martes, 17 de enero de 2012

PERIPOETISTA

«Morón es periodista y poeta a la vez. ¡Un peripoetista!»

Invitación a la presentación de "Romances del crepúsculo" (Port-Royal), de Enrique Morón, el miércoles 18 de enero de 2012 (click en la foto para ampliar). 
Peripoetista

Enrique Morón ha querido meternos la contemporaneidad en romances. ¡Pero mira que es osado este hombre! Porque el romance es una cosa típicamente medieval. Son los momentos intensos, emotivos, poéticos, de la épica. ¡No hay nada que se repugne más que el romance y la modernidad! Cierto, lo empleó Rubén Darío, pero fue para cantar la juventud añorada o perderse en lejanos reinos mitológicos. Lo empleó García Lorca, pero para hablar de una raza milenaria y más antigua que los romances. Lo empleó Alberti, pero como gesta contra los sublevados; o para rescatar las formas populares. Por el contrario, Morón lo emplea como papel de periódico: para envolver cuanto nos rodea, lo más palmario, lo más inmediato.
            Enrique Morón hace crónica de la sociedad en su libro “Romances del crepúsculo”, que se presenta mañana en el Palacio de los Condes de Gabia. Como él mismo dice: “Todo se transforma sin dejar de ser idéntico”. ¡Y tanto que se transforma! ¡Y tanto que es idéntico! En los romances tradicionales, cuando el hombre rapta a su amada, lo hace a caballo. Morón lo cambia por la moto. ¡Nada ya de damas desvalidas, engañadas o malogradas en la espera! La heroína es ahora la traficante Curra, gloriosa sobre su moto sideral. ¡Fuera faldas! Las nuevas musas van enfundadas en vaqueros, cuanto más ceñidos mejor. ¡Cómo subleva a los hombres Martirio la Zaidinera! Y los calaveras andaluces, al estilo de don Guido, ahora son yupis sevillanos, adoradores de la Macarena y cofrades del Rocío. El cante flamenco, que le sentaba a los romances como un guante, cede su lugar al rock, y, por eso, Consuelo la Rockera, que es hija de un gitano, “lleva tatuado en el hombro/ a John Lennon, que es su dios”. Con Amparo la Marbellí, irrumpe el falso mundo del glamour y de la jet. Elizabeth es la alta modelo, rendida al look y a la insustancialidad. A través de un infatigable paseo por la urbe, desfilan ante nosotros el yonqui, el suicida, los desenamorados, los viejos solitarios llenos de tedio, los desarraigados…
            Morón pone en todos ellos su varita mágica: hasta lo más putrefacto y hediondo, lo más trágico y sangriento, puede ser visto con luces irrepetibles; puede ser visto de una forma estética. Por eso Morón, aunque apresa la realidad circundante y es por ello un cronista, escribe con los instrumentos del poeta. Ante su palabra, la realidad cotidiana se desintegra como el papel de los diarios y se hace intemporal. Como los escritores genuinos, Morón es periodista y poeta a la vez. ¡Un peripoetista!
            Desde estos romances, vemos el presente y, a su través, el pasado y el futuro: da igual a donde vaya el hombre, pero no da igual que falte una mirada compasiva y diáfana como la de Morón. Si estuviéramos rodeados de muchos poetas así, el amanecer emergería siempre tras el crepúsculo.
         
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 17 de enero, 2012

2 comentarios:

  1. Gregorio, mañana nos vemos; no obstante, después de leerte, tengo que volver a recordarte que ¡eres grande!
    (Nicolás)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Pues espero que nos veamos mañana, Nicolás! Yo no soy grande. El libro de Enrique Morón, sí. A ver si mañana entre todos pesamos como un gigante. No faltes, pues, si no, no equilibraremos el platnillo de la balanza.

      Eliminar

Comenta este texto