«Susana
Díaz está viviendo esa etapa que los psicólogos denominan infatuación»
Esta imagen define perfectamente lo que es la infatuación: un gatito que se ve, cree y piensa como un león (foto: Psicocorreo) |
Nieblas y espejismos
Muchos ingenuos han creído ver algo nuevo en el discurso de
la flamante presidenta de Andalucía. Normal en un país que se deja llevar por
los espejismos y que seguiría con los ojos cerrados al flautista de Hamelín. Pero
no hay nada nuevo en sus palabras, sino, por el contrario, el reforzamiento ad
extremis de los más inveterados vicios de la clase política española. Antes de
Susana Díaz, el propio partido era siempre honesto mientras los otros eran
errados y corruptos. Tras Susana Díaz, todos son errados y corruptos… salvo la
presidenta misma. De este modo se erige en adalid de la Democracia mientras los
malos o los torpes son todos los demás. Es el viejo sistema pero estirado en
clave de culto a la personalidad.
Susana Díaz está viviendo esa
etapa que los psicólogos denominan infatuación, cuando de pronto la persona se
cree elegida por el destino para llevar a cabo una misión trascendental. Y ante
este objetivo, todo se achica y todos deben echarse a un lado, incluidos
cargos, instituciones y leyes.
Mientras
enfervorizados aplaudidores ensalzaban un discurso donde culpaba a Zapatero,
Rajoy y al Tribunal Constitucional de la actual ola secesionista catalana, otros
más lúcidos arrugaban el ceño. Porque lo que traslucen sus críticas es todo un
programa subliminal de lo que puede ser su presidencia.
Veamos:
Zapatero es en efecto culpable de gran parte del secesionismo por sus promesas
de aceptación indiscriminada de un nuevo estatuto catalán, y porque todo esto abrió
la veda de los segundos estatutos, a cada cual más atrabiliario y pintoresco. ¿Entonces
estuvo mal que el partido de la oposición denunciara el error? ¿Fue incorrecto
que no admitiera un Estatuto que vulneraba la igualdad de los españoles? ¿Y fue
una provocación que el Tribunal Constitucional derogara algunos de estos
artículos? Lo que Susana Díaz nos está diciendo es que una vez que Zapatero
cometió el error, los demás deberían habérselo tragado. Es decir, el PP no
tendría que haber ejercido oposición y el Tribunal Constitucional tendría que
haber hecho la vista gorda. En definitiva, sobran la fiscalización de los
partidos y el control de los jueces. ¡Terrible! ¿Qué no sucederá entonces con
la legalidad en Andalucía?
Lo más
sombrío es que Susana Díaz y su partido no sólo no intentan corregir los
errores de Zapatero, sino que abundan en ellos con el naif planteamiento de una
España federal. Es decir, para sortear un abismo, abren otro mayor. ¿A alguien
le cabe en la cabeza que si no se respetan las leyes constitucionales actuales
van a respetarse las de un estado federal? ¿Alguien cree realmente que esto
acabará con el problema nacionalista catalán y vasco? ¡Un problema que está
gangrenando el país! Pues el Estado de las Autonomías se hizo por el problema
catalán y vasco y ahora se quiere hacer el Estado Federal por el problema
catalán y vasco. España, al albur de dos de sus regiones. El error de Susana
Díaz va en la misma línea que los errores anteriores.
No habrá
nuevo discurso mientras en vez de criticar a los demás la presidenta no
comience haciendo una crítica de sus propios planteamientos. Pero esto
significaría salir de la infatuación. Difícil si no imposible si atendemos a la
Historia. Se acercan pues tiempos de nieblas y espejismos.
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 8 de octubre, 2013
No debemos olvidar que critica al propio gobierno del que ella misma formaba parte. ¿Porqué no actuaba entonces si creía que lo estaban haciendo mal? Y cuando su flamante gobierno vuelva a equivocarse ¿Lo criticará de nuevo pese a ser la presidenta?
ResponderEliminarLa verdad que no lo entiendo
Estimado amigo, criticará a todos... menos a ella. Como pronto tendremos ocasión de comprobar, es muy probablemente del tipo de políticos que hacen rodar cabezas para loor y gloria de la suya. Dejará un reguero de cadáveres a su paso y, sin embargo, no pasará a la Historia por lo que ansía, sino justamente por lo contrario, como le ocurrió a Zapatero. ¿Dónde está el error? Tratar de enfocar la realidad desde la megalomanía. Hará gigantes de molinos de viento. Y así sucesivamente.
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