«La
literatura alimenta»
La Agencia Literaria Sandra Bruna ha creado la camiseta que lleva puesta Tiny Tim para que los niños necesitados sean tan felices como él cuando Mr. Scrooge se desprende de su avaricia. Montaje fotográfico sobre una escena de la película "Cuento de Navidad" (Robert Zemeckis, 2009) |
La cena de Tiny Tim
Todas las nochebuenas evoco a Tiny Tim, el pequeño enfermo
de “Un cuento de Navidad”, de Dickens, que desde tiempos inmemoriales releo por
estas fechas embargado siempre de la misma magia, asombro y descubrimiento. El
pequeño Tim está enfermo y su desnutrición agrava el mal, aguardándole la
muerte… a no ser que el avaro Mr. Scrooge se apiade de él. ¡Y el milagro
ocurre! Conmocionado por su miserable existencia, Mr. Scrooge comprende que sin
generosidad la riqueza es una ominosa cárcel.
¡Cuántos
Tiny Tim no conviven con nosotros en este tiempo de crisis! Pero como en la
historia de Dickens, el milagro aguarda agazapado. Entre las manos que manejan
la varita mágica, está la de Sandra Bruna, una de las mejores agentes literarias
del país, inagotable fuente de nuevas ideas, que se ha propuesto con su admirable
tenacidad que no haya un solo niño en España que pase hambre… ni que haya un
solo español que no digiera pensamientos nutritivos, de modo que nadie flaquee
de inanición ni naufrague en la mediocridad.
“La literatura alimenta”, dice
Sandra Bruna, y ciertamente la literatura que promueve alimenta como un milagro
de los panes y los peces: alimenta las mentes y alimenta a los niños. Para lo
primero, Sandra tiene la rara habilidad de descubrir lo original y proveer las
vitaminas con cuyo aporte más se pueden beneficiar los espíritus actuales. Para
lo segundo, ha sido tan decidida como para diseñar unas camisetas que proclaman
que “la literatura alimenta” y cuyo importe irá íntegro a la fundación Educo,
que no quiere niños asaeteados de punzadas en el estómago ni estas navidades ni
después, aunque el envite se hace ahora, época de banquetes y celebraciones.
La literatura alimenta, sí, y si
no fuera por el vértigo de los buenos libros, por las perspectivas impensadas y
renovadoras de los escritores pioneros, nos gangrenaríamos y el mundo sería una
permanente hoguera de autos de fe. Y si no fuera por los alimentos que
conseguirán las t-shirts, una parte de los niños de hoy, hombres del mañana, no
podrían pensar, no sabrían qué es la imaginación, no entenderían el poder de la
fantasía, porque el hambre es una dictadora cruel. Y esto es lo que nos sirve
Sandra Bruna: amor. Amor en forma de palabras. Palabras que se transforman en
alimentos por la fuerza del amor.
Yo me cenaré una de estas
camisetas. Y alimentaré con ellas a los míos. Estaré aliviando así la penuria
de algunos niños al tiempo que proclamo que no sólo de pan vive el hombre, sino
de toda palabra que sale de su boca, y este será mi doble banquete de Navidad.
Porque comemos para pensar mejor y no puede haber una buena cena que no nos
inunde de pensamientos. Si son tristes, la literatura puede volverlos dichosos.
Sin son dichosos, la literatura los expandirá incalculablemente. Como con la
historia de Dickens: si no la ingiriera cada
año, mis navidades serían inanes.
Me pondré la camiseta, la colgaré
del árbol, la pincharé en las enaguas del Belén. Y junto a los turrones, pondré
un libro. ¡Que Tiny Tim se sumerja en la delicia de un pavo asado y en los
misteriosos espíritus que transforman para siempre al agrio Mr. Scrooge! La
literatura alimenta. La literatura transforma.
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 10 de diciembre, 2013
Si estás interesado en obtener camisetas (6 € unidad más gastos de envío), puedes solicitarlas:
Escribiendo al email ltarradas@sandrabruna.com
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