«Cuando ya no se puede sustraer nada más, aún se puede robar tiempo»
El alcalde de Granada, José Torres Hurtado, pillado in fraganti hurtando el tiempo de los ciudadanos |
Ladrones de tiempo
Los columnistas probos afirman que la corrupción ha sido
puntual, que España es un país sano pero con algunos políticos gangrenados. Yo
pienso que España es un país gangrenado con algunos políticos sanos. Por eso,
lo que hemos vivido en estos años ha sido un latrocinio general. No sólo era el
dinero negro por las más diversas concesiones. Era meter mano directa al
peculio de la nación, cada cual por el medio que le era posible. España ha sido
el tesoro de Alí Babá y los cuarenta ladrones, salvo que cuarenta rateros son
pocos para cubrir esta nueva historia de las mil y una noches que ha ido desde
la cima a la base, desde los regalos y untes multimillonarios en las altas
esferas hasta las comisiones rebañadas por administradores sin escrúpulos en
las comunidades de vecinos. ¡Quien ha podido ha afanado su tajada! Con todo
esquilmado, quedaban aún los ahorros de los prudentes, de los modestos, de los
ancianos, y, para robarlos, se inventaron lo de las preferentes. Latrocinio
general, en todas partes, desde la puerta de tu casa hasta la sierra de
Guadarrama.
En Granada
ha sido peor aun, con un Ayuntamiento Drácula que ha multado hasta debajo de
las piedras, que ha tendido una red de sisas que deja chica a la de Curro Jiménez,
que ha convertido la ciudad en un laberinto para que hasta los más cautos
caigan en sus celadas.
De modo que
los ciudadanos de a pie están en las últimas, tiritando, con los bolsillos
llenos de telarañas, embargados por el fatalismo sumiso de las víctimas que
aplaude a los verdugos. Tal vez por ello los bandoleros de rimbombantes
tratamientos públicos han encontrado otro modo de robarles. Sí, ¡aún les pueden
robar tiempo! ¿Acaso el tiempo no es oro?
Por eso los
granadinos tardan ahora el triple en sus trayectos. Donde antes era media hora,
hoy es una hora y media. Entre la ida y la vuelta, un par de horas al día trincadas,
cuatro con jornada doble… “¡Y los pardillos se creían que ya no les podíamos
robar más, ja, ja, ja!”, resuenan las carcajadas en los altos despachos
municipales, donde se planifica milimétricamente cómo quebrar más y más la vida
de la población. A los rebeldes, ni siquiera les quedan como consuelo los foros
de Internet porque, según rumores, hay un par de individuos pagados con el oro de
los atracos de tiempo que, bajo los más variopintos alias, neutralizan las
opiniones de los disidentes.
Ahora los
granadinos duermen menos o descansan menos o tienen menos tiempo libre porque
el Ayuntamiento, que los sangra con las tasas e impuestos más altos de España,
de pronto les roba tiempo también. Gracias al botín, han hecho realidad su
caprichito de poner un escalextric en Reyes Católicos. Y mientras las prepotentes
carcajadas del Alcalde y sus secuaces resuenan en la plaza del Carmen, siguen diseñando
agobios, trampas, incomodidades, injusticias, convencidos de que no hay alma
humana que comprenda que un Ayuntamiento sea el peor enemigo de sus ciudadanos;
en eso amparan su iniquidad. Cuando los pusilánimes la intuyen, miran
acobardados a otro lado. “¿Que… que… que… me roban tiempo? No se… se… será para
tanto”, tartajea la pobre víctima avasallada, sin apercibirse de que el tiempo
es más que el oro… ¡es la libertad!
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 16 de septiembre, 2014
Qué panda ladrones Gregorio habitan en el Ayuntamiento, se están haciendo de oro, multa por aquí, por allí, la LAC un fracaso....
ResponderEliminarVuelvo a Granada de vez en cuando, y me sangran con mi despiste, y mientras los barrios abandonados, comidos literalmente de mugre.
Dedícale un artículo a la limpieza de la ciudad, que asusta...
En efecto, ¡nunca como ahora ha habido tanto abandono! Es el clasismo en su vertiente más extrema: que el escaparate del centro quede bien. ¡Todo lo demás, incluidas las comunicaciones, dejado a su suerte! Basta con decir lo siguiente: es la peor corporación desde que Granada existe como municipio, habiendo ganado ya en incompetencia incluso a alguno de los más nefastos alcaldes franquistas.
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