«¡Pobres
quienes sestean o gritan creyendo que así podrán ocultar lo
que jamás puede ser ocultado!»
Ilustración con que la revista "Scientific American" (octubre, 2013) acompaña la noticia de que el gusto y el olfato de los ratones pueden estar directamente relacionados con el esperma |
Memoria
Nada cae en el olvido. Podemos hacer estallar edificios,
quemar bibliotecas, hemerotecas, cinematecas, destruir billones de discos
duros, podemos incluso matar testigos, pero los recuerdos y emociones
permanecen. Es como si la materia tuviese la cualidad de conservar indeleble
rastro de lo que ha sido, como si la luz de los acontecimientos no sólo se
expandiera al exterior, sino también al interior, de manera que, igual que
podemos rastrear el pasado del Universo con telescopios, también podríamos rastrearlo
con microscopios.
Los descubrimientos que lo
demuestran se van sumando en progresión geométrica. El último: si le cortamos
la cabeza a una planaria (un tipo de gusano planiforme), regenera una nueva…
¡que sigue conservando los recuerdos de la anterior! Luego la memoria no está
sólo en el cerebro. ¿No hemos oído de personas con corazón trasplantado a las
que embargaban recuerdos del donante? La memoria está extrañamente imbricada
con cada uno de nuestros átomos, de forma que, si visitas el corazón, visitas los
recuerdos, y si vas a los recuerdos, vas al corazón.
Unos científicos de Filadelfia
acaban de hacer público que los espermatozoides tienen gusto y olfato, hasta el
punto de que la inhibición de los correspondientes genes en un grupo de ratones
ha imposibilitado su reproducción. Del gusto y del olfato a los
espermatozoides, del corazón a la memoria. Todo está interrelacionado, no hay
compartimentos estancos, el mundo es un holograma donde la más pequeña parte
contiene el todo.
Patéticos por tanto quienes
tratan de hacernos olvidar. ¡Imposible! Todo habla, todo descubre, todo revela.
Allí va Fulanito con sus temores, filias y fobias, pertrechado de sus secretos,
creyendo que su mente es una invulnerable cámara de acero, pero no se apercibe
de que todo su cuerpo grita lo que es. Entras en una casa, vas a una ciudad,
recorres un país, y no tienes necesidad de historiadores ni de carteles ni de
aplicaciones para conocer su carácter, su pasado, su presente y su futuro.
Esta memoria invencible,
biológica, genética y mineral, es el azote de los narcisistas, de los farsantes,
de los políticos, de los dictadores. ¡Cómo querrían borrar lo que no les gusta
o les subleva! Y lo han intentado hasta extremos trágicos, tergiversando o
reescribiendo la Historia, destruyendo estelas y documentos, abatiendo
construcciones, quemando libros, fotos, películas, masacrando etnias… ¡Inútil
todo!
España conserva memoria de su
agridulce existencia y esto tampoco podrá ser borrado, y, aunque se la parta en
mil trozos, la memoria seguirá estando en cada uno de ellos. Sólo los
analfabetos o los cándidos creen en la desinformación o en el borrón y cuenta
nueva. Imaginan que todo está en el cerebro y, cuando piensan haber sajado el
pretérito, no comprenden que sigue aquí y más poderoso por cuanto se le ignora.
Sólo a quien respeta a los testigos le es concedido el don de no acatar sus
órdenes. Por eso, los pactados silencios e ingenuos olvidos de la Democracia trajeron
la pérfida pervivencia del franquismo.
¡Hay que recordar, recordar,
recordar! Como no podemos despachar la memoria, mejor sentarla a nuestra mesa. Si
desdeñamos al hada madrina, su despecho nos dormirá cien años. Tal vez por eso
España vive en permanente pesadilla. ¡Pobres quienes se entregan al sopor o al
griterío creyendo que así podrán ocultar lo que jamás puede ser ocultado!
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 1 de octubre, 2013
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