«Denunciamos el estado de arbitrariedad
de los poderes públicos»
Una denuncia histórica
Cuando la gente de la cultura callaba sirviéndose a manos llenas de las subvenciones dadas pródigamente por ayuntamientos, diputaciones, autonomías y ministerios, 60 escritores alzaron su voz en una fecha tan lejana como ¡1994! causando impacto en la dócil opinión pública. El breve texto en el que denunciaban esta corrupción y desmesura fue conocido como Manifiesto de Granada y se publicó en la prensa nacional, dando origen a un encontrado debate. Reproduzco aquel Manifiesto con sus firmantes. ¡No, no todos callaron!
MANIFIESTO DE GRANADA
La literatura española contemporánea ha llegado a una situación de peligroso anquilosamiento, entre otras cosas
por el silencio en que se ha tenido a una gran parte de escritores, relegados
por causas tan ajenas a la verdadera literatura como sectarismos políticos,
imposiciones estéticas o dudosos intereses personales. Es hora de destruir
el laberinto que ha enrarecido y mixtificado nuestro panorama durante
las últimas décadas poniendo justicia e imparcialidad en esta inmensa
herida. ¿Qué se puede ganar descartando a unos si no es el mayor medro
de otros? No estamos tan sobrados de buenas obras como para permitirnos
quemar gran parte de ellas. Invitamos a la crítica independiente, aquella
que, a la larga, descubre lo mejor de una literatura, a volver, en un
movimiento de justicia, sobre ellas. A menudo es en el lado de la sombra
donde anida el futuro y la renovación de las estructuras. El éxito inmediato
que se ha impuesto en los últimos años es un doloroso síntoma de que no
se están ofreciendo ni alternativas ni novedades al mundo en que vivimos.
No somos un grupo ni una generación,
y nuestros credos son tan diferentes como los de la sociedad; no nos unimos
para pedir la cabeza de nadie, pero sí la demolición de los caminos viciosos
que han permitido esta sangría: Premios amañados, cenáculos auspiciados
por el poder, consignas de dudosos jefes literarios, patentes de corso
para impartir prestigio, críticos sectarios... Denunciamos especialmente
el estado de arbitrariedad de los poderes públicos en orden a subvenciones
que provocan el tráfico de influencias en manos de particulares. Exigimos
a los gestores públicos en el Ministerio de Cultura, consejerías autonómicas,
universidades, diputaciones y ayuntamientos, que reflexionen acerca de
que gran parte del malestar existente en la cultura radica en su modo
sesgado de actuar, favoreciendo con criterios políticos a determinados
grupos, los cuales se sirven de los impuestos de los ciudadanos para imponer
sus intereses, aplastando y condenando al silencio a los que representan
diferentes alternativas. Por ello nos reafirmamos en los valores constitucionales
y exigimos su estricto cumplimiento a quienes están obligados a velar
por ellos.
Sin demora debe desaparecer de
todos los ámbitos cualquier discriminación. Un escritor sólo puede y debe
ser juzgado por la calidad de lo que escribe, lo que no ha sucedido en
la literatura española actual. Aunque somos conscientes de que las estéticas
exclusivistas que han actuado de gendarmes de la cultura conllevan en
su proceder su propio desprestigio, no toleraremos por más tiempo semejante
situación.
Granada, junio, 1994
Firman (por orden alfabético): José Asenjo Sedano.
Ricardo Bellveser. José Barranquí. José Carlos Cataño.
Carlos Clementson. Miguel Angel Diéguez. Emilio Durán.
Antonio Enrique. Nicolás Extremera.
Domingo F. Faílde. José Fernández Castro. Antonio Gala.
Manuel García Viñó. José Gaitán. Juan Goytisolo. Carmelo Guillén Acosta.
Miguel Herráez. Francisco Izquierdo. Manuel Jurado López.
José G. Ladrón de Guevara. Juan León. Jacinto López Gorgé.
José Lupiáñez. Manuel Mantero. Gregorio Morales. Enrique Morón.
Mª Antonia Ortega. Pedro J. de la Peña.
José Polo. Eduardo Pons Prades. Antonio Porpetta.
Vicente Presa. Carlos Rigual. Antonina Rodrigo. Antonio Rodríguez Jiménez.
Pedro Rodríguez Pacheco. José Antonio Sáez. Andrés Sorel.
Eduardo Tijeras. Javier Tomeo. Alberto Torés. Miguel Veyrat.
Manuel Villar Raso. Fernando de Villena.
LO QUE HACEN ES VERGONZOSO Y REPUDIOSO.
ResponderEliminarASI VA LA SOCIEDAD DE CULO.
UN ABRAZO
LO COMPARTO EN MI FACEBOOK
Y supongo k hoy sigue peor k en 94! Verdád Gregorio?
ResponderEliminarEn efecto, no sólo ha seguido igual, sino que todo lo denunciado ha crecido en proporción geométrica. Pero los castillos de naipes siempre caen en algún momento. Éste ha llegado muy alto y la debacle será aparatosa.
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