Michelle Obama en su visita a la Alhambra de Granada
PIPIOLOS ENAMORADOS
“¡Michelle Obama me ha escrito!”, claman exultantes. En el Ayuntamiento de Granada, en el de Marbella, en la Alhambra, en la Capilla Real. “¡Albricias, la dama del Imperio me da las gracias!”, barritan felices Torres Hurtado, Ángeles Muñoz, Mª del Mar Villafranca, Manuel Reyes, José Mª Guadalupe.
Pero ¡ay! la señora Obama no sabía que España sigue siendo Villar del Río, el pueblo ingenuo y crédulo que tan genialmente retrató Berlanga. Michelle no se podía imaginar que sus destinatarios iban a ir saltando de dicha con la carta a los periódicos. ¡Y la veleidad de la dama se ha descubierto! Resulta que les ha escrito a todos la misma carta, rayos. ¡Ah fementida y mendaz!
A Torres Hurtado, Michelle le ha dicho que “Granada es un tesoro que permanecerá en mi mente y en mi memoria durante mucho tiempo”. A Ángeles Muñoz, le ha repetido: “Marbella es un tesoro que permanecerá en mi mente y en mi memoria durante mucho tiempo”. Dos tesoros, por los cielos. Calcaditos. ¡Qué original! Y añade en bis: “Todo el mundo nos recibió con calidez y amabilidad”. ¡Menos mal que la malafollá granadina brilló por su ausencia!
Las cartas siguen dos modelos: uno, para los alcaldes; otro, para los responsables de instituciones y monumentos. Los alcaldes de Granada y Marbella han recibido una copia del primer modelo. Mª del Mar Villafranca (Alhambra), Manuel Reyes (Capilla Real) y José Mª Guadalupe (Ayuntamiento), del segundo. La alta dama les escribe a unos y a otros: “Muchísimas gracias por su apoyo durante nuestra estancia en España. Sé cuanta dedicación y trabajo extra le ha dedicado a esta visita, y no puedo sino estar agradecida por su tiempo y esfuerzo”. ¡Olé ahí! A esto se le llama matar varios pájaros de un tiro.
Que los destinatarios de unas cartas asépticas, protocolarias e idénticas, redactadas por educados y cumplidores secretarios, hayan fardado de ellas, mostrándolas hasta en los telediarios, revela el país paleto en que vivimos. Como estamos a años luz de Occidente y somos la espalda del mundo, basta una sonrisa vip lanzada a la galería para agarrarnos a ella. “¡La Emperatriz me ha sonreído, a mí, a mí!”. Como los amantes obnubilados, todos creen que su amor es único, correspondido, y que la dama volverá rendida de deseo a verlos. “Granada tiene una nueva embajadora en el mundo”, escribe triunfalista y arrebatado José Mª Guadalupe, para vaticinar enardecido: “Si no me equivoco, ella y su familia volverán a Granada”. ¡Seguro que vienen a verlo a él, vaya!
¿Se percatan estos amantes de la liviandad de la bella dama? Va a ser que no. Cuando uno se cree ungido, jamás acepta que no haya sido verdad. Son pipiolos enamorados, con los versos de Bécquer bajo el brazo: “Hoy la he visto... La he visto y me ha mirado. ¡Hoy creo en Dios!”.
Diario IDEAL, martes, 5 de octubre, 2010
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