Estudiantes de Medicina celebran
la festividad de San Lucas 2010
(foto IDEAL)
(foto IDEAL)
El ilustre claustro
Antes de celebrarse, ya habían satanizado la festividad de San Lucas, patrón de Medicina. Son aburridas, rijosas, encorsetadas, histriónicamente políticocorrectas estas autoridades académicas. ¿Qué de malo tiene que los estudiantes celebren una fiesta centenaria? Tan centenaria que habría que protegerla, como la del Cascamorras. Y se rasgan las vestiduras. Piensan en castigos. Anhelan un mundo serio, donde hasta el último movimiento esté reglado y cualquier espontaneidad se halle penada por la ley.
¡Qué pesada carga la de estos estudiantes con tales autoridades! Por la vía de lo políticamente correcto, han llegado a la misma gazmoñería que sus predecesores decimonónicos. ¿Que los estudiantes “vulneran derechos”? ¡Por Zeus, qué hueca expresión! ¡Qué visión de monja ursulina! El humor y la fiesta son pura vulneración.
Resulta opresivo vivir sin desmayo de forma canónica. Ni ellos, tan ortodoxos, pueden lograrlo, porque, si no, se marchitarían. El contrapunto de la seriedad es la broma. El contrapunto de las leyes es su conculcación festiva. ¡Hasta la iglesia era broma para los goliardos medievales! ¿Y se preguntan si los estudiantes han vulnerado derechos? ¡Todos, felizmente! Porque la observancia hierática produce asfixia. ¡Nos ahogamos con tanta bondad de opereta! Dan ganas unas y mil veces de escandalizar a estos probos, porque, si no, resulta imposible vivir.
¿Les extraña que cada año sean más numerosos los asistentes a la fiesta? Cuanto más traten de reprimirlos, más crecerán. Y San Lucas no será sólo el patrón de Medicina, sino de toda la Universidad.
Muchos de quienes ahora se santiguan ante la celebración de los estudiantes, en otros tiempos retaron al régimen de Franco. Entonces eran necesarios el valor y la seriedad. Pero ahora, en la seriedad acartonada en que vivimos, en estos años en que lo políticamente correcto nos atufa, cuando una nueva mojigatería emergida a la luz de las leyes de Zapatero gangrena el país y espurrea culpabilidad sobre nuestros más inocentes actos, la broma, la risa y la caricatura son más necesarias que nunca.
Los “derechos” de que hablan suenan a camisas de fuerza. Son tan intolerantes que sajan de cuajo el humor. Quieren un humor tibio, edulcorado, aleve, de salón. Pero el humor es siempre revolucionario y no obedece leyes.
Están obsesos con lo que no se puede pensar, con lo que no se puede decir, con lo que no se puede hacer. ¡Que dejen que los estudiantes creen sus fraternidades! ¡Que se diviertan! ¡Que sigan la tradición! ¡Que no vean culpabilidad en sus actos!
Una Universidad sin tradiciones es una Universidad muerta. Si quieren que la Universidad no fallezca por arterioesclerosis, ¡que no la vistan de luto! Si alguien se sobrepasa, que lo pague. Pero las autoridades se han sobrepasado ya con sus suspicacias y acusaciones. ¡Qué estirado e ilustre claustro éste! La muerte ni más ni menos. Y estando muertos, formarán médicos muertos. Matasanos, vaya.
Diario IDEAL, martes, 19 de octubre, 2010
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