jueves, 10 de junio de 2010

"ARCHIVO DE INDIAS", DE ENRIQUE MARTÍN PARDO


"Archivo de Indias", de Enrique Martín Pardo


¡ABRAN LOS ARCHIVOS!

El poder, el renombre, la posición, el respeto social… ¿para qué? Enrique Martín Pardo nos lo responde en su comedia “Archivo de Indias” (Dauro, Granada, 2010). Y lo que nos responde es esto: para nada. Pues el sacrificio que se hace por una parte para lograr lo mundano, hay que cobrárselo por otra. He aquí la gran desgracia de la sociedad moderna, su hipostasia: el rigor en las apariencias produce pendularmente una perentoria necesidad de disipación.

Así que nos dejamos el pellejo luchando por el poder, el renombre, la posición, el respeto social… para después usarlos en la consecución de lo que ya tendríamos de todas formas. Esto significar viajar para llegar al mismo sitio. Enrique Martín Pardo pone ante nuestros ojos el comportamiento de un provinciano grupo de intelectuales y profesionales, constreñidos por el sistema en el que desean ser sancionados, y conducidos por su estrecho moralismo a una soterrada revancha.

No es sino la tragedia de Occidente, la tragedia de nuestros días, que cada vez se cierne más sobre nosotros. Martín Pardo ha elegido la religión y el beaterío como muestra de la purga social, tal vez porque es lo más gráfico, lo que más se entiende; pero podía haber elegido igual la capacidad aniquiladora de lo políticamente correcto, plaga de España. O podía haber elegido la presión de un gobierno totalitario, como los ha tenido Europa a lo largo de su historia. Siempre hay algo que pide la negación de lo que somos, el sacrificio de nuestra identidad, de nuestra plenitud, como les ocurre a los personajes de “Archivo de Indias”. El resultado es la hipocresía, como muestra magníficamente el autor.

La obra nos prende desde el primer momento por la veracidad de sus diálogos y la maligna ingenuidad de sus protagonistas, magistralmente plasmada. Cuando cae el telón, no podemos evitar una larga reflexión: la única forma de vivir es no plegarse al sistema, ser nosotros mismos, poner nuestra integridad por encima de exigencias sociales. Justo lo que no hacen los personajes de la obra. O los del mundo que nos rodea.

Más que una época concreta, Martín Pardo retrata una inveterada forma de ser. El tiempo se concentra en su obra, como si el autor hubiera deseado aunar diversas épocas de la España contemporánea. Un país no cambia de la noche a la mañana porque cambie su sistema político, por lo que autor, no sé si intencionadamente o no, neutraliza todos los tiempos en uno que huele secretamente a franquismo, pero que sucede en nuestros días, ya que hay referencias a los programas de famoseo y al euro. En un punto, se han concentrado muchos otros puntos; en un tiempo, muchos otros tiempos. Este tiempo ubicuo, donde todo cabe, es una de las características más señaladas de la obra y el símbolo perfecto de que, cualesquiera que sean las apariencias, la sociedad siempre nos exigirá inmolarnos en aras de su estulticia.

Martín Pardo hace gala de un ácido, implacable, corrosivo humor. Conoce bien el mundo en que vive. Sabe que, tras las etiquetas y las inquebrantables adhesiones de fe, todos acaban en el “Archivo de Indias”, o lo que es lo mismo, buscando secretamente el placer en el único sitio donde les dejan encontrarlo: en un prostíbulo.

Por una parte, señores dignos, formales y adustos, y mujeres rijosas, insensibles, egoístas, que odian a sus maridos. Por otra parte, esos mismos señores despojados de las pétreas armaduras, buscando el placer mercenario, y mujeres que, aunque venales, son más tiernas y cariñosas que las propias consortes. Una inversión en toda regla. Nuestra época, ni más ni menos.

El tema central de la obra, por consiguiente, no es tanto la hipocresía en sí, la doble moral, como la esquizofrenia del mundo de nuestros días, que nos exige una probidad castradora. Este mundo que nos lleva a negarnos a nosotros mismos para buscar cuanto anhelamos de forma intestina.

Martín Pardo pinta el oprobio en el que viven el hombre y la mujer del siglo XXI. Hubo un intento de liberación en los años 60 del pasado siglo, pero ésta fue tragada, deglutida por el sistema, y estamos volviendo, por los caminos de lo políticamente correcto, a la mojigatería y pudibundez de los tiempos más oscuros.

Tiempos oscuros son los que nos muestra esta excelente comedia. Y, como fondo, la luz, la esperanza de las bellas mujeres del “Archivo de Indias”. Terrible que lo que es hermoso y es natural tenga que encerrarse en un prostíbulo, en un “archivo”, cegando así cualquier atisbo de una vida sin ambages, con sus contradicciones, sin vergüenza ni palinodias. El archivo debería abrirse para que inundara con sus documentos el mundo en que vivimos. Pero todos sabemos que los archivos son celosamente custodiados. La verdad tiene que ser encerrada y manipulada para que seamos obedientes corderos.

Martín Pardo, con su obra, nos abre el archivo de Indias. ¡Qué bocanada de oxígeno! Espero que no pague cara su osadía.

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