«¿Qué
alcalde en sus luces se opondría a un proyecto como el del Atrio que es como si
la ciudad hubiera sido tocada por una varita mágica?»
Diversas imágenes de lo que será la nueva puerta de entrada a la Alhambra o "Atrio de la Alhambra" en el proyecto de Álvaro Siza y Juan Domingo Santos Fuente: vega solaz |
El atrio y el corral
Cuando Torres Hurtado, el peor alcalde que ha tenido
Granada, se opuso al proyecto Puerta de la Alhambra, supe que era correcto. Y
es que este hombre, que ha sido perjudicial para la ciudad, opta
sistemáticamente por lo peor y desdeña lo mejor. Sus decisiones han sido
erradas unas detrás de otras, como cuando se fue a Nueva York a presentar el
premio Lorca, o querer sacar la estación del AVE del centro, o la destrucción
del transporte público por su obsesión cateta de contemplar a un mega autobús
por la Gran Vía. Posee el síndrome de Otelo: celos patológicos de cuanto emprenden
los demás e imposibilidad de hacer algo propio. No ama a Granada, sino que se
ama a sí mismo, lo que implica su prepotencia con quienes cree le hacen sombra
y sus altisonantes palos de ciego para evitarlo.
¿Qué
alcalde en sus luces se opondría a un proyecto como el del Atrio que es como si
la ciudad hubiera sido tocada por una varita mágica? En lugar de apoyarlo, ha
conjurado los fantasmas del más rancio localismo, en un atentado más de los
muchos que perpetra contra la ciudad. Y como el rancio localismo no es
patrimonio de izquierdas ni derechas, sino que está inoculado hasta el tuétano
en los ciudadanos de las urbes venidas a menos, IU y UPyD se han unido a él a
favor del corral y en contra del Atrio. ¡Viva Graná!
Los
argumentos que esgrimen son falacias. Dicen que no es bueno ese gasto en
tiempos de crisis. Pero es al revés. ¡Justamente en tiempos de crisis es bueno
ese gasto! Un gasto que generará numerosísimos puestos de trabajo durante la
ejecución y después. Dicen que los turistas no bajarán a la ciudad y que se
quedarán en las zonas comerciales y de restauración. No tienen ni idea. ¡Es
ahora cuando los turistas no bajan a la ciudad! Van directos de los autocares a
la Alhambra y de la Alhambra a los autocares. Lo que conseguirán las zonas
comerciales y restaurantes es que se gasten algo en Granada, máxime si en los
negocios está representada la hostelería local. Por lo demás, los visitantes que
bajaban a la ciudad seguirán bajando; puede incluso que la proporción aumente,
porque cuando algo se hace digno de sí mismo, cuando se internacionaliza, gana
el todo, no la parte, y gana Granada entera, no sólo la Alhambra. Es lo que
ocurrirá con el auditorio de 300 plazas que se pretende construir. No sólo no
le hará la competencia al Palacio de Congresos, sino que lo reforzará; no
restará sino que sumará, haciendo que se intensifique el número de
instituciones que deseen celebrar congresos en Granada: unos elegirán el marco
privilegiado de la Alhambra; otros, el de la ciudad; el caso es que la adición
de ambos y las posibilidades que brindan encenderá más el deseo de visitarnos.
También es una falacia lo del
movimiento de tierras. Claro que lo habrá, ¿pero cuándo no lo ha habido? Ahí
está el cementerio, en continuo movimiento y expansión. ¿Y qué decir del hotel
Palace, construido aún más cerca de los palacios nazaríes y que, en su erección
a comienzos del siglo XX, generó una enorme polémica. ¿Qué habitante de la
ciudad no lo ve hoy integrado en el paisaje? ¿Sería mejor que no hubiera hotel
Palace?
Igualmente es una falacia lo de
que la Puerta de la Alhambra será un “secarral”, dada la belleza del proyecto y
su integración en el ambiente. Si lo de “sostenible” se le puede aplicar a un
plan arquitectónico, éste lo es sin duda. Su impacto en el paisaje no será
mayor de cuanto existe ahora, pero será más armónico, más bello, más funcional
y más útil.
Cuando una
ciudad decae y achica –como le ha ocurrido a Granada desde que, en tiempos
nazaríes, llegó a ser la ciudad más populosa de Europa, y luego, con el
Emperador, fue barajada como capital de España–, sus habitantes caen en el
fatalismo. Por una parte, añoran lo grande y se sienten inferiores por
comparación con otros; pero si lo grande se pone en su camino, no saben
reconocerlo o les entra una pavorosa agorafobia o el apuro mojigato, y entonces
añoran el villorrio que han conocido en su infancia, defienden con uñas y
dientes el corral y se oponen con aspavientos a la gran plaza, al atrio, al
ágora.
Sería
una tragedia para Granada que el proyecto no se llevara a cabo o que no se
llevara a cabo completo, tal y como ha sido planificado. No podemos tener un
corral-atrio, o un atrio-corral, entonces el proyecto se transformaría en algo
kitsch, que, como se sabe, es un arte impostado, falso… y provinciano. Si el
Patronato defiende el proyecto y logra ejecutarlo en su totalidad, será visto
en el futuro como un paso hacia la Granada universal y se hará honor a sus impulsores.
La Granada ilustrada y cosmopolita habrá ganado la partida al “granadinismo”. ¡El
Atrio habrá batido en retirada al corral!
GREGORIO MORALES VILLENA
Diario IDEAL, viernes, 6 de marzo, 2015
Pues debo formar parte de la Granada cateta y anticuada, pero no termino de ver el objetivo del proyecto (y eso que subí expresamente a verlo en el Palacio de Carlos V).
ResponderEliminarTengo el convencimiento de que una ciudad como Granada no debería soportar ni una sola profanación más, especialmente si se trata de un ámbito mágico, único e irrepetible como es la Alhambra. Aún me dura el mosqueo por que un estúpido tren para estúpidos turistas recorra el último edén que nos quedaba (los bosques alhambreños).
Subo con frecuencia por Gomérez para llenar de magia mi tiempo de jubilado. Me veo como un privilegiado al compartir la subida temprana con unos cuantos cientos de japoneses madrugadores. No puedo explicar las sensaciones, pero las veo en peligro cuando se industrialice esta magia.
Y lo que más me preocupa: coincido por una vez con nuestro nefasto alcalde. ¿Esteré caduco?
Un saludo,
AG
Querido Alberto, la magia está industrializada desde antes que nacieras, ¿es que no lo ves? Sube un día por el Caidero (o baja por él) y te toparás con el Palace… Donde tú ahora ves un trenecito había antes un tranvía de cremallera… Todo estaba industrializado, como ahora.
EliminarPero es que, además, el proyecto del Atrio no va a añadir nada nuevo, simplemente va a reurbanizar una zona que ya está urbanizada (con terrazas, escaleras, edificios administrativos), adaptándola a nuevas exigencias. Tu paseo seguirá siendo siempre el mismo, no se verá afectado.
La falacia consiste en oponer Alhambra a Ciudad, es decir, pureza a impureza, castidad a obscenidad, exigiéndole a la primera que sea la novia núbil que nunca fue. La Alhambra y la Ciudad son lo mismo, están inextricablemente unidas e ir a la Alhambra es ir o venir a Granada.
La polémica surge de una superchería, de una dicotomía falsa alimentada por ese hombre abstruso, falto de razón y de patético victimismo que es el alcalde. No hay profanación por tanto. Hay una adecuación de espacios que ya fueron profanados antes de que tú nacieras. Ahora, a mí me consta que tus recelos son porque amas Granada, y respeto tu opinión. Mi apoyo al Atrio es también porque amo Granada. Lo del alcalde es justamente porque odia Granada. Un hombre nefasto para la ciudad.