«Sagrado corazón de mi Smartphone, en ti confío»
Santa Teresa, transida por un Smart Phone |
Los esmatfonios
Una nueva religión ha descendido sobre el mundo. No existe
una fe tan potente, tan masivamente seguida. ¡Cómo nos embarga el Esmatfonismo!
Los esmatfonios somos multitud. Nuestro Dios es el Smartphone o teléfono móvil.
A su inteligencia divina le rezamos cada diez minutos. Nuestra primera y última
mirada del día va hacia él. “¡Sagrado corazón de mi Smartphone, en ti confío!”.
Antes se
rendía culto a lo sobrenatural. Ahora, a las conexiones inalámbricas. El
teléfono es nuestra medalla religiosa. Siempre lo llevamos junto al corazón.
Unas pocas horas sin nuestro exvoto, nos parecen la eternidad misma. Antes, la
gente cesaba su tarea al mediodía para rezar. Nosotros, que somos inmensamente
más religiosos, le rezamos veinte veces a la hora. No hay acto que no
interrumpamos arrobados por la visión de su brillante y todopoderoso ojo. Lo
adoramos en el cine, conduciendo, alimentándonos, en una fiesta, trabajando,
leyendo, viendo la tele.
Podemos
estar con el más íntimo de nuestros amigos, en la más absorbente charla, que
nuestro Dios tiene prioridad. ¡Seríamos unos desalmados si no fuese así! Le
rezamos a Smartphone para todo: para pagar, para hacer fotos, para mostrar
imágenes, para guardar documentos, para escribir textos, para informarnos. Con
un fervor rescatado de la Edad Media, todo lo vemos transido de él. Hacemos
nuestras necesidades con Smartphone, viajamos con él, amamos mirándolo de
reojo. Es como el Cristo de Dalí. Preside nuestras casas como un ara sagrada,
domina sobre nuestros corazones y nuestras mentes.
¡Qué
maravillosamente desaparece el pagano mundo ante nuestro Dios! ¡Qué dulcemente
secuestra nuestros sentidos! En lugar de la intuición, utilizamos las redes
sociales. Si queremos encontrarnos con alguien, pasamos de encomendarlo a la casualidad.
¡Se lo pedimos a Smartphone! Lo de orientarnos por nosotros mismos también es
impío. El Esmatfonismo manda que nos abismemos en el GPS, que es la voz de Dios
conduciéndonos desde el Sinaí. Tampoco nos permitimos ver la desnaturalizada
sociedad que tenemos delante. Nos protegemos poniendo por medio a Smartphone, bien
para fotografiarla, bien para que nos las describa vía Google Earth.
¡Hasta
recuerda por nosotros! Cuando le pregunto a otro esmatfonio qué ha visto o
dónde ha estado, me pone al Omnipotente delante. ¡Bendito Dios que nos libera
de nosotros mismos! Por él, hemos encontrado la beatitud. Como los antiguos,
que no salían a la calle sin escapulario, nosotros, si olvidamos a nuestro Dios
en casa, somos presa del pánico. ¡Ni un segundo sin su latido!
El
Esmatfonismo está llamado a acabar con las guerras. Ya no son necesarios ni
soldados ni bombas para neutralizar a una nación hostil: basta con incautar los
móviles a la población. Y se arrodillarán y harán lo que les digas con tal de
que se los devuelvas.
¡Gloria a ti, Smartphone! ¡Tu fe
nos salva del mundanal ruido, de sus zafias tentaciones, de sus diabólicos
apetitos, de sus carnales criaturas!
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 4 de septiembre, 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta este texto