«El exorcista
no está ni se le espera»
Alcaldes de toda España reunidos en Madrid el domingo 13 de octubre de 2013 para protestar por la Ley de Racionalidad y Sostenibilidad de la Administración Local (foto: europapress.es) |
El exorcista
El domingo se reunieron en Madrid políticos de todo signo
salvo del partido gobernante, aunque les habría dislocado estar. ¡No, no era
para pergeñar el famoso y cacareado “pacto contra la corrupción”! ¡Tampoco para
tratar de encontrar soluciones al salvaje paro que asola España! ¡Ni mucho
menos para reflexionar sobre el analfabeto funcional en que sus leyes han
convertido al pobrecito español! No, no ¡estaría bien! para nada de eso. ¡Es
que han visto peligrar canonjías, mamaderos y reparto de poder con la ley de
administración local que se avecina! ¡Y no pueden tolerar que ahora vayan a
abrevar del erario público menos “compañeros”!
Disfrazada de defensa de la
Democracia y de la autonomía local, esta causa defiende míseros intereses, y
eso que sólo se trastocan levemente con la ley en ciernes. No quieren escuchar
que la inflación de políticos es el gran obstáculo para la modernidad de
España. El presupuesto de la mayoría de los ayuntamientos, sostenido a base de
engorrosos créditos que seguirán pagando nuestros tataranietos, se va en los
sueldos de personal. ¿Para qué sirve entonces esta legión de representantes si
se jalan lo que deberían emplear en bienes y servicios? El dinero que debe
revertir en los ciudadanos cae en bocas voraces mientras urbes y pueblos quedan
abandonados a la entropía. De cada 100 euros recaudados, un ayuntamiento como
el de las Gabias (Granada), de solo 18.000 habitantes, se merienda 63 para
gastos de personal. Por el mismo concepto, el ayuntamiento de Granada, con
jurisdicción sobre 239.000 habitantes, abonó en 2012 ¡106 millones de euros! La
tercera parte de su presupuesto. Pero si a esto añadimos que en intereses por
créditos está pagando una cantidad que ronda los 20 millones anuales, sólo le
quedan para gestionar la mitad de los ingresos. Deben de haberse graduado en
Harvard ante tamaña pericia administrativa.
¡Cuánto mejor no sería licenciar
a quienes abducen de esta forma el erario público! En ningún país civilizado se
permitiría tan nefasta gestión. Y ahora, cuando con la tímida racionalidad que
trata de imponer el Gobierno ven peligrar sus kiosquillos y no les salen la
cuentas, protestan airadamente y se concentran en Madrid y hacen declaraciones
apocalípticas como las de Noel López, alcalde de Maracena, como si el mundo se
fuese a acabar porque no estarán ellos, al menos no todos, identificando
tristemente su sopa boba con la sopa de los españoles, cuando es bien al
contrario, ¡su supresión es una garantía! Menos políticos, menos sueldos
públicos, más eficiencia, economía más saneada, más inversiones, menos
gravámenes.
Como los vanos demagogos que son,
estos especímenes tratan de hacernos confundir Democracia con abundancia de
munícipes, autonomía local con profusión de minúsculos ayuntamientos, buenos servicios
con inflación de empleados públicos, y agitan ese espíritu de campanario que
hunde sus raíces en la España profunda y que es el mismo de Mas y Urkullu, ya
que Cataluña y el País Vasco son profundamente España.
Qué difícil es el camino de la
modernidad para este país que vivió una República minada, una Dictadura castradora
y una Democracia corrupta. Así que ahí se han ido, a Madrid, y ahí seguirán
yéndose, a manifestarse como ajados espectros, defendiendo intereses obsoletos con
los que mantienen un macabro maleficio sobre España. ¡Y el exorcista no está ni
se le espera!
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 15 de octubre, 2013
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