Las lecciones del Maestro VI
ELVIAJE ETERNO
(el Maestro a sus alumnos)
Paloma, una mujer madura pero de joven vitalidad, inquieta, amante sin duda de la vida y del descubrimiento, asiste por primera vez al Taller del Maestro. Éste cuenta cómo la conoció, las cosas comunes que los unen, alguna anécdota divertida, y le pide que le formule una pregunta para comenzar el trabajo. Ella medita.
-No controles –le pide el Maestro-. Pregunta lo primero que se te ocurra. Eso será sin duda lo más importante para ti.
Paloma reflexiona y, finalmente, como dando por zanjadas sus elucubraciones, inquiere:
-Maestro, sé que me van a llamar para emprender un viaje dentro de unos meses. Quiero saber si mis hijos, mi nieta y mi padre me acompañarán.
Las pupilas del Maestro se dilatan con extrañeza. Su asombro resulta patente.
-¡Pero Paloma! ¿Crees que soy adivino? ¿Piensas que un Taller de Pensamiento tiene algo que ver con un oráculo?
-¡Esa es mi pregunta! –se justifica ella-. Me has dicho que preguntara lo primero que se me viniera a la mente…
El Maestro calla por unos instantes.
-Sin duda es así –asiente pensativo.
Vuelve a quedarse en silencio, como abismado en elucubraciones. Y de súbito, su respuesta se abre paso. Es como si le fuera dictada. Dice:
¿De qué viaje hablas, Paloma? Hace ya mucho, mucho tiempo que te llamaron a emprender un viaje. Estás viajando desde que naciste. O antes, desde el momento en que fuiste concebida… O mucho antes, porque tus genes ya existían en tus antepasados. Estás viajando desde el comienzo de los tiempos. Cuando tu padre viajaba, tú ya viajabas con él. Cuando tú viajabas, tus hijos ya viajaban contigo. Cuando tus hijos viajaban contigo, tu nieta ya viajaba con ellos… Has estado viajando desde hace millones de años.
Los cuerpos que has ocupado han sido sólo una nave para transitar por la Tierra. Tú has existido siempre, pero has venido al mundo en vehículos a los que muchos confunden con el ser. Pero no, Paloma, no somos el coche que conducimos. Somos el conductor.
Te has servido de miles de cuerpos para viajar. Y así tus padres y tus hijos y tu nieta… todos viajáis por la misma autopista, en la misma dirección, con el mismo propósito.
¿Me preguntas Paloma, si te van a acompañar en tu viaje? ¡Te han acompañado siempre! ¡Y te acompañarán siempre! Paloma, la separación no existe. Tú crees que estás separada de tu padre, de tus hijos, de tu nieta, pero eso es sólo una apariencia. Todo en el universo está conectado. Todo, desde lo ínfimo a lo enorme, desde lo cercano a lo remoto, desde lo visible a la materia oscura, desde las dimensiones conocidas a las ignotas, se haya imbricado. Todo está en todo. No se puede cortar una flor en la Tierra sin que repercuta en la más lejana galaxia. ¿Cómo no iban a estar permanentemente contigo tu padre, tus hijos, tu nieta?
Paloma, no hay un solo pensamiento que puedas tener, ni el más nimio, ni el más ligero, que no reverbere en los pensamientos de aquellos a quienes amas. Sois vasos comunicantes. Lo que hagas, lo harás, quieras o no, para ellos. Lo que ellos hagan, quieran o no, lo harán para ti. ¡Fíjate que ni siquiera la muerte podrá impedir que viajen contigo! Pues la muerte no arrebata nada, ya que, en todo caso, sólo se desprende de la vieja nave. Pero el conductor vive siempre. Y siempre vivirá a tu lado.
Si desarrolláramos nuestro don de ver en lo invisible, nos apercibiríamos de que en realidad viajamos en medio de una inmensa caravana. Cientos, miles, millones de personas avanzando conjuntamente, como los exiliados de una guerra. Salvo que nadie camina hacia el exilio, sino hacia sí mismo. Y no se trata de una guerra, sino de la paz. Pues cuanto más comprendemos que no viajamos solos, que nuestro viaje es también el viaje de otros, la dicha nos inunda. Sentimos una inmarcesible paz. Nos hallamos seguros y protegidos. Y el miedo cae hecho añicos a nuestros pies. ¡Cómo no iban a viajar contigo tus seres queridos!
Tú, Paloma, tal vez te has referido a un viaje concreto. Tú tal vez deseas hacer un viaje conmemorativo, un viaje ritual a alguna parte significativa del mundo, y amas que, en ese viaje, estén tu padre, tus hijos, tu nieta. Es un viaje que para ti es una encrucijada. Un viaje en el que confluyen y parten todos los caminos de vuestras vidas. Un viaje hacia un aleph, un punto que contiene todos los puntos. Y deseas saber si lo que más amas estará físicamente a tu lado. ¿Pero qué más da? ¡Si la separación no existe! Puedes hacer ese viaje sola y tus seres queridos estarán contigo. Si están a tu lado, bien. Si no, también están a tu lado. Puedes irte a la más inaccesible cumbre del Himalaya, buscar la soledad total, tomar incluso de la flor de loto que desvanece los recuerdos, y ellos seguirán contigo. El inmenso río que viaja contigo estará a tu lado. Ni una décima de segundo estarás sola, porque no hay nada en el universo que esté solo. La soledad no existe. Es un invento del ego que, para sentirse especial, necesita alejarse. Es un espejismo para inflar la ridícula vanidad.
Sólo los ciegos de espíritu ven la separación y creen que el ser se agota en el cuerpo. Confunden la nave con el piloto. ¡Pero ni siquiera el vehículo puede estar separado! Los modernos aparatos han descubierto que ni el cuerpo ni los objetos materiales se acaban donde parece que acaban, sino que se extienden ad infinitum. Se expanden de la misma forma que la luz. Al igual que la luz no puede ser contenida, nada en el universo puede ser contenido. Tu cuerpo no puede ser contenido. Tu mente no puede ser contenida. Viajas en multitud y con los seres queridos a tu lado. También viajan a tu lado a los que inútilmente odias. Pues el odio es una petición desesperada de amor.
Puede que ese viaje material para el que han de llamarte sea importante para ti, pero no olvides que será sólo un símbolo de tu viaje real, de tu verdadero viaje, y que los símbolos lo abarcan todo. Estén contigo o no tu padre, tus hijos y tu nieta, estarán de todas formas contigo.
Mi respuesta a tu pregunta, Paloma, es por tanto un rotundo sí. Los seres que amas viajarán contigo. Aunque trataran de eludirlo, aunque el azar se pusiera por medio para impedirlo, aunque te arrepintieras de tu deseo, tu padre, tus hijos y tu nieta viajarán contigo. Una y otra vez, siempre, eternamente, viajarán contigo.
¿Y mis amantes? - preguntó Paloma- ¿viajarán conmigo mis amantes?
ResponderEliminarSu pregunta ha sido enviada al Maestro,para que, si lo estima oportuno, le responda. Aguardaremos con expectación su sabia respuesta. ¿Viajan con nosotros nuestros amantes?
ResponderEliminar