Carlos Álvarez y Antonio Hernández, contrapunto de los "poetas felices" (fuente: adeshoras) |
Los poetas felices
Brillante Fanny Rubio en el acto del Ateneo de Madrid que reúne a los poetas Antonio Hernández y Carlos Álvarez, de los que se presenta el ensayo “Dos poetas del corazón”, de José Luis Esparcia, con el azañista Isabelo Herreros como maestro de ceremonias y la intervención del Moisés de los escritores, Andrés Sorel. ¡Cómo conoce la literatura esta mujer inquieta, que no ha perdido la frescura ni el arrebato juveniles! Está combativa, lo cual se agradece en este mundo conformista y dormido de la cultura, que inciensa en público y apuñala en privado. Me impacta la división que hace entre “poetas genuinos”, acordes con su tradición, mantenedores y renovadores a la par, y “poetas felices”, surgidos a partir de 1985.
Como
inspirada por los dioses, nos desgrana las diferencias. Los primeros fueron a
contracorriente, se encontraron con obstáculos, lucharon con la censura, fueron
fichados y encarcelados, y no se prestaron al marketing ni a los saraos
glamurosos ni al dinero fácil de la cultura oficial. Los segundos lo
encontraron todo hecho, se rindieron a los caprichos del poder, incurrieron en
el culto a la imagen y vivieron más tiempo en congresos literarios,
conferencias y cursos que en la soledad de la escritura. Entre los primeros
estarían -aparte de Hernández y Álvarez-, Blas de Otero y Gabriel Celaya. Los
segundos habrían caído en la impostura tras copiar el lenguaje de combate de
los primeros. Lo que en éstos era izquierdismo real, en los segundos fue barniz
y acomodo.
Echo
de menos, sin embargo, algunos nombres para, en cierto modo, compensar la
nómina de unos poetas con la de otros, pero Fanny calla aquí. Personalmente
hace mucho tiempo que deje de creer en buenos y malos, lo de los bandos
literarios me parece un pecado de juventud, no creo que escribir te obligue a
tomar partido para defender tu palabra con el sectarismo, el halago o el
chovinismo, pero me divierte tirarle de la lengua a Fanny, obligarla a que me
diga nombres, pues en un discurso hay que poner pruebas sobre la mesa y no
meras generalidades.
“¿Quiénes
son esos ‘poetas felices’?”, le pregunto al acabar el acto, pero se va por las
ramas. “¡Un par de poetas felices!”, le demando. “Léete la novela de Felipe
Alcaraz…”, hurta la pregunta. “La conozco”, le respondo, y vuelvo a
martillear: “¡Un par de poetas felices!”. Acosada por mi insistencia, contesta
al fin: “Los de la ‘sentimentalidad’…”. Se queda un momento pensativa y añade:
“Bueno, Javier Egea, no; Javier Egea era de los verdaderos…”.
La
historia de la literatura es tan versátil como el océano, va y viene y tiene su
propia lógica. Luchar contra ella es tan infructuoso como la lucha de los
héroes clásicos que, tratando de eludir su destino, se encontraban frontalmente
con él. Aunque en otro tiempo fui adversario de algunos de esos “poetas
felices”, su caída no me provoca dicha. Sé que no existe la felicidad pura como
tampoco la infelicidad pura. Y que el éxito tiene su lado de oscuridad y la
oscuridad su lado de éxito. Y siento piedad por el árbol caído y también por el
árbol que renace. Pues los felices se reencontrarán a sí mismos en las sombras,
pero los genuinos, emergidos de las sombras, serán aniquilados por la luz.
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 20 de mayo, 2014
En una ocasión te oí decir que "Jarrapellejos" suponía el nacimiento de la novela bizarra, apreciación que no he conseguido contrastar documentalmente. En cualqui8er caso, te dejo el enlace de un articulillo que puse anoche sobre esta novela que ahora cumple 100 años:
ResponderEliminarhttp://albertogranados.wordpress.com/2014/05/23/cien-anos-de-jarrapellejos/
Un saludo,
AG
Querido Alberto, yo mismo no entiendo esa afirmación, que jamás ha salido de mí. ¿Qué rayos es la "novela bizarra"? Lejos de mí reflexiones a la violeta como ésta. En cualquier caso, gracias por compartir tu magnífico artículo.
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