«Rafael
Guillén es el mejor poeta español»
Rafael Guillén (foto: El Callejón del Gato) |
Heráclito
Rafael Guillén es el mejor poeta español contemporáneo y por eso esgrime la humildad de lo genuino. Ante los tornasoles impostados de quienes juegan a la literatura, él posee una luz propia y secreta. Lo primero porque es un genio, y lo digo sin que mis palabras puedan resultar sospechosas, porque no pretendo nada de él ni deseo utilizar mi juicio como tanto crítico venal usa los elogios, para aumentar su círculo de influencia. Y lo segundo porque, como todos los genios, le da vueltas a la realidad, la ase desde perspectivas desconocidas y, dado el analfabetismo imperante, no es cabalmente entendido y muchos se quedan en la superficie, sólo en lo “bonito”, incapaces de atisbar lo sublime, lo abismal, lo incognoscible. Colgados de Facebook, sus versos no serían rubricados con muchos Me Gusta mientras otros ramplones o simplemente irrisorios exhiben legiones de admiradores, sin duda porque en Facebook nadie lee nada que tenga más de dos líneas, o porque es un mercadeo de favores que los pardillos se trabajan infatigablemente, y también porque muchos de ellos se crean falsos alter egos para alabarse a sí mismos.
Rafael Guillén es el mejor poeta español contemporáneo y por eso esgrime la humildad de lo genuino. Ante los tornasoles impostados de quienes juegan a la literatura, él posee una luz propia y secreta. Lo primero porque es un genio, y lo digo sin que mis palabras puedan resultar sospechosas, porque no pretendo nada de él ni deseo utilizar mi juicio como tanto crítico venal usa los elogios, para aumentar su círculo de influencia. Y lo segundo porque, como todos los genios, le da vueltas a la realidad, la ase desde perspectivas desconocidas y, dado el analfabetismo imperante, no es cabalmente entendido y muchos se quedan en la superficie, sólo en lo “bonito”, incapaces de atisbar lo sublime, lo abismal, lo incognoscible. Colgados de Facebook, sus versos no serían rubricados con muchos Me Gusta mientras otros ramplones o simplemente irrisorios exhiben legiones de admiradores, sin duda porque en Facebook nadie lee nada que tenga más de dos líneas, o porque es un mercadeo de favores que los pardillos se trabajan infatigablemente, y también porque muchos de ellos se crean falsos alter egos para alabarse a sí mismos.
Sí, son malos tiempos para un
poeta genial, y sin embargo Rafael Guillén lo es, está aquí, es el mejor poeta
español, el que plantea una apuesta más arriesgada, el más bello, el más sereno,
el que más nos embarga de sentimiento y humanidad. Crecida su obra en tiempos
de una ingenuidad rayana en el mongolismo, con la mirada de los funcionarios
del verso detenida en los espejismos, Guillén tuvo el valor de resistir, no
creyó en las apariencias y las trascendió para llegar al “otro lado de la
niebla”, título de su último libro (Salto de Página), es decir, entró en el
pleno reino del misterio, en los fundamentos de la realidad, en el magma
invisible del que emanan tanto la Historia como nuestros avatares, proponiéndonos
un viaje lleno de vértigo hacia lo sutil, corazón de la existencia. Su libro es
un tratado de física, es decir, un compendio de pura y arrebatadora Poesía.
Lo he leído como no leía en
muchos años algo, como si me fuera la vida en ello, presintiendo que en él está
la clave para conocerme y conocer el universo. Guillén lo ha logrado no sólo
contra la mentada galerna de costumbrismo garbancero, sino venciendo el peso de
una ciudad de provincias donde la excelencia es vista con recelo, el mundillo
literario compuesto en su mayor parte de aficionados y trepas conspira
permanentemente para que lo singular se diluya, y donde los contados elogios
que se prodigan suelen ser babosas alianzas tácticas. ¡No en vano ha debido
recorrerse medio mundo! Ha sido su forma de zafarse de tan ciclópea gravedad,
de volar libre de ataduras, de transitar los caminos que guardianes de la
ortodoxia o de la pía mediocridad le habrían vedado. La prueba de su
independencia es pues este gran libro de aventuras o de experimentos o de
ciencia o de literatura o de filosofía; este gran y hondo libro de arrebatadora
belleza.
Así que Guillén es el mejor poeta
español. Tiene la desgracia de vivir a nuestro lado y que nos crucemos con él. ¡Tal
vez por eso le ocurre como a Heráclito, que estuvo en Atenas y nadie lo
conoció!
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 17 de diciembre, 2013
Me admira la sencillez de este enorme poeta. Cada vez que tiene una intervención pública voy a admirarlo. La última vez fue en el Paraninfo de Derecho, donde nos leyó los borradores de un poemario que sólo ha aparecido en el Molino de Ángel Ganivet en un acercamiento a nueve de sus poemas con música compuesta por uno de los integrantes de la OCG.
ResponderEliminarVer y oír a R. Guillén siempre deja una amable sonrisa en el espíritu: lo que sólo producen los buenos poetas y las buenas personas (en el buen y machadiano sentio de la palabra).
AG
Pienso lo mismo que tú, Alberto. Y, además de todo esto, encima, es un Poeta con mayúsculas, y, como Poeta, tiene la virtud de hacer que la humanidad fluya dentro de ti y, cuando acabas de leer o escuchar un poema, seas más Hombre o Mujer, seas una parte significativa del misterioso Cosmos.
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