«Con su audacia, Juan Carlos Gómez no
morirá jamás. Pues el destino está en la mente.
Y una mente sana es un destino
sano»
Estado en que quedó la avioneta de Juan Carlos Gómez tras el aterrizaje forzoso en Arenas del Rey el 2 de septiembre de 2011 (Foto EL PAÍS) |
¡Vamos allá!
Qué hermoso lema para
vivir: “¡Vamos allá!”. El piloto del Infoca Juan Carlos Gómez estaba a punto de
estrellarse con su avioneta el pasado viernes. Estaba a punto de morir. Pero en
aquellos segundos decisivos, no se resignó, no se entregó a lo inevitable, no
se dejó ganar por el fatalismo. Determinó que saldría de aquello. “¡Vamos allá!”,
se dijo. Y se estampó de la mejor manera que pudo contra las hermosas faldas de
la Resinera, en Arenas del Rey. Salió por su propio pie, aunque herido. Y
ahora, inmovilizado en la cama del hospital, sigue diciendo: “¡Vamos allá!”.
Qué gran pericia la de este hombre que ya ha salvado la vida dos veces más,
una tras caer al Mediterráneo y lograr salir de una cabina sumergida. Pericia para
vivir. Cuando ante los obstáculos, las limitaciones, las enfermedades y las
crisis no decimos “¡vamos allá!”, la muerte se posee de nosotros. Vivir en el
miedo, en el rencor o en el victimismo es muerte. ¡Cuántas personas no viven
muertas!
Cuando hago como que leo el periódico en la barra del bar, escucho a los
parroquianos contar una enfermedad detrás de otra. Cada cual regodeándose en
sus males, amparándose en ellos para justificar su inania o su fracaso o su
desamor. Rivalizando por ganar en la carrera de los desahuciados. ¡Los
camareros no pueden más! Cuando regresan a casa, no tienen el cuerpo cansado,
sino la psique.
Juan Carlos Gómez representa lo opuesto: es un ejemplo de superación, de
arrojo, de valor. Él niega ser un héroe porque es un verdadero héroe. Pero no
es un héroe por haberse salvado de aparatosos accidentes. Lo es por su forma de
pensar. Una forma que rebate el culto a la desgracia de la sociedad en que
vivimos. Parece que para que nos quieran más debemos ser infelices o estar
enfermos. El padecimiento se usa como un arma arrojadiza para culpar a otros.
Siempre hay alguien que tiene la culpa de nuestros males, confirmando así lo
perversa que es la sociedad.
Sólo los héroes invierten la cuestión. “No he estado a punto de morir, mis
heridas sanarán, no soy un héroe, sino simplemente una persona que ante los
obstáculos sigue adelante”, clama Juan Carlos Gómez con su comportamiento. Veo
su foto y se me aparece un hombre fuerte, optimista, viril, positivo… ¡Qué
ejemplo para plañideros! Con su audacia, este hombre no morirá jamás mientras
inspire a bocanadas la vida. Pues el destino está en la mente. Y una mente sana
es un destino sano.
Debemos grabar sus palabras en nuestro entrecejo. Pase lo que pase, nada
ni nadie puede quitarnos la plenitud. Dejemos el miedo para los políticos y los
agoreros, y quedémonos con el ensalmo de Juan Carlos: ¡Vamos allá! Para quien sigue
adelante, no hay problema que no quede lejos ni meta que no pueda alcanzar.
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes 6 de septiembre, 2011
Vivan:las buenas noticias,sus actores,y ...tú k las transmites! gracias.S.C
ResponderEliminarPrecioso articulo de animo y valentía. ¡Vamos allá!
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