martes, 4 de noviembre de 2014

LA FERIA SIN VANIDADES

«No es ésta la feria de las vanidades, sino la feria donde se revela la inania de la vanidad» 

Un estand de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Granada (2014) con el Palacio de Bibataubín al fondo
Foto: Lo Real Invisible 
 
La feria sin vanidades 

El tiempo pasa como las aceleradas hojas de calendario que, solapándose unas con otras, indicaban en las viejas películas el flujo del acaecer. Pero paseando por esta Granada otoñal, comprendo que aquellas hojas no desaparecieron tras los fundidos cinematográficos ni se encaminaron al mar del olvido.  Sólo se ocultaron para reaparecer en lugares como este, en la Fuente de las Batallas, por cuyos caños mana el pretérito en forma de viejos y entrañables libros.
Esta feria del Libro Antiguo y de Ocasión es, como todas las ferias de los libros que fueron, un lago que crece con el agua de ese río que creíamos devorado por el tiempo. Darse un garbeo por Puerta Real y asomarnos a las hileras de tomos que nos miran serenos es contemplar al que fuimos, sumirnos en un espejo que reconstruye fielmente nuestra historia personal.
En un estand contemplo los grandes volúmenes de la editorial Gallach que marcaron mi infancia, donde aprendí historia y ciencias y geografía, con sus grandes fotos de las razas humanas y sus esbeltas aborígenes desnudas, la primera y arrebatadora desnudez que me fue dado contemplar. Están los tebeos apaisados del Capitán Trueno, cuyas historietas me traen todavía hoy el día en que las leí, dónde las leí y hasta los olores y sonidos que había en el momento en que las leí. Me topo con las novelas de la Colección Popular Literaria, cuyas portadas de colores arrasaron en los años 50 y donde yo me asomé por primera vez a la gran literatura. Veo libros dedicados a la masonería, y recuerdo que el asunto se puso de moda al final de los años 60, acicateado tal vez por la obsesión franquista con lo “judeomasónico”. Me topo con obras dedicadas a la crisis, pero no a ésta, sino a la del petróleo, en los años 70, cuando los agoreros vaticinaron el fin del mundo industrial. Contemplo portadas y páginas que invocan la liberación de la mujer, que desvelan los secretos del sexo, que descubren las alegrías del erotismo, pero que tampoco son de ahora, sino de los años 20 y 30…
No, ésta no es la feria de las vanidades, sino la feria donde se revela la inania de la vanidad. Los grandes escritores cuyo nombre nadie recuerda, los temas palpitantes que hoy consideramos triviales, los sesudos estudios que yacen enterrados por su verborrea, los libros raros que ocultan un genio que nadie supo ver, los contados títulos que mantienen aún su vigencia… de la misma forma que en nuestras vidas cosas que parecían cruciales son vistas como anecdóticas, igual que han caído admiraciones, objetivos, amistades, amores, lo mismo que sucesos que antes considerábamos anodinos emergen hoy bajo una nueva luz.
Hay que ir a merodear a la Fuente de las Batallas y agenciarse uno de estos volúmenes, el que más nos diga, el que más nos emocione, el que más clame su necesidad de ser leído. En esas páginas, está el yo pasado sin el cual el yo presente es una entelequia. Frente a la todopoderosa feria de las vanidades en que vivimos, esta humilde feria es un oasis donde tasar nuestra vida y enderezar un camino que, sin recuerdo, suele ser vicioso y sesgado. Si quieres llegar a tu meta, piérdete en Puerta Real.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 4 de noviembre, 2014

2 comentarios:

  1. Tu sutil artículo, por motivos personales, me da de lleno, Gregorio. Los efectos del tiempo, la mirada al pasado que provocó mi llegada al mundo, la curiosidad por la saga de mi propia familia, el enfrentarme a silencios y secreteos de los míos... todo eso, tal vez se convierta en mi primera novela, si la constancia no me juega, como otras muchas veces, una mala pasada.
    Estamos hechos de vivencias y de mitos. Estoy recuperando las primeras y reinventando los segundos. Entre los segundos, efectivamente, están esos libros que mencionas y que alguna vez me sugirieron la promesa de una brillantez o de un heroísmo que se quedaron en la más absoluta nada.
    Se agradece tu visión tan emotiva de algo que, sin duda, nos acerca: la pasión por el libro.
    Un abrazo,

    AG

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    1. ¡Pues si esa pasión está en tu novela, será una gran novela! Espero que la acabes y poder leerla. ¡Te envío energía para la aventura!

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