«Rosa Mª Nadal ha logrado que el espíritu de la
navidad resplandezca tras el vidrio verde de
una botella de JB»
Un cuento de navidad
Rosa Mª Nadal ha logrado
que el espíritu de la navidad pasada, presente y futura resplandezca ante mí
tras el vidrio verde de una botella de JB.
A finales de los años 70, yo era un aspirante a escritor. Había acabado una
novela y no sabía qué hacer con ella. No tenía contactos en el mundo literario
ni en el editorial. Una amiga me concertó una cita con un poeta que conocía.
Era una fría tarde de invierno previa a nochebuena, y yo aguardaba en el
Suizo entreteniéndome con mi figura nerviosa e impaciente multiplicada en los
espejos. Por fin las puertas giratorias vomitaron a un hombre alto, fuerte y
franco. Era Miguel Ruiz del Castillo, que traía bajo el brazo su poemario
“Vivir”, la señal para que yo lo reconociera. Con el corazón latiéndome
aceleradamente, lo invité a sentarse. Venía acompañado de un amigo, José Mª
Garrido Lopera. Se pidieron sendos JBs con Cocacola y comenzamos a hablar de
literatura, centrándonos en los poemas de “Vivir”. Garrido Lopera me comentó lo
bien que iba su “Federico García Lorca y los niños”. De mi novela no se habló
casi nada. No conocían a ningún editor. Tal vez se enfrentaban a los mismos
problemas que yo. En cuanto acabaron el whisky, se levantaron, se despidieron y,
deseándome feliz navidad, se marcharon. Aboné sus consumiciones con la
sensación de que sólo habían venido para satisfacer a su amiga y tomarse un
whisky a mi costa.
Poco después, me marché a Madrid, donde me esperaba la
Movida, a la que me entregué desbordadamente. Publiqué mi novela, escribí en
“La Luna de Madrid”, edité otros muchos libros… Trascurridos casi tres lustros,
nuevamente en Granada, llegó a la Tertulia del Salón, entonces en sus inicios,
Rosa Mª Nadal, el amor apasionado de Miguel Ruiz del Castillo. Le conté lo que
me había ocurrido aquella noche, y la anécdota se quedó en ella como una
pequeña y dolorosa espina. “¿Es posible que Miguelón hiciera eso? ¡No me lo
puedo creer!”. La astillita la siguió lacerando año tras año.
Ayer llamaron a casa. ¡Rosa Mª Nadal en persona! “Por la invitación
de Miguel”. Me traía una botella de JB y otra de Cocacola. No pude hablar. La
emoción me embargó. ¡El tiempo no existe! Treinta años después de aquel
encuentro literario, el primero de mi vida, éste se cerraba circularmente, y la
musa de Ruiz del Castillo, la mujer tan amada, tan cantada, tan deseada, me
devolvía con creces las copas que yo les había pagado a Miguelón y a Lopera.
La vida es mágica. No es extraño que surjan historias que, como la de
Dickens, concentren todas las nochebuenas en una. El espíritu de la navidad
pasada, presente y futura me ha dicho a través de las fantásticas manos de Rosa
Mª Nadal que un amante puede morir, pero el amor no muere nunca.
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 3 de enero, 2012
Hermoso, humano y muy oportuno.
ResponderEliminar¡Dios, Gregorio! ¡Me has hecho llorar!
ResponderEliminarEs que nuestra Rosa, es mucha Rosa.
Un beso, amigo.
¡Que detallazo y que bonito!
ResponderEliminarFeliz año 2012 para todos
Gracias, Anónimo. Eva, me encanta que te haya llegado el artículo. En efecto, ¡Rosa es mucha Rosa! Luisa, ¡cuánto te echamos de menos! Gracias por seguir ahí. ¡Y feliz año también!
ResponderEliminarun amante puede morir pero el amor no muere nunca... gracias Gregorio por sublimar el detalle y hacerlo único. Un placer leerte León.
ResponderEliminar¿León, Javier? ¡Todo sea por el Nous! "La vida es la única verdad real. Nuestro destino consiste en vivirla y desnudarnos ante ella es nuestro deber". Con convicción, un fuerte abrazo.
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