«¡Yo
quiero piratas e indios y cocodrilos y sirenas y peterpanes!»
Escena de la primera y más bella adaptación de Peter Pan jamás llevada a la pantalla, la de Herbert Brenon (1924). Foto: Films Muets-Silent Movies) |
El año de Nunca Jamás
Cuánto desearía que este nuevo año que comienza me alejara
de los espejismos de la realidad para conducirme a la realidad de los sueños,
la única verdad genuina, ya que la vida es sueño pero los sueños son el mundo real,
y yo anhelo el mundo real, yo quiero abarcar la esencia, quiero ser embargado
por lo pleno y no confundirme con nebulosos celajes. La política, la economía,
las religiones son retazos de niebla, trozos de un espejo hecho añicos,
perspectivas arbitrarias del todo, y yo desearía por una vez no perderme en el
laberinto de las apariencias, no creer que un elefante es trompa o patas o cola,
sino aprehender el elefante entero y al cosmos que cabalga en él.
2014 será el año en que me
adentre en el País de Nunca Jamás sin titubeos, sin recular, sin miedo, sin
añoranzas. Como solo concibo la vida para hacer experimentos con la verdad,
anhelo demostrar que los sueños, la poesía, los mitos, son destellos de un
mundo palpable, portentoso, sobrecogedor, que está más allá de esta gravedad
que nos mantiene prisioneros en la lucha, la angustia, el temor y la
separación.
Yo quiero ir al País de Nunca
Jamás y descubrir que no hay nada que temer ni de qué preocuparse, que todo es
abundante y puede ser tomado en cualquier momento, que lo que te sucede es
creado por la imaginación, que los pensamientos son cosas, que la máquina más
portentosa es la mente, que las ideas son los tiralíneas de la realidad. Quiero
atreverme en el 2014 a no evadirme del País de Nunca Jamás aunque coléricas
sombras me griten desde sus fronteras que estoy loco, que me hurto del mundo,
que soy un misántropo. ¡Yo sé que son los espectros que aparecen en los cuentos
mágicos, a los que no hay que hacer caso para llegar al objetivo!
Quiero cerrar los ojos en el País
de Nunca Jamás para ver lúcidamente cómo se congregan los paisajes que amo, las
palabras que me conmueven, los seres que me hacen vibran, la vida que lo torna
todo único, el riesgo que convoca a la aventura. Esta es mi patria, aunque la
he traicionado una y otra vez porque no he creído merecerla, sustituyéndola por
el fragor y la violencia de otras patrias impostadas donde la verdad se
tergiversa y las tinieblas son consideradas luz, y el llanto, amor, y los
achaques, virtudes.
Me echaré al mar y bucearé en el
2014 hacia el País de Nunca Jamás porque deseo soltar amarras con este mundo
donde la gente ha perdido su sombra y, como no existen claroscuros, no existe
profundidad. ¡Yo quiero piratas e indios y cocodrilos y sirenas y peterpanes! Todos
están en mí y no puedo negarme a mí mismo.
2014 me dejará como tantos otros
años en las orillas del País de Nunca Jamás, pero esta vez no daré diez pasos adelante
y veinte atrás, no, ha llegado el momento de cruzar decididamente sus puertas y
franquear las lindes del palacio donde me aguardan pacientes los sueños que me
fueron concedidos y que, como un arco encantado, solo yo puedo tensar.
Es medianoche. Los filibusteros
del capitán Garfio disparan doce cañonazos. ¡Y la realidad se abre y me desgrana
sus secretos!
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 31 de diciembre, 2013
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