«En Granada se erige como
estandarte a un precario letrista por una manida canción»
A la izquierda, Joe Strummer en el mirador de San Nicolás, con la Alhambra al fondo. A la derecha, portada de la novela de Paul Hecht "El cuentista" |
¿Por qué una calle en
Granada para Joe Strummer, el vocalista de la extinta banda británica The Clash? Cierto, residió
esporádicamente en la ciudad, tuvo amigos locales y se refiere ligeramente a
Granada y a Lorca en “Spanish Bombs”, una canción hermosa pero de letra
lamentable, con lapsus como poner Costa Rica donde debería poner Costa Brava, y
anacronismos como volar a España en plena Guerra Civil en un DC-9, cuyos
primeros modelos datan de 1965.
¿Basta esto para dedicarle una calle? ¿Se trata además del mejor homenaje?
Sin duda, a Strummer, rockero, díscolo, atrabiliario, le repugnaría la idea.
¿Por qué no reconocerlo como se reconoce a los artistas? Con un concierto de
sus amigos; con un certamen que lleve su nombre; con una canción que celebre su
memoria. ¡Pero una calle! No es lo que Strummer merece ni tampoco lo que merece
Granada.
¡Estamos tan cerca aún de la España que retrató Larra! En
uno de sus magistrales artículos, muestra la estulticia de los contemporáneos,
que tildan inmediatamente de insigne escritor a quien sólo ha pergeñado unas
cuartillas. Aquí viene un chico extranjero, cantante de un grupo de culto, compone
una canción que nos menta, y ya le están reclamando una avenida. Sin embargo,
tenemos al hombre que escribió “El cuentista”, la mejor novela sobre Granada,
la más irresistiblemente bella y que mejor hace justicia a la ciudad, el
neoyorquino Paul Hecht (1927-1996), y me apuesto a que ni siquiera hay diez
justos que lo conozcan. Va la diferencia de un país berlusconizado que ensalza una
cancioncilla y su rebeldía inocua a un país culto que se reconoce en el
pensamiento singular y maduro, el único que mueve montañas.
Hecht narra con pericia e inteligencia un solo día de la
vida de Granada: el 10 de diciembre de 1988. ¡Pero en él está todo! Sus calles,
sus gentes, su espíritu, su historia… Nunca he leído nada que me llegue tanto
al corazón, que muestre a Granada sin halagarla, que la gloríe sin hipérboles,
que la ame sin empalago, que recupere su pasado sin arqueología, que la
proyecte sin provincianismos.
Paul Hecht se apasionó por España en las clases del
sefardí José Benarbete en el Brooklyn College de la Universidad de Nueva York,
viajó a Andalucía, vivió en Granada en el Albaicín, se doctoró con una tesis
sobre la influencia del flamenco en Machado y Lorca, fue amigo de Enrique
Morente, dio clases de literatura en el Centro de Lenguas Modernas, y murió,
como siempre había querido, “en el Albaicín, cara a cara con la Alhambra”.
Pero fieles a la liviandad que nos caracteriza, ha sido
olvidado y apuñalada su obra maestra. En su lugar, se erige como estandarte a
un precario letrista por una frágil y manida referencia a Granada. Típico de
las ciudades Mama Chicho. Berlusconi creó esta cultureta pachanguera y amnésica,
y nosotros las alimentamos agradecidos.
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 13 de diciembre, 2011
Me encantó ese libro. La verdad es que debería tener más resonancia el trabajo de este hombre.
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