«El siglo
XXI es un siglo amargo porque todo lo quiere dulce»
Campos de estevia en Perú (foto: D. Blog) |
La estevia
El siglo XXI es un siglo amargo porque todo lo quiere dulce.
A las verdades les pone azúcar para digerirlas, a las necedades les pone azúcar
para que pasen por ingenio, a las mentiras las endulza para que sean tomadas
por verdades, a la violencia la azucara para que pase por pacifismo, a nuestro
sistema político le echa toneladas de melaza para que parezca democracia.
¡Hasta le pone azúcar a la comida salada! Vete a un supermercado y mira los
ingredientes de las chacinas, de las conservas, del pan… ¡Todos llevan azúcar
de extranjis!
Lo dulce es la gran añagaza de
nuestro tiempo. Estamos en el siglo de la mendacidad y, por ello, estamos en el
siglo del azúcar. Hace tres décadas, un español consumía 3 kilos al año. ¡Hoy 40!
De ahí que en seis lustros no sólo se haya doblado la cantidad de diabéticos,
sino también la de victimistas, es decir, personas que se quejan porque sus
consortes o sus jefes o las instituciones no le endulzan suficientemente la
vida.
La Granada decimonónica vio
crecer su única burguesía al albur del azúcar. La Vega estaba llena de ingenios
que producían a manos llenas dulzura y alcohol y que inundaban la campiña de un
acre y turbador aroma. Antes, mucho antes, fue la seda, dicen que la mejor del
mundo, la que había traído la prosperidad. Pero con el tiempo, otros lugares le
arrebataron a Granada esta excelencia; y luego, la del azúcar. Y la orgullosa
burguesía local se trocó por una pequeña burguesía de funcionarios del Estado,
autoritaria, burócrata y corta de miras. De este modo, la que en tiempos
musulmanes llegó a ser la ciudad más populosa de Europa, se convirtió en una pequeña
ciudad de provincias, estrecha y localista, sobre la que han ejercido una
tiranía cateta autoridades ensoberbecidas y pobres de espíritu, de las que es
claro símbolo el actual alcalde de la urbe.
¡Pero las ciudades se reinventan!
Lo que antes fue, puede volver a ser. Dado que el consumo de azúcar sigue creciendo
y, con él, el número de obesos y diabéticos, se necesita un endulzante natural
y sin calorías, y este es sin duda la estevia, inocua para el organismo y con
una potencia dulcífica 300 veces superior a la del azúcar. Por ello, en Granada,
se está poniendo en marcha la que probablemente será la primera industria de
producción ecológica de estevia de toda Europa. ¡Como con la seda! ¡Como con la
caña y la remolacha!
Dado lo mal que va España, la
voracidad indomeñable de sus políticos y las turbas de victimistas cabreados
que infestan el país, la estevia es la solución perfecta. ¡Con una sola dosis,
300 veces más de efectividad! ¡Sin enfermedades añadidas! Con la estevia, saduceos
y fariseos ya no discutirán, sino que se relamerán amigablemente; y nuestros
insustituibles políticos podrán seguir afanando las arcas, triturando lo que
quede de los ahorros del pueblo y colocando en la estructura política a sus
hijos, a sus sobrinos, a sus nietos, a sus clientes y correligionarios. Esta
Europa convulsa también necesita cantidades ingentes de estevia. Y un Obama que
ha traicionado sus principios, necesita atiborrar a los norteamericanos con billones
de estevia. Es el futuro, no cabe duda. ¡Tal vez Granada vuelva a despegar!
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 2 de julio, 2013
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