martes, 3 de enero de 2012

UN CUENTO DE NAVIDAD

«Rosa Mª Nadal ha logrado que el espíritu de la navidad resplandezca tras el vidrio verde de una botella de JB»

Rosa Mª Nadal y Miguel Ruiz del Castillo

Un cuento de navidad


Rosa Mª Nadal ha logrado que el espíritu de la navidad pasada, presente y futura resplandezca ante mí tras el vidrio verde de una botella de JB.
A finales de los años 70, yo era un aspirante a escritor. Había acabado una novela y no sabía qué hacer con ella. No tenía contactos en el mundo literario ni en el editorial. Una amiga me concertó una cita con un poeta que conocía.
Era una fría tarde de invierno previa a nochebuena, y yo aguardaba en el Suizo entreteniéndome con mi figura nerviosa e impaciente multiplicada en los espejos. Por fin las puertas giratorias vomitaron a un hombre alto, fuerte y franco. Era Miguel Ruiz del Castillo, que traía bajo el brazo su poemario “Vivir”, la señal para que yo lo reconociera. Con el corazón latiéndome aceleradamente, lo invité a sentarse. Venía acompañado de un amigo, José Mª Garrido Lopera. Se pidieron sendos JBs con Cocacola y comenzamos a hablar de literatura, centrándonos en los poemas de “Vivir”. Garrido Lopera me comentó lo bien que iba su “Federico García Lorca y los niños”. De mi novela no se habló casi nada. No conocían a ningún editor. Tal vez se enfrentaban a los mismos problemas que yo. En cuanto acabaron el whisky, se levantaron, se despidieron y, deseándome feliz navidad, se marcharon. Aboné sus consumiciones con la sensación de que sólo habían venido para satisfacer a su amiga y tomarse un whisky a mi costa.
            Poco después, me marché a Madrid, donde me esperaba la Movida, a la que me entregué desbordadamente. Publiqué mi novela, escribí en “La Luna de Madrid”, edité otros muchos libros… Trascurridos casi tres lustros, nuevamente en Granada, llegó a la Tertulia del Salón, entonces en sus inicios, Rosa Mª Nadal, el amor apasionado de Miguel Ruiz del Castillo. Le conté lo que me había ocurrido aquella noche, y la anécdota se quedó en ella como una pequeña y dolorosa espina. “¿Es posible que Miguelón hiciera eso? ¡No me lo puedo creer!”. La astillita la siguió lacerando año tras año.
            Ayer llamaron a casa. ¡Rosa Mª Nadal en persona! “Por la invitación de Miguel”. Me traía una botella de JB y otra de Cocacola. No pude hablar. La emoción me embargó. ¡El tiempo no existe! Treinta años después de aquel encuentro literario, el primero de mi vida, éste se cerraba circularmente, y la musa de Ruiz del Castillo, la mujer tan amada, tan cantada, tan deseada, me devolvía con creces las copas que yo les había pagado a Miguelón y a Lopera.
La vida es mágica. No es extraño que surjan historias que, como la de Dickens, concentren todas las nochebuenas en una. El espíritu de la navidad pasada, presente y futura me ha dicho a través de las fantásticas manos de Rosa Mª Nadal que un amante puede morir, pero el amor no muere nunca.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 3 de enero, 2012 

6 comentarios:

  1. Hermoso, humano y muy oportuno.

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  2. ¡Dios, Gregorio! ¡Me has hecho llorar!
    Es que nuestra Rosa, es mucha Rosa.
    Un beso, amigo.

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  3. ¡Que detallazo y que bonito!
    Feliz año 2012 para todos

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  4. Gracias, Anónimo. Eva, me encanta que te haya llegado el artículo. En efecto, ¡Rosa es mucha Rosa! Luisa, ¡cuánto te echamos de menos! Gracias por seguir ahí. ¡Y feliz año también!

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  5. un amante puede morir pero el amor no muere nunca... gracias Gregorio por sublimar el detalle y hacerlo único. Un placer leerte León.

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    1. ¿León, Javier? ¡Todo sea por el Nous! "La vida es la única verdad real. Nuestro destino consiste en vivirla y desnudarnos ante ella es nuestro deber". Con convicción, un fuerte abrazo.

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