miércoles, 24 de octubre de 2012

EL FALSO ESCRITOR

«Cuando lee algo de quienes le rodean, lo hace como una palanca, para ganárselos, y, por ello, los pierde»
 
Los personajes de la ópera china no se definen por su comportamiento, sino por la máscara que portan, de la misma forma que el pseudo literato antepone siempre la palabra escritor al nombre, señal inequívoca de que le interesa más la función que la persona
 
El falso escritor
 
No ha publicado jamás un libro. Como mucho, un par de relatos en antologías colectivas y media docena de artículos en medios locales.  Pero se llama a sí mismo escritor y así lo consideran sus conocidos y amigos. No es que sea una lumbrera y hable como Sócrates, que nunca escribió nada y sin embargo fue un señero filósofo, sino que la desidia ambiente le permite la superchería. Nadie se ha molestado en buscar ninguno de los libros que cita en una biografía que ha pergeñado como encaje de bolillos, para dar la sensación de que tiene obra sin tenerla ¡e incluso premios! Aunque ha adquirido conocimientos en talleres literarios, se cuida mucho de citarlos. ¡Hace algo más efectista! Si Jesús Ferrero le impartió una charla, se declara discípulo directo suyo. Y así con José Mª Merino, con Muñoz Molina…

Ahí lo tienes, pontificando, infatuado, creyéndose un adalid, remedando lo exterior de la cultura, los saraos, las presentaciones, la gloria caduca de la que huye el verdadero creador, y eludiendo sin embargo la esencia, que es un acto de reflexión solitaria y de desmedida entrega a la escritura. Cuando lee algo de quienes le rodean, lo hace como una palanca, para ganárselos, y, por ello, los pierde, ya que nunca es sincero en sus comentarios, sino que todo son palabras grandiosas, edulcoradas, triunfales. Toda esta hoguera de vanidades se conjura como tinta de calamar para ocultar que el escritor no es escritor.

En su boca, siempre suenan nombres consagrados, que cita con la falsa ilusión de hacerse con su prestigio. Se unce desesperadamente a los lugares que frecuentaron, creyendo que la gloria está en el enclave, y no en el alma o en los libros. En las notas de prensa que pergeña para apuntalar su párvula fama, siempre antepone la palabra escritor: “El escritor Fulano impartirá hoy tal conferencia que será presentada por el escritor Mengano y coordinada por el escritor Zutano”. Es como en la ópera china, donde las máscaras hacen al personaje. Si el pseudo escritor ve que los grandes autores dan conferencias, que tienen público, que los rodea el glamour, él se monta con gran esfuerzo algo parecido, se programa sus propias conferencias, se rodea de un público que anhela lo mismo, y se fabrica un glamour con papel de aluminio y estrellitas adhesivas.

Si realmente importara la literatura, si se usaran las bibliotecas, si interesara lo que escriben quienes están a nuestro lado, hace mucho tiempo que el falso escritor habría sido desenmascarado. Sin embargo, ahí sigue, firme, sorteando con pericia las arenas movedizas del camuflaje, con una soberbia sólo pareja a la merecida fama de los narradores cuyo éxito remeda. ¿Cómo no va a sentirse seguro? Todo en la vida provinciana se asienta sobre arenas movedizas y, como no hay otra solería, prosperan quienes fingen andar por corredores de mármol.
 
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes 23 de octubre, 2012


2 comentarios:

  1. Genial, Gregorio. No sé si te has inspirado en algún "modelo" concreto, pero has descrito perfectamente a unos cuantos.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ja, ja, ja, ¿tú qué crees? Por cierto, que tú eres justo el modelo de escritor entregado a su obra y que se prodiga poco en los saraos. ¡Una exigua minoría! Pero no hay otra forma de escribir, y es la única para profundizar e ir lejos. Estoy deseando leer "La hermandad de la nieve". ¡Qué título más hermoso!

      Eliminar

Comenta este texto