataunas. O cuando el desnortado Benavides ideó un puerto de mar entre
los aguacateros de Almuñécar. ¡Todos quieren levantar Nueva York en su Arcadia!
Indios de viejos wésterns que creen en los ajados dioses del Progreso y cortan
el cuero cabelludo de sus contemporáneos. No comprenden que ya nadie da un
adarme por Manitú.
Si en lugar de un vetusto jefe
indio, Salobreña estuviera comandada por el sabio de la tribu, habría dado ella
las cuentas de colores a cambio del oro. Es decir, habría hecho que el hotel
mallorquín se construyera en alguna otra parte, en un vial lateral, en un
enclave cercano, conservando para el mundo esta playa maravillosa, la última de
Filipinas. ¡Pero no vayas a decirle a un soberbio jefezuelo apache que lo que
da a cambio de bolitas de colores es mucho más valioso! Igual te traspasa con
una flecha envenenada.
En otro tiempo, estas operaciones
ventajosas (para los conquistadores), llevaban aparejadas pingües comisiones,
bagatelas realmente en comparación con lo hurtado a la tribu, pero ahora ya no,
menos mal, es que la honradez ha descendido en forma de espíritu santo, así que
nos hemos quedado con los indios desnudos fascinados por los abalorios de los
descubridores.
¿Se opondrán los salobreñeros a los
designios de Ladrillo Apilado? Difícil lo tienen, porque una vez que el jefe ha
vendido la tribu, ya no hay nada que hacer. La insigne Salobreña, el pueblo de
mejor fisonomía de la costa granadina, convertido en “Saldobreña”, una Salobreña de saldo para carabelas
insaciables y ávidos buscadores de oro.
¡Y todo porque el jefe ama los
colorines! Sin duda llegará un día en que se lamentará. Pero ya será tarde, porque
Salobreña se habrá convertido definitivamente en Saldobreña, fortín cercado de
apartamentos con ofertas baratas para turistas baratos que pueden estar aquí o
en Torremolinos o en Benidorm, eso sí, con jardinillos y césped para que
Ladrillo Apilado descanse sus posaderas mientras intenta fabricar deliciosos
arcos iris con sus cuentecitas. ¡Pena que para entonces la sombra alargada de
los edificios lo impida!
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 19 de agosto, 2014
"¿Se opondrán los salobreñeros a los designios de Ladrillo Apilado? Difícil lo tienen, porque una vez que el jefe ha vendido la tribu, ya no hay nada que hacer."
ResponderEliminarComo tememos más la perdida de la belleza de nuestro pueblo que la dificultad de luchar por ella, algunos ciudadanos de Salobreña hemos decidido unirnos y resistir, aunque sea en vano.
Hemos creado la asociación Cal&Caña (www.facebook.com/calycania), y visto su preocupación y su interés por nuestro pueblo, le invitamos a conocernos y apoyarnos en la medida de sus posibilidades. Nos reuniremos de nuevo mañana miércoles día 17 de septiembre de 2014, a las 19.00 horas, en el Espacio Baraka (C/ Enrique Pareja Nº1, bajo Salobreña) y por supuesto esta usted bienvenido este día o cualquier otro.
Morituri te salutant!
¡Magnìfica iniciativa! Confío en que me mantengáis puntualmente informado. El futuro de los pueblos y del turismo (y de los consiguientes puestos de trabajo) está hoy en la preservación, no en el ladrillo. Enhorabuena por tanto y ¡adelante!
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