«En el “arte de amar” que es Punto infrarrojo están los viejos sentimientos e impulsos pero vistos de una manera nueva, con la óptica del siglo XXI, y por una mujer nueva»
Hero Sverdslynger lee poemas de Punto infrarrojo, de Ana Builes, durante la presentación de libro el 5 de abril de 2015 en ArtSpoken (Miami, USA) |
Anillo de oro
Ana Builes ha andado muchos caminos y se ha perdido en
numerosos laberintos. Ha buscado el sexo y ha encontrado el amor, ha buscado el
amor y encontrado el sexo, y en este maremágnum ha descendido a los infiernos,
pero no le ha ocurrido como a Eurídice, perdida para siempre en los abismos,
sino que se ha acrisolado, ha quemado en las llamas cuanto de postizo
sobrellevaba, lo que le ha servido para emerger con fuerza, con tanta fuerza
que ha sido propulsada a los cielos ¡pero tampoco se ha quedado en ellos como
la Beatriz de Dante! porque la realidad es tanto lo alto como lo bajo, lo
informe como lo apolíneo, las sombras más la luz, lo divino más lo demoníaco,
ese punto crucial que lo contiene todo, al que Borges llamaba aleph y ella denomina
“punto infrarrojo”. ¡He aquí la realidad! ¡Una, plena, total!
En este bello y singular libro,
la autora da cuenta de este viaje, por lo que las páginas deben ser leídas como
un diario íntimo: el amor tradicional, su ruptura, el alocado abismo del sexo,
la nueva búsqueda del amor y las constricciones que ella denomina
“patriarcales”, pero que no son sino uno de los principios antagónicos que
rigen el universo, lo patriarcal más lo matriarcal, ambos delirantes si no
llegan a una coiunctio oppositorum, a una unión de contrarios, y no otra cosa
es el punto infrarrojo en el “arte de amar” que es este libro, porque están los
viejos sentimientos e impulsos pero vistos de una manera nueva, con la óptica
del siglo XXI, y por una mujer nueva, la mujer libre del siglo XXI, y por eso
son necesarios libros como este, para volver a explicarnos lo que otras edades
han explicado pero que ya no responde a nuestros interrogantes.
Ana Builes ha reunido sus
poemas amorosos y eróticos, pero como en la parte está el todo, sirven para
conocer su poesía entera, en la cual siempre aletea una chispa de luz y
esperanza. Ella sabe que la realidad es una niebla a la que da forma la mente,
verdadero motor de todo, y el poema no es sino la energía y la programación de
ese motor. Por eso sus versos tienen la cualidad de mantras que conducen a la
alegría, a la sanación, al sexo, al amor. Aunque como persona que ha buscado el
“punto infrarrojo”, Builes lo ha tenido difícil, ya que estamos aún en una
sociedad aristotélica donde las cosas o son blancas o negras, femeninas o
masculinas, buenas o malas, y aunque en el mundo infinitesimal los extremos
están unidos, nuestro mundo macroscópico es torpe aún en esta tarea, por eso el
nuevo poeta encuentra en su trayectoria la dificultad de los pioneros, y
también su soledad y su angustia, y de todo ello hay en este poemario hermoso.
¡Pero también va pertrechado del valor de los conquistadores, es consciente de
que a cada paso crea un camino antes inexistente y que abre así sendas futuras
para la humanidad! Por eso Ana Builes no se queda en el sufrimiento victimista
ni en la acusación ramplona o estereotipada de muchas poetas orgullosas de su
“poesía femenina”, sino que los usa como un salto cuántico, para transformarse
y transformarnos. Su verso es un conjuro que metamorfosea al lector.
Así que no hay queja en estos
poemas, ni autoconmiseración ni siquiera dolor, que lo hay, sí, pero están
trascendidos por la pasión del conocimiento, la aceptación del aventurero, el
numen del mago que convierte el barro en oro. De aquí los numerosos poemas
redondos que destellan como un anillo de oro. Cuando el lector vuelve la última
página, de pronto ese anillo fulgura en su anular. Es el anillo mágico que
protege de las desgracias y salva de los naufragios. Es el anillo en cuyo
centro destella como un rubí un punto infrarrojo.
GREGORIO MORALES VILLENA
Prologo a Punto Infrarrojo, de Ana Builes
(ArtSpoken Editions,USA, 2015)
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