«El Jin Ping Mei es el Quijote pasado por Oriente»
¡Aló, aquí China!
No hay que moverse para viajar. Cierto que muchos lo hacen,
pero por lo general no salen de sí mismos. Recorren sus rutas en grupos,
dirigidos por guías, durmiendo en asépticos hoteles, comiendo en restaurantes
internacionales, y su viaje resulta a fin de cuentas como ver un documental en
televisión. Otros, sin embargo, se quedan en la ciudad y de este modo viajan a
los más remotos confines. En las urbes de hoy, está el mundo entero.
Existe por ejemplo una Granada
china. China hasta los tuétanos. No sólo porque los súbditos del país más
populoso del mundo imperan progresivamente en la vida comercial, en las tiendas
de moda, en los restaurantes, en las abacerías que no cierran nunca. ¡Es que en
Granada vive Alicia Relinque!
Alicia estudió en la Universidad
de Pekín, luego hizo sinología en París, y ahora es profesora de chino de
nuestra universidad. Como la chica temeraria que es, ha tenido el atrevimiento
de traducir al español una de las novelas magnas de la literatura china, el Jin Ping Mei, tres mil páginas a
disposición de los aventureros que no temen las selvas. Relinque ha dedicado
seis titánicos años, sin descansar un solo día, a esta traducción, que es una
maravilla de fluidez y perfecto castellano.
El único editor que podía
atreverse con semejante libro era Jacobo Siruela, un aguerrido entre las
pusilánimes letras españolas, y así ha dado a la imprenta en su sello Atalanta
dos gruesos volúmenes en papel biblia. Es la primera traducción completa del Jin Ping Mei a una lengua occidental.
Previamente sólo se habían publicado resúmenes. Yo leí hace muchos años uno de
ellos y creía que me había hecho una idea de la novela. ¡Ingenuo de mí! Tras
bucear en las páginas de Relinque, me apercibo del espejismo. No me había aproximado
ni a años luz.
Con Alicia Relinque, China está
en Granada. Ella tiene la ardiente e indesmayable capacidad de los orientales
para el trabajo. Habla en chino. Y encima nos ha traído un trozo de China tan
palpitante como el Jin Ping Mei, que
es como nuestro Quijote pasado por el oriente. Escrita a la par que Cervantes
componía su obra maestra, al sumergirte en sus páginas haces un viaje a la
China esencial, imperecedera, lo que demuestra que un libro es el medio de
transporte más eficiente: no sólo te conduce más rápido que un avión; también es
una nave del tiempo. Como además te saca de la profiláctica clase business para
plantarte en pleno corazón de las pasiones humanas, no eres el mismo cuando
acabas el viaje. Yo me he bebido sus tres mil páginas en una quincena, y
confieso que ahora “nihil humanun mihi alienun est”.
Cada país refleja una parte nuestra.
Si China está en Andalucía, Andalucía está en esta novela china. ¿O no? La
constatación, en la próxima columna.
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 21 de junio, 2012
Gregorio, qué bien escribes. Siempre leo tus artículos y siempre consigues dejarme boquiabierta. Gracias por estos regalos que nos haces y que disfrutamos deleitándonos palabra a palabra. Todo un lujo de persona y de escritor.
ResponderEliminarUn beso
Alicia N.
Gracias, Alicia, los regalos son recíprocos. Yo amo mucho lo que me dicen ciertas fotos... Son la traslación en imágenes de lo que yo pienso con palabras. Espero seguir viendo esta plasmación... ¿en Sevilla?
EliminarPues sí, Gregorio, en Sevilla el 13 de Septiembre se inaugura "Surmas. El tiempo detenido", en la Casa de la Provincia. Una sala preciosa en pleno centro, a escasos metros de la Giralda y con el libro que recoge la muestra publicado por Lunwerg. Así que ahora, trabajando a tope.
ResponderEliminarAlicia, espero ver esa exposición, ya en Sevilla, ya aquí, antes de que salga, ver el libro. Tenme al tanto.
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