«Los
mecanismos atascados acaban estallando
y triturando entre sus engranajes a los malos mecánicos»
Los malos mecánicos no pueden mantener tan complicado engranaje |
Los malos mecánicos
“Cualquiera de las provincias que forme una región autónoma
o parte de ella podrá renunciar a su régimen y volver al de provincia directamente
vinculada al Poder central”. Artículo 22 de la Constitución española de 1931.
Cuando nuestra Carta Magna es en
gran parte un remedo de la republicana, ¿por qué no incluyó este artículo? La
Constitución de 1931 se hizo desde una amplia visión de Estado, sin complejos,
sin sumisión a los nacionalismos de campanario, estableciendo la igualdad de
todos los españoles y, por tanto, despachando cualquier tipo de derechos
históricos. Provincias limítrofes podían formar autonomías al igual que podían
salirse de ellas. Almería, si lo hubiera deseado, se podría haber unido a
Murcia. O Tarragona se podría haber salido de Cataluña. La Constitución de 1931
se redactó en libertad, con el orgullo y la ilusión de una España nueva. La
Constitución de 1978 se pergeñó con el complejo de culpa de la Dictadura y la
asunción implícita de que sentirse español era algo franquista.
¿Qué
ocurriría si el artículo hubiera sido incluido? Esto: sólo serían decididamente
autonómicas las capitales regionales, pero no el resto. Porque un centralismo feroz,
voraz, megalómano, ha sustituido al centralismo madrileño. Y las llamadas
“provincias”, han pasado de la categoría de primera división, cuando hablaban directamente
con Madrid, a la de segunda, con celosas aduanas interpuestas.
Que alguien
me responda a esta pregunta: ¿Qué ganamos con que nos administren desde Sevilla
y no desde Madrid? Me quitaré el sombrero ante quien me dé un argumento
convincente. Pero no lo habrá, porque la contestación es simple: da igual.
Salvo que la primera opción dobla los impuestos.
Si se
hubiera mantenido el artículo de la Constitución de 1931, ya habría provincias
trabajando para salirse de su Autonomía. Granada sería seguramente una de
ellas, aunque el clamor es general en todo el país. ¡Las capitales autonómicas
no son diferentes del Madrid que desdeñan! Por eso, una gran parte de españoles
preferiría simplemente que los gobernara
Madrid. Lo que, además de facilitar las cosas, suprimiría políticos y aliviaría
el peso impositivo.
Ahora,
¿cuántos de los que exhiben por doquier banderas tricolor estarían de acuerdo en
restituir este artículo? La bandera tricolor lleva aparejada la Constitución de
1931. Pero la marca de la España actual es la impostura. Se esgrimen símbolos
mientras se pisotea el contenido.
España se ha fragmentado en 17
irrevocables centralismos. Terrible vivir gobernados por una Carta Magna con
engranajes descabellados, que políticos insensatos manipulan a ciegas, creyéndose
relojeros suizos cuando sus conocimientos no pasan del Meccano.
Vivimos momentos miserables. Y se
acercan tiempos difíciles. Pero de una cosa estoy seguro: todos los políticos
que desde la Transición hasta ahora, nacionales o autonómicos, han gobernado
España, serán borrados de la faz de la Tierra. Los motores obtusamente
manejados se grillan, estallan y trituran entre sus engranajes a los malos mecánicos.
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 30 de octubre, 2012