«Para la izquierda española, siempre es festival de magia»
Juan Manuel Sáchez Gordillo en pleno trabajo |
La izquierda española está nutrida por ilusionistas. Aunque
hay químicos que convierten el agua en vino, en el caso de nuestra izquierda es
sólo un truco. Son como Magomigue, pero disfrazados de jornaleros. Como los
prestidigitadores, desvían la atención hacia un sitio para mejor operar en el
otro.
Uno de los grandes problemas de
España son los políticos. Sobran 300.000. La izquierda debería pedir la
inmediata eliminación de tan onerosa superfluidad, pero, en un pase con los polvos
de la madre Celestina, incautan un supermercado. Claro, es un símbolo. Pero un
símbolo que actúa como la tinta del calamar, obviando otro realmente necesario:
que la izquierda exigiera el harakiri de sus propios cargos institucionales.
¡Esto sí que sería efectivo!
La izquierda mágica allana una
finca para que pase desapercibida la finca autonómica. Propone avasallar bancos
para no avasallar sus puestos públicos. Roban supermercados para que no les
roben su nómina pagada con abusivos impuestos. ¡Excelsa izquierda! Digna del
legendario Houdini.
Todo es ficción en esta izquierda
simplona, de romanticismo ajado, de subversión ingenua, de complejidad cero, de
perspicacia nula. Aliada con el pseudonacionalismo, creyendo progre lo que es ostensiblemente
retro, confundiendo la actividad política con el espectáculo mágico, no puede
inquietar a nadie y es la compañera perfecta de la derecha contra la que finge
luchar.
En lugar de doblegar la
elefantiasis política, doblega cucharas a lo Uri Geller. Para no reclamar el cese
del gasto desbordado, saca de la chistera monedas afanadas al público. En lugar
de ver las ficticias fronteras, se venda los ojos a lo Anthony Blake. Para eludir
las reglas del juego, imita con naipes trucados a Juan Tamariz.
Esta izquierda es un problema
nacional. Cuando falta una extremidad, el cuerpo entero no puede moverse. La
pierna izquierda del cuerpo español es un espejismo, no existe. Sus componentes
son magos. Ante los espectadores, se metamorfosean en Curro Jiménez, pero,
acabada la sesión, se van a descansar a los confortables bancos del
establishment.
Otra izquierda estaría pidiendo la
racionalización del Estado. Impondría con el ejemplo la supresión de cargos
innecesarios. Reclamaría el fin de tantas leyes abstrusas, ridículas,
redundantes, coercitivas. Abominaría de las limosnas y extendería más allá de
Marinaleda las cooperativas, los campos de trabajo, los negocios colectivos, las
empresas pioneras. Promovería una escrupulosa división de poderes. Trabajaría
por elecciones nominales. Se denodaría por derogar las machistas leyes de
género de Zapatero, aún vigentes. En lugar de todo ello, hacen juegos de magia,
toman un sombrero, lo cubren con un pañuelo y, cuando lo alzan, está lleno de
latas de conserva. ¡Y así pretenden solucionar los problemas del país y paliar la
penuria de cientos de miles de desempleados!
La España mágica sólo puede tener
una izquierda mágica, complementaria de la derecha sobrenatural. Para una parte
de la izquierda española, el Hocuspocus no acaba nunca. ¡Siempre es festival de
magia!
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 14 de agosto, 2012
la acción la firma el SAT
ResponderEliminarel resto de la izquierda puede/podemos seguir escribiendo que les va muy bien