martes, 1 de junio de 2010

PUERTA REAL 1 - V - 2010


EL AYUNTAMIENTO PIRATA

Ha hecho una industria de las multas. El alcalde. Un saqueo organizado en toda regla. Granada, con 230.000 habitantes, triplica las multas de Sevilla, con 700.000. Este hombre ha erigido con las multas una Hacienda paralela. No se imponen multas en Granada para defender la movilidad o la seguridad, sino para llenar unas arcas sospechosamente vacías. El alcalde no es el benefactor de los granadinos, sino su succionador. Quiere aparecer como un probo papaíto, pero, en realidad, es Barbarroja.

Sin hitos, sin guardias, el alcalde invita a los granadinos a entrar en las zonas prohibidas y, emboscado en cámaras, los multa con delectación. Ha llenado la ciudad de trampas. Los servicios que nos ofrece funcionan deficientemente, ¡pero hay que ver cómo funcionan las multas!

Frente a ello, está Baza. ¡Sólo seis multas en un año! No es que los ciudadanos de Baza sean más cívicos que los de Granada. De hecho, me apuesto a que a muchos de ellos han sido multados en la capital. Es que simplemente el alcalde de Baza respeta a los bastetanos. Es que simplemente pone multas para mantener el orden, no para financiarse.

El alcalde de Granada pasará a la historia por algunas cosas. Entre ellas, la de sentirse decepcionado al descubrir que lo que creía cajas de mantecados eran en realidad cajas de libros de la colección “Granada Literaria”. Pero pasará sobre todo a la historia por haber esquilmado sin compasión alguna el bolsillo de los granadinos.

La oposición debería organizar una manifestación de multados y no cabría un alfiler en la plaza del Carmen. La muchedumbre llegaría hasta la Fuente de las Batallas, hasta la plaza Bib-Rambla, hasta Plaza Nueva. En plena crisis, el alcalde ha hurtado a las familias granadinas cantidades necesarias para subsistir. Ha sido implacable, inmisericorde, insolidario. Es Barbarroja vestido de paisano. Y su ayuntamiento, un barco pirata al acecho de incautos navíos.

El alcalde tiene un chófer que puede dejarlo donde desee e irse a aparcar a otro sitio, incluida la plaza del Carmen, donde el coche oficial ha sido visto con frecuencia. Pero los granadinos no pueden hacerlo. Se ven obligados a estacionar en doble fila. A veces, incluso, en lugares no aptos. No hay otra opción. Y es necesario transigir. Pero el alcalde tiene un ejército de pone-multas con los ojos acechantes. El alcalde tiene cámaras chivatas y coches chivatos. Ha hecho una industria de las multas, y no para bienestar de los granadinos, sino a loor y honra de su alcaldía. Quiere pasta, se consiga como se consiga y venga de donde venga.

Torres Hurtado, el lobo de los granadinos. Aprovecha sus desatenciones para robarles las gallinas. La historia lo pintará con garfio y pata de palo, y a su ayuntamiento, como un barco donde los granadinos son pasados por el tablón.

Diario IDEAL, martes, 1 de junio, 2010

1 comentario:

Comenta este texto